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no sé cómo explicarte que si no estás, siento que falta algo

...

Tomo un respiro y acomodo mi pollera negra que esta apretada como nunca antes, mi top resaltaba mis tetas, haciendo que de vez en cuando me lo acomode mientras que los zapatos hacían aunque sea que mis piernas se vean más delgadas y largas, aunque no tanto, porque no era una chica alta, en lo absoluto.

Me abro paso entre las personas que bailan al compás de la música, la casa de Lara era grande, lo suficientemente grande para saber que su sueldo era lo suficientemente bueno y mejor que el mío, las paredes pintadas de blanco y ventanales por donde mires, una escalera que seguramente te llevaba a alguno de los cuartos y pasillos oscuros en los que nadie te veía, daban aquella privacidad de hacer lo que se te cante en la oscuridad.

—¡Matilda! —me llama Martin, casi gritando por la música alta, mi jefe está agarrando a Lara de su cintura, esta al verme hace una mueca, yo mientras tanto intento fingir que no noté eso.—No pensaba verte por acá después de...bueno, ya sabés.

El rumor de lo mío y Enzo se hablaba por todos lados, ya nisiquiera lo negaba ni fingía sorpresa, tenía que aprendar a convivir con que piensen que yo era una sola más de la gran lista de él, y aunque un dolor punzante en mi pecho me causaba aceptarlo, lo hacía.

—Necesitaba relajarme, cambiar de aires.—sonreí y él me hizo lo mismo.

De repente se me antojaba preguntar si él estaba acá, porque si así era me iría ahora mismo, no quería verlo, si lo podía esquivar lo haría, sin duda alguna, me guardé la pregunta y seguí hablando.

—Te entiendo, estas cosas es mejor tomarlas con calma, hacés bien.

Mientras tanto sentía la mirada de Lara de arriba a abajo, seguro me criticaría en cuanto yo le diese la espalda, era demasiado falsa y superficial.

— Aunque todavía no me creo de eso que...¿estaban juntos? —se ríe en mi cara, como si fuera una locura, algo innimaginable que yo tuviera al menos una chance con él.—Enzo es internacional mientras que vos...¿como decirlo?

Arqueo la ceja, sentía que algo se atoraba por mi garganta e intentaba salir, no iba a discutir, vine a disfrutar, no a soltarle verdades a una chica que nisiquiera importaba en mi vida.

—¿Decir qué?

—Sos normalita, nada destacable, ¿entendés?.—suelta y yo la fulmino con la mirada.—No va con mala onda igual eh, solo que me sorprende.

Bien que esta normalita y sin nada destacable le dió dos veces, y si era por nosotros lo hacíamos mil y un veces más.

Pero bueno, una a aveces no puede soltar todo, lamentablemente.

—Mejor preguntarle a él qué le causó esta "normalita", va a saber darte una mejor respuesta.—le guiño el ojo y sonrío.—Pero con buena onda obvio, si me disculpan voy a tomar algo.—Martin asiente y nisiquiera miro a Lara que ya me estoy dando la vuelta.

Voy directo hacia la barra, miro hacia mis costados para ver si reconozco a alguien más, había invitado a Ciro: mi hermano, pero me había dicho que por hoy al menos pasaba, tampoco que era un chico aficionado a las jodas, el amaba la noche de películas y mucho más si eran de Marvel.

Por lo que hoy estaba sola, prefería venir acá antes que estar carcomiéndome la cabeza con el mismo tema, no quería estar sola con mis pensamientos, no en estos momentos, pero ya había empezado con el pie izquierdo.

Agarro el trago, supuse que era un daiquiri, no me importó la verdad, en cuanto lo llevo a mi boca sabía y presentía como iba a terminar esta noche, no iba a ser un solo daiquiri, iba a escabiar como nunca antes, lo que sea, un permitido cada tanto no hacía mal y mucho más cuando tomas decisiones tan estupidas como las que tomo yo. Había que castigarse de algún modo, y mi forma de hacerlo era esta.

mundial ; enzo fernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora