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La paz finalmente había vuelto a la vida de nuestros héroes al igual que el resto de la población, no fue difícil vencer a eggman ni mucho menos apresarlo, ya que no pasó mucho tiempo para que el resto de amigos llegara al lugar incluidos Silver y Blaze, que si bien habían llegado tarde, fueron más que necesarios para detener al doctor antes de que escapara.

Con Eggman tras las rejas, nuestro equipo de amigos pudieron darse un respiro lejos del caos, la vida de las personas poco a poco volvía tener forma y a volver a la normalidad, era claro que la resistencia pronto sería disuelta, ya que dejaría de ser de necesidad para el resto de personas, en su lugar abrirían una ONG para ayudar a los damnificados tras la guerra.

Aquella aclamada calma era lo que sentía en este mismo instante la pequeña rosada, la cual reposaba en unos cómodos brazos color azabache.

Tal y como lo prometió la rosada, los dos se encontraron al final del día, en la habitación de la susodicha, era un lugar apartado, lo que ayudaba en gran medida a que se mantuvieran lejos de la vista del resto de personas.

Sin darse cuenta los dos habían pasado horas y horas hablando en el acogedor sofá de la rosada, mientras ella reposaba su cabeza en el mechón del pecho de este, parecía que el tiempo avanzaba más rápido cuando tenían la compañía uno del otro.

— ¿No entiendo por que Eggman siempre se mete conmigo? ¿Acaso parezco la típica damisela en apuros? — le preguntó la rosada al azabache sin verlo a los ojos.

— Al doctor le gustan los planes anticuados, no lo pienses demasiado— le respondió el vetado.

— Eso no cambia el hecho de que siempre termine secuestrándome al final.

Cortos flashbacks llegaron a la memoria de la rosada, recordó todas aquellas veces donde el doctor la había usado como cebo para eliminar a Sonic, una vez estuvo muy cerca de lograrlo, se sintió tan culpable ese día que se prometió a sí misma que no volvería a dejar que eso sucediera, pero no sirvió de nada al final.

La eriza hizo una mueca de disgusto por recordar aquello, lo cual notó el azabache.

— Shadow... ¿Tú crees que soy débil?— le preguntó dándose la vuelta para verlo directamente a los ojos — Sé sincero conmigo, prometo que no me enojaré.

Era obvio para el vetado que la rosada tenía muchas inseguridades, desde un principio lo notó pese a esa imagen tan segura y orgullosa de sí misma que ella se había empeñado en construir.

— No, no eres débil... pero tampoco la más fuerte, tienes debilidades y puedes llegar a ser vulnerable como la gran mayoría de personas.

Ante su respuesta la rosada hizo una cara de impotencia y rápidamente apartó los ojos de él.

— Pero eso está bien... — Continúo hablando el azabache.

Nuevamente la rosada lo miró a los ojos para ver lo que tenía que decir.

— No lo necesitas, has logrado mucho más con unas simples palabras que con todos los golpes que hayas dado, y eso te hace de cierta forma poderosa.

— ¿En verdad lo crees?— Dice Amy bastante conmovida.

— No estaría aquí hablando contigo si no lo fuera ¿verdad?

Amy captó el mensaje, no sería suficiente decir que aquello la hacía muy feliz, por un momento pensó que que él había olvidado su convivencia en el Ark.

— Creo que se a qué te refieres —  le respondió la rosada con una amplia sonrisa.

Amy nuevamente reposó su cabeza en el pecho de Shadow, complacida de tenerlo cerca.

Acabemos con esto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora