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Bajo del auto rapidamente porque voy tardísimo al trabajo y por culpa de la persona mas caprichosa del mundo: mi novio.

Se empecinó solamente en apagar mi alarma y decirme como siempre que falte al trabajo, me metí rapidamente a ducharme y él se ofreció a meterse conmigo, quería a toda costa distraerme para que nos quedemos de vuelta en casa solos.

Era una muy buena propuesta, pero tenía que trabajar. Pero no podía ir a trabajar sin tomar mi dosis de café, por eso mismo voy a zancadas hacia ahí.

Me pongo en la fila lo más impaciente posible, me miro en la camara del teléfono y me acomodo el pelo perfectamente planchado, por suerte no había tanta gente, no era mucha, pero tampoco poca.

Pido para mí y para Enzo lo mismo, la cajera e cuanto está por darme las cosas que pedí para llevar se queda con la boca abierta mirándome, o mejor dicho, a quien tenía atrás.

Dirijo mi vista yo tambien hacia la misma dirección y estaba Enzo con su teléfono, sin siquiera enterarse de que estaba llamando la atención de todas las personas de la cafetería, y como si fuera poco, enrienda su brazo en mi cintura y la aprieta como de costumbre para ponerse al lado mío.

—¿Y para mí que pediste, amor? —hace puchero como si fuera un perrito, me besa la mejilla y yo abro los ojos bien en grande.

La cajera ya para estos momentos estaba rojísima, y como si fuera poco, muda.

—Nada porque sos un caprichoso.—miento, aunque lo último si era verdad, su vida era un capricho y para peor, yo le cumplía cada uno de ellos, al menos la mayoría.

Enzo se adelanta en cuanto ve que saco mi billetera para pagar, y le tiende su tarjeta a la cajera que mas o menos le temblaba la mano, pude percibir que tenía su teléfono preparado en la mano con la cámara, me dió cierta ternura, tendría unos dieciocho años y era super tierna.

Ella cobra y Enzo agarra las cosas con una sonrisa en la cara para darse la vuelta e irse pero yo le tomo la mano impidiendolo, vi como la cara de la chica tenía cierta desilusión al verlo irse, él era re distraído y no se daba cuenta de lo que causaba su presencia ni el nivel de popularidad que cargaba más en estos últimos tiempos, se creía uno más del montón pero lo que no sabía es que jamás pasaba desapercibido, todos en el lugar lo miraban.

—¿Querés que les saque una foto? —le pregunté a la chica con su vista baja, me miró rápidamente con un brillo muy particular en sus ojos, Enzo la miró y le sonrió otra vez, dándose cuenta recién ahora de lo que quería ella.

—Por favor.—pidió ella en un tono muy bajo.

No me importaba que vaya tarde al trabajo si era por esto, sabía lo que era tener una foto con alguien que admirabas, esa felicidad plena que tenés cuando mirás esa captura que se queda en tu corazón para toda la vida.

Enzo apoyó las cosas en una mesita y se puso cerca de ella, tomé el telefono que la chica me dió y les saqué la foto. Ella agradeció y Enzo me miró con un brillo tan especial en los ojos, en cuanto salimos de ahí él habló.

—Sos increible vos, Matu.—mi corazón comienza a latir rapidamente.

—Pero si yo no hice nada.—le digo en cuanto entro al auto y él también.

—Sh, hacés que se pierda la magia del momento diciendo eso.—me acaricia la cara y se relame los labios antes de besarme.

Se aleja y yo comienzo a hablar.

—Estaba pensando en ir a comer a algún lado hoy a la noche, pero va a estar lleno de cámaras.

—¿Y? ahora estamos juntos, es hora de hacerlo público.—dice como si nada mientras arranca el auto.

mundial ; enzo fernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora