2. LYSANDRA

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Capítulo II
❝ Sus días pasan
y motivos aparecen❞
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Lysandra no estaba acostumbrada a la idea de pelear. Alderaan era un planeta pacífico que encontraba placer en la belleza, en los muchos tipos de arte y sobre todo en la calma, pero la guerra era un asunto horrendo que terminaba por profanar incluso las más dulces almas de los niños inocentes, llegando hasta las fronteras de Alderaan, aunque fuera en el aspecto político donde estaba más presente.

Cuando su padre decidió que la llevaría al Senado cuando ella era una simple niña, él mismo le pidió al Capitán Raymus Antilles que le enseñara los aspectos más prácticos del uso de un bláster y las formas básicas de defensa propia.

En aquel entonces, Lysandra se había sentido aterrada incluso de tener el peso de un bláster balanceándose en su mano, creyéndose incapaz de considerar dispararlo alguna vez.

Ese había sido el pensamiento de una soñadora, cuyo miedo y objetivo de paz se habían mantenido por años.

Desde luego, su versión de hace años no habría esperado que su nave espacial intentaría ser asaltada por los Separatistas en algunos años, mientras se suponía que ella estaba llevando acabo una misión en la que buscaban poner a salvo a los refugiados.

Aunque el Tantive IV era la corbeta coreliana que la Casa Real de Alderaan, su familia, usaba como nave espacial diplomática, en los últimos meses había sido utilizada para transportar refugiados y alejarlos de las zonas de guerra, donde el caos total reinaba y su presencia solamente los colocaría en peligro.

Lysandra encontró bastante afortunado el hecho de que los Separatistas utilizaran droides como miembros de su ejército. Se volvía más fácil –moralmente– el dispararles sin sentir remordimientos reales cuando el momento llegaba.

También era bastante bueno que ella tuviera una buena puntería, como una habilidad secreta de la que no había sido consciente hasta que hizo uso de ella, a pesar de que había sido la primera vez.

Los Separatistas les habían sacado del hiperespacio. Usando un pozo de gravedad seguramente. Lysandra no estaba segura de cómo había sucedido, sólo que había sucedido y ahora se habían metido en un aprieto del que necesitaban zafarse, y rápido.

«Pelearemos si es necesario, pero ese no es nuestro objetivo».

El capitán no apreció su declaración y estaba deseando que Lysandra abandonara la nave y se dirigiera a Alderaan sin desatar más incidentes que la perjudicaran directamente. Él siempre había atribuido a la impetuosa juventud de Lysandra y a su espíritu desbocado su afición a tratar los obstáculos como si no fueran más que un mero juego, pero esta vez fue diferente. Éste era su deber.

      —Basta de eso, Capitán Antilles, nadie va a dejar a nadie. Juré llevar a estas personas a un refugio, donde estarán a salvo.

El pobre hombre podría intentar todo lo que quisiera que Lysandra dejara esta nave, pero eso era algo a lo que ella se negaba rotundamente a hacer sin antes completar su misión.

Su madre, la Reina de Alderaan, le había confiado la seguridad de todas estas personas cuando Lysandra accedió a tomar un puesto en su organización y ayudar a los refugiados de guerra.

Lysandra no podía defraudarla.

      —Mi prioridad debe ser su seguridad, Su Alteza. Ese es el juramento que le hice a su padre y que he mantenido desde que eras una niña.

Lysandra siempre había apreciado el cuidado del Capitán Antilles, incluso si lo hacía porque era su trabajo y deber, su dedicación era inquebrantable.

LIGHT A FLOWER ⸊ˎA. SkywalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora