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matilda

Miro a Leandro, todo esto lo había causado él por venir tras mio, llevo mi mirada hacia Enzo y le resto importancia a aquello, como si no estuviera hablando con mi ex de cosas del pasado, ni echándonos en cara todo lo que pasó.

—Quería tomar aire fresco, solo eso.—le sonrío.

Leandro intenta sonreir, como siempre, el tenia que gastar a los demás, pero yo lo fulminé con la mirada, y esa sonrisa se ocultó tan rapido como habia salido.

Enzo miraba desconfiado, en cuanto a Camila, me miraba mal, tambien a Leandro, pero a mi...a mi si pudiera me enterraría a tres mil metros bajo tierra, me odiaba, la entendía, claro que la entendía. Pero me encantaría decirle que yo no era más que un pasatiempo para él y que además me mintió toda la parte del tiempo, asi como le mintió a ella.

Pero yo era una idiota y me callaba la gran parte del tiempo, y así me iba, mal.

—No es que se te iba a perder tampoco, Enzo.—habla Leandro y arquea la ceja.

—¿A qué vas con eso? —Enzo suena tan tajante que hasta a mi me sorprende.

—¿A donde crees que quiero ir? —lo desafía.

Si se pudieran cagar a trompadas sin armar escándalo creo que lo habrían hecho, sin duda.

—Enzo.—lo llamo.—No es nada, enserio.

Leandro niega con la cabeza y lo mira, después a Camila y le hace un gesto de que se van, asi es como me deja con Enzo a solas, sin antes soltar una risita de por medio.

Enzo me mira y hace un gesto con la boca, como si le disgustara hablar de esto, pienso que me va a preguntar algo o reclamar, pero lo unico que sale de su boca es un:

—No quiero estar más acá, nos vamos.

Y sin esperarme, se da media vuelta y camina hacia la salida, saluda muy por encima a los demás y en cuanto entramos al auto su postura sigue siendo igual, me incomoda, me incomoda el hecho de no saber como actuar, que decirle o al menos preguntarle que le pasa.

Pero me exaspera que no me hable, que esté tenso y que nisiquiera me toque.

Él tiene la costumbre de manejar y posar su mano en mi muslo, deslizarla hacia mi rodilla y asi en vaivén, pero ahora solo se limita a tener sus manos en el volante y nisiquiera mirarme.

Perfecto, ahora mismo soy invisible.

—¿Sabés que? Dejame acá, no pienso ir viajando así.—le digo desabrochándome el cinturón, Enzo me mira con su mejor cara de orto, y ríe sin gracia.

—¿No pensás seguir viajando cómo?

—Con alguien que nisiquiera se atreve a mirarme.

—Estoy manejando, no se a donde más querés que mire.

Perfecto, encima me tomaba el pelo, 10/10 excelente servicio, dijo nadie nunca.

—¿No pensás decirme que te pasa? —le pregunto mirandolo a los ojos, pero el a cabo de unos minutos me mira.

—¿Vale la pena decirlo?

mundial ; enzo fernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora