Un mes, esa había sido la indicación del viejo, solo un mes, y aunque, quería creer que se serian como vacaciones, a decir verdad, no era pero ni de cerca lo que sucedería, no había tiempo que perder, debía empezar a prepararme para el examen final.
Cuando llegué al palacio del viejo aquella noche, las manos me ardían, el cuerpo lo tenía entumecido y ni hablar de mis ojos, era tal el dolor que sentía que si llorara, seria sangre, no es una escena muy bonita no la piensen tanto.
Estaba acostada boca arriba en la cama, las estrellas ya habían salido, y la luz de la luna bañaba mi habitación, la aldea estaba en silencio, no era un silencio sepulcral, al contrario era un silencio agradable, tranquilo y relajado, por primera vez después de mucho tiempo, dormí profundamente como un bebe.
Desperté a la mañana siguiente con la pila recargada, después de haber tomado una ducha y un desayuno de campeones en Ichiraku estaba lista para un nuevo día, cuando el señor Teuchi abrió la puerta de su casa para atenderme me miró algo fastidiado.
—Buenos días, Teuchi. —Dije algo avergonzada.
—Niña, son las siete de la mañana, ya te he dicho, los sábados abrimos tarde. —Me recordó rascándose la cabeza
—Señor Teuchi, por favor, hoy es un día de entrenamiento. —El hombre me miró por nos segundos con seriedad, para sorpresa mía y de él, yo estaba animada.
Entonces suspiro con pesadez: —De acuerdo, espera aquí.
Después de aquel ramen, llegué a un campo abierto, todo estaba tranquilo, no había movimiento, era de esperarse, un sábado por la mañana, la gente común debería estar durmiendo. Estaba preparando mis armas para entrenar cuando una voz gruesa y como de abuelo se escuchó detrás de un arbusto.
—Esas señoritas sí que son lindas. —Canturreaba un tipo de cabellera larga de color blanco, algo rellenito con vestimenta tinta, estaba espiando, y parecía muy emocionado por lo que veía.
—¿Se puede saber que cree que hace espiando detrás de unos arbustos a... —Fue cuando quise ver que es lo que espiaba que me percate del descaro de aquel desconocido <<¡Kkkhhhgg!>> Que tipo más pervertido. —¡Ah! Viejo pervertido, ¿qué se cree que está haciendo espiando a jovencitas?
—Ah, niña tonta, me acabas de espantar a todas las nenitas hermosas. Me inculpo señalándome con su dedo índice cuando las jóvenes chicas salieron despavoridas por escucharme.
—¿Quién es usted? Viejo cochino. —Pregunté.
—Eso no te incumbe, pelirroja. —Contesto dándose media vuelta.
En un instante el viejo se desapareció de enfrente de mí envuelto en una ráfaga de aire. <<¡Eh!, ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Donde?>> El pervertido había desaparecido. —¿A dónde se fue? —pregunté en voz alta a la nada. ¿Sería buena idea que lo denunciara? ¿Qué tal si va por ahí acosando chicas?
Regresé al campo de entrenamiento, la verdad era que no tenía un plan definido para mi entrenamiento, las palabras del abuelo se me habían quedado muy grabadas, era cierto, los contrincantes con los que nos enfrentaríamos sabían nuestras técnicas ahora, los mismos trucos no funcionarían. Y había algo más molestándome, aunque la gente me congratuló por la pelea, algo en mí no me dejaba sentirme del todo orgullosa por esa victoria, según Ino y Shikamaru, de la nada parecía haberme comportado como alguien completamente diferente, y sabia a lo que se referían, era la misma sensación que yo había tenido, como que no tenía control de mi cuerpo.
No quería que esa sensación de incertidumbre se repitiera, además habían estado pasando muchas cosas últimamente, primero lo del espíritu demoniaco dentro de mí, segundo el Kenshutsu, del cual nadie parecía saber nada, la incertidumbre de si tenía o no un hermano, y si ese hermano era Gaara, pero no tenía tiempo para resolver esos misterios, porque ahora tenía enfrente los exámenes chūnin.
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Hakiri (Naruto)
FanfictionEntre las barreras del amor y el poder. N/A: Te recomiendo solo leer los capítulos con título porque los siguientes no están actualizados y tienen muchas inconsistencias.