2. El cuarto Hokage

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—Hakiri, vamos tarde, apresúrate, o el viejo va a venir y te sacara de ahí, con un jutsu prohibido.

—Que estrés con este niño, si no se calla yo soy la que utilizara un jutsu prohibido. —Dije lo suficientemente alto como para que Konohamaru me escuchara.

—No es como que sepas ninguno ¿verdad?

Salí de la habitación, lista para ir a la academia, sin embargo mis ojeras decían todo lo contrario, literalmente no había podido pegar ojo en toda la noche, las pesadillas habían decidido hacer acto de presencia.

Las mismas pesadillas una y otra y otra vez, lo poco que logro recordar es que me despertaba en algún tipo de sótano o lugar abandonado, muy oscuro, con goteras, tuberías oxidadas y el piso lleno de agua hasta mis tobillos, enfrenté de mi había unas grandes rejas y en la cerradura de dichas rejas, se extendía un papel que la cubría. La cosas se volvían turbias cuando del fondo de la celda se empezaban a iluminar o a encender mejor dicho, algo parecido a unas pequeñas llamas de fuego, primero aparecía una de color rojo en el centro, era simple como el fuego, después una azul, era extraño porque aunque seguían manteniendo la apariencia de un fuego esta soltaba chispas, después otra llama que no sé bien como describirla, parecía un estilo de remolino, y los últimos dos tipos de fuegos se encendían al mismo tiempo, y parecían ser uno de agua y el otro de tierra o arena.

—Hakiri nee-san apresúrate... Ay dios, ya viene el viejo gruñón, aquí viene... Hakiri....—En eso salí rápidamente del cuarto, con la mochila colgando de mi espalda.

—Ya estamos listos, abuelo. —Al viejo le bajaron un poco los colores rojos de su cara y soltó el humo de su pipa.

—Para ser mis nietos, les falta mucho el idealismo de puntualidad... Caminen, ya hemos perdido mucho tiempo, y aún tengo que darte ese tour, ¿no es así, Hakiri? —mi mente divagaba, no prestaba ni la menor atención al viejo. Un leve golpe en la costilla por parte Konohamaru, me hizo despabilar.

—Ah, mmm... Si...

— ¡Ah! Konohamaru ¿quieres venir?

—No abuelo, mmm tengo que llegar a tiempo a la académica —.El abuelo asintió.

—Muy bien, estoy seguro de que Hakiri se encontrará contigo, más tarde.

—¿Oh? Si abuelo, tienes razón. Adiós Hakiri. —Incluso a él le costaba imaginarme fuera del palacio.

—Adiós Konohamaru.

Salimos de castillo, y empezamos nuestros recorrido por la aldea, como dije antes, escasas veces he salido del palacio, por lo que solo existían pocos sitios que había conocido, como el puesto de ramen o las aguas termales. El tercero estaba muy callado y serio, pero no me sorprendía, siempre era callado y serio, y cuando hablaba mayormente era para darme uno de esos famosos sermones.

Curiosamente la actividad en la aldea parecía ser como la del día al día, corriente, muchos aldeanos y niños pasaban a mi lado, algunos corriendo otros riendo y más de uno iba riñendo a sus hijos por haber hecho una travesura, a veces deseaba que algún padre o madre me riñera, curioso ¿no?

—Estas un poco callada, Hakiri ¿Es que no piensas bombardéame con miles de preguntas? —. Preguntó el viejo viéndome por el rabillo del ojo.

—No tiene caso, sé que desviaras el tema.

—Vaya, me parece que te he enseñado bien, ¿no crees?

— ¿Quieres la verdad? —Soltó una risa y volvió a fumar de su pipa.

—Veamos, por donde puedo empezar... Muy bien, supongo que sabes bien la historia de cómo se fundó Konoha, pero te la contare, hace muchos años, mis hermanos, el primer Hokage y el segundo, crearon la aldea de cero, con ayuda, está claro...

Hakiri (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora