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Enzo

— ¿Qué pensás? —le pregunto mientras veo como hace su café para según ella, "estar más despierta" yo le había dicho que vaya a dormir, que era tarde, pero se negó porque quería estar un rato más conmigo.

—Nada...—ella era tan transparente que se notaba a millas que había algo que la inquitaba, la miro esperando otra respuesta y ella suspira.—No quiero ser pesada.

Me acomodo cerca suyo, en frente a ella, estabamos en la cocina Matilda se había cambiado y ahora lucía su pelo mojado gracias a la ducha que se había dado, algunas gotas caían por su cuello y me distraían, al mismo tiempo que veía como su pijama se ajustaba a su cuerpo, no me había dado cuenta lo bien que le quedaba el rojo hasta que se lo ví puesto, y si era en un pijama, no me quería imaginar en un vestido ceñido al cuerpo.

Me vuelve loco, en todas sus facetas, me enloquece completamente y soy muy consciente de eso. No hay descripción de lo increíble y temeroso que era sentirse de esta manera.

—No estuve con nadie en estos dias, quería que lo sepas.—sus orejas toman un color carmín al mismo tiempo que su cara.

Sé exactamente por donde va la conversación, y todavía no sé como hacerle entender lo atrás de ella que estoy, y que no podría estar con nadie que no sea ella en estos momentos.

—¿Nadie? —le pregunto y ella asiente.

—Nadie.—afirma.—Para ser sincera, me la pasé pensando en vos.

En un día de estos ella y su sinceridad iban a hacer que yo me muera, sus comentarios así me dejaban helado y sin saber que hacer, parecía que le daban cosquillas a mi corazón, sensación tonta pero hermosa, si me escucharían mis amigos estarían descansándome todo el dia pero, ¿que importaba? así estaba por ella, por Matu.

—Escuchame bien, y quiero que esto te quede bien grabado, ¿si? —ella toma su taza entre sus manos y le da un pequeño sorbo, mientras yo posaba mis manos en su cara y la acariciaba.—Estoy para vos, estar con alguien más suena como forzoso, todo el tiempo estoy pensando en vos.

Poso mis labios en los suyos, tan delicadamente que siento que en cualquier momento me voy a desarmar de la ternura que siento.

—Estar con otra que no seas vos es algo que no me quiero imaginar.

—Me mató verte con otra.—me cuenta.

Y si, soy un pelotudo por haber hecho eso, pero me estaba haciendo cargo, no iba a haber una segunda vez que actúe tan inmaduramente.

—Y a mí estar sin vos.—le doy otro beso.

Matilda me abraza fuerte.

—¿Te puedo confesar algo?—asiento rapidamente en cuanto me pregunta eso.—El día que te conocí, el día que salieron campeones y viniste con la copa, sentí tantas cosas, no me pude olvidar de vos.

La quedo mirando y ella sonríe tímida.

—Actuabas re normal, y yo sentía que me moría en ese momento.—me muero el labio y ella me escucha atentamente.—Esa sonrisa que tenías, no me la olvido más.

Ese día le brillaban los ojos, pude notar un cierto rastro de lágrimas, quizá por la emoción de ese día, quizá por su papá, por todo.

—Cuando me agarraste de la mano y me llevaste a donde nadie nos veía...—recuerda.—Creo que nunca nadie me dejó con tantas ganas como vos, te quería matar.

Ahora el que ríe soy yo.

—Quería que se dé de una mejor manera Matu, entendeme.—le explico del por qué me fui ese día.—No quería solo un beso, sabía que si lo hacía no iba a parar más.

mundial ; enzo fernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora