Hakiri (Naruto)

3. El decreto

—Muy bien chicos, empecemos... Sakura adelante. —Una chica algo escuálida, de tés blanca, de ojos turquesas y cabello rosa paso al frente diciendo: —Bueno llego Sakura hagámoslo, transformación —. En un instante la chica dejo de ser una peli rosa para ser Iruka-sensei, había logrado hacer la técnica sin mucho esfuerzo.

—Bien, te transformaste en mí. —Apremió Iruka.

—Sí, ¡sí!, Sasuke ¿viste eso? —No conocía a nadie en este salón y solo a primeras impresiones no me costó darme cuenta de que la chica estaba vuelta loca por un pelinegro con mirada sombría.

—Siguiente... —Ordenó Iruka. —Sasuke Uchiha... —Hablando del chico malo. Él al igual que Sakura se transformó en Iruka sin el mayor inconveniente.

—Siguiente, Naruto Uzumaki... —Y aquí va el hiperactivo.

—Transformación... — khgg ¡Pero qué clase de transformación es esa! Qué vergüenza. Naruto se había transformado en una mujer rubia, delgada y esbelta, ese no creo que fuera el problema, sino el hecho de que estaba desnuda. Iruka cayó de espaldas y Naruto regresó a su forma original, burlándose descaradamente.

—Caíste, ese es mi Jutsu sexi... —En un instante los gritos del sensei no se hicieron esperar.

— ¡Déjate de bromas estúpidas, esta es mi última advertencia! —Gritó exasperado. —Hakiri, te toca.

—Transformación...—Aunque se tratara de un simple jutsu de rango E, Asuma me había hecho dominarlo a temprana edad, pero aunque lo supiera hacer, había algo que me incomodaba y era las mirada de tantos desconocidos.

—Muy bien, soy yo. Mmm —.Trago saliva con fuerza. —Muy bien Hakiri, tal parece que te han enseñado bien, puedes regresar. —Revertí el Jutsu y regrese a la fila.

***

— ¡Viejo, ya regrese!

— Shhh, Hakiri, no grites, el abuelo se está deleitándose con la escena... —Konohamaru salió por detrás de mí, chitándome.

— ¡Oh!... ¿Por qué? ¿Qué ocurre?

—Ven, sígueme... —Konohamaru me guio hasta mi habitación, nos sacó al balcón, y primero señaló a la ventana debajo de nosotros, se podía distinguir claramente al viejo que se reía mientras trataba de fumar de su pipa, después Konohamaru apuntó a los rostros Hokage.

—Tal parece que ese tal Naruto se ha metido en serios problemas... —Me comentó.

—Mmm, ese de ahí, es... ¿Iruka-sensei? —Pregunté.

— ¿Desde cuándo llamas sensei a alguien que no sea el viejo o al tío Asuma?

— ¡Eh!, yo que sé. —No había notado eso.

—Esto es un asco, mediocre... —La voz irritante de Naruto llagaba hasta el balcón.

—No te iras a casa hasta que hayas limpiado hasta la última gota de pintura —. Contestó Iruka.

—Y que importa, no es como que alguien esté esperándome en casa. — Konohamaru saco un par de golosinas de su bolsillo y se las llevó a la boca.

—¿A qué se refiere? —pregunte esta vez mientras le robaba un par de dulces.

—Oye...—Alegó. —No sé mucho, pero al parecer es huérfano.

—Naruto...

— ¿Qué es lo que quieres ahora sensei? —preguntó el rubio.