""TU CALIDO CORAZON""

ENTRE SUS MANOS

Megan: Debes de ser muy cuidadoso hasta en el más mínimo detalle, cada cosa que hagas y en cada paso que des.

Taizo: No debe preocuparse Mi Laydi, mi lealtad es de ella, mi vida es de ella, no les perdonare que hayan intentado asesinar a mi Matriarca.

Megan: Es muy pronto para que la nombres así ¿No lo crees?

Taizo: Ambos sabemos que desde su nacimiento está destinada a serlo.

Megan: Si, pero debes tener mucho cuidado en como la nombras delante de los demás.

Taizo: No te preocupes por eso, sé que debemos ser discretos.

Megan: Y esa discreción la necesitamos para saber cuáles son los planes de esos estúpidos que se atrevieron atentar contra ella, tarde que temprano Taizo, todos ellos van a pagar por los pecados que han cometido en contra de mi niña - Sentencio con aquellas ultimas palabras.

Así es, habían empezado en una encrucijada secreta para vigilar a los Pusset, aquellos malditos descendientes de aquel nefasto y despiadado humano que había existido hace tres mil años, los cuales ahora han tratado en atentar en contra de la vida de la cuarta princesa de Liones y legitima gobernante del extinto Reino Lunar.

Cuando Lyna le reveló la identidad que quien intentó asesinar a la albina fue su propia hermana, su mente empezó a trabajar como hace mucho no lo hacía, sacando en conclusión que la tal Ceren no actúo sola, que debía tener un cómplice dentro del palacio, y ella lo iba a descubrir, situaciones así, ya lo había experimentado antes, como lo que ocasiono hace milenios el finado Lyam y aquella hada toxica que estaba obsesionada con el Rey Hada de aquel entonces.

Pero esta vez no tendría consideración ni reparo en averiguar en las mentes de todos en el reino, desde el más humilde sirviente hasta el más rico noble, a todos y cada uno de ellos les leyó la mente como un libro abierto, hasta que pudo dar con el culpable.

Un simple ayudante de cocinero del palacio real, dándose cuenta que desde hace mucho le estaba proporcionando información a aquellos malditos y todo por unas cuantas tristes y miserable monedas, lo más triste de todo era que ese individuo era originario de Liones, no era extranjero ni un espía como para pensar en traicionar a su propio reino, su propia gente, pobre chico, no pensó en las consecuencias de sus actos, porque no saldría libre del castigo de la rubia, ella jamás perdonaría una traición de esa índole, y mucho menos, si se meten con los que más quiere en esta vida.

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Se encontraba en la parte que más le gustaba en su habitación, en el enorme ventanal que daba vista al hermoso paisaje del poblado del reino, pensando en todo lo que había sucedido en tan poco tiempo, el regreso a su hogar, el reencuentro con su familia, su realización a formalizar con su querido y hermoso hada.

Estaba tan feliz que sentía no caber en tanta felicidad, porque después de tantas insistencias de su parte, por fin el hada termino por aceptar sus sentimientos hacia ella, aunque pensándolo bien, esto no hubiera podido ser, si nunca hubiera tenido aquel desafortunado accidente.

Cuando se interpuso entre aquella chica y su hermana Elizabeth, que pensándolo bien, no le han dicho muy bien que fue lo que sucedió, pregunto, pero no le han querido dar muchos detalles, saliendo con la excusa que debe esperar un tiempo considerable para recuperarse por completo de salud, porque el darle una mala o fuerte noticia podría no ser muy bien aceptada a su cabeza, que primero debe dejar reposar su mente sin preocupaciones ni pensamientos negativos y que termine de desinflamarse el cerebro.

Pero regresando al tema de su amado hada, en cierta manera esta agradecida por lo que sucedió por así decirlo porque por fin esta con él, aunque todavía lo sentía algo irreal, había descubierto que era un chico muy dulce y tierno, también muy atento a todo lo que quería y decía la albina, pero solamente con ella y cuando estaban a solas, porque delante de los demás, debían comportarse como siempre lo habían hecho, pero eso no le quitaba notar ciertos detalles que ella había notado cuando estaban frente a los demás, y eso le encantaba, sentía como se enamoraba cada vez más de él.