26

2.2K 154 18
                                    

¿Causarle tanto daño a alguien? ¿Tal como me lo habían hecho a mí? 

No, no me iba a convertir en esa clase de persona, por más que Leandro diga todas esas palabras ya no tenían significado para mí, eran como palabras vacías, tiempo perdido que no iba a volver a gastar.

Tomo su mano de mi cintura y la alejo rápidamente, al mismo tiempo que corro mi cara hacia un costado y me alejo de él. 

—Basta Leandro.—lo fulmino con la mirada y él me queda mirando, sorprendido.

No dice ninguna palabra, tan solo ríe sin gracia, como si no creyera todo esto.

Él enserio creía que iba a volver con él, que iba a mandar todo a la mierda como una pendeja que no tiene noción de las cosas. Pero había pasado tiempo, me las arreglé sola, y esa necesidad de él había desaparecido, tenía a alguien que me dejaba ser y me enseñaba día a día a superarme, alguien que estaba cerca de mí y me acompañaba en todo momento.

Me acomodo mi vestido, al mismo tiempo que sentía como la furia invadía mi ser.

—¿Enserio pensás que yo voy a dejarlo a él? —me río.—Enzo es mi novio, Leandro. Aceptalo de una puta vez, aunque te duela.—tomo la manija de la puerta.

—Ese novio que tenés te reemplaza al otro día con una piba nueva Matilda, vos misma lo viste.

Suspiro, intentando mantener la poca calma que me queda.

—No va a pasar otra vez.—digo segura.

—Si vuelve a pasar, que es lo más seguro.—asegura.—Sabés quien arriesgó todo y te va a estar esperando.—se señala.

—Andate a la mierda, Leandro.—discuto y salgo de ahí, dejándolo con la palabra en la boca.

Camino rápido, sintiendo ese nudo en la garganta que me advierte que en cualquier momento me voy a poner a llorar, los ojos me pican y puedo sentirme como la persona más estúpida de todo el planeta.

Intento que nadie me vea en cuanto me quedo en el pasillo, que está medio oscuro, al mismo tiempo que llega alguien, intento fingir que estoy bien. No quiero que me vean así, mucho menos Enzo, quiero que él esté feliz, no quiero arruinarle la noche por algo como esto.

—¿Matilda? —me habla una voz dulce, levanto la vista y la veo a ella con su mirada de preocupación.—¿Que pasó? —pregunta directamente.

No puedo evitarlo, al verla a Antonela ahí frente a mí, preguntando que me pasaba con su voz tan dulce y a la vez tan preocupada, hizo que todo el esfuerzo de mantenerme estable se vaya por la borda.

—No...no me pasa nada, es una boludez enserio.—logro decir entre lágrimas, claramente ella no me cree.

—¿Querés que salgamos un ratito? —pregunta señalándome el patio de atrás, yo asiento con la cabeza.

—Pero que no me vea Enzo, no lo quiero preocupar.—logro decir y ella asiente.

—Tranqui, no se va a dar cuenta.—me toma de la mano y me guía hacia afuera, lo único que esperaba era que mi maquillaje siga bien y que la cara no me haya quedado desastrosa.

(...)

Una vez que me calmé, ella me mira, estabamos sentadas afuera, la noche era cálida y hermosa, tan pacífica como ella, que me miraba y acariciaba las manos mientras esperaba a que yo hable.

Antonela era tan paciente y buena, desde el primer momento que la conocí me di cuenta, el hablar con ella, pareciera que nos conociamos de hace años, como si fueramos amigas de toda la vida, siempre me trató de una manera tan buena, me incluyó en el grupo desde el minuto uno, y ahora mismo, conmigo así, no se sentía nisiquiera incómodo, al contrario, me sentía acompañada y para nada juzgada.

mundial ; enzo fernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora