22. ANAKIN

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Capítulo XXII
❝ Skywalker ❞
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En un momento efímero de su existencia, Anakin había experimentado la sensación de ser el individuo más afortunado de toda la galaxia. En cierto modo, sabía que aún lo era.

Incluso en la distancia, podía sentirla y quererla, y era perfectamente consciente de que incluso si otros lo habrían condenado por ello; no importaba, porque sabía que ella lo quería del mismo modo.

Se había regocijado de la cercanía una vez, todavía lo haría si las circunstancias fueran distintas. La presencia de Anakin en este lugar no era de ocio o gusto, y el conocimiento de la llegada de Lysandra al campo de batalla no se asentó cómodamente en su interior. La posibilidad de que Dooku estuviera al acecho era especialmente preocupante.

Una de las razones por las que había terminado por hacerse a la idea de que Lysandra estaba mejor bajo la protección del Maestro Windu era porque al menos bajo su cuidado no estaría corriendo tanto peligro, pero luego el Maestro Windu había decidido que debían aventurarse fuera del Templo Jedi en ciertos tiempos y viajar y llevarla con él y su Legión, entonces deseó que ella estuviera en cualquier lugar menos en el sistema de Ryloth.

Algunas semanas atrás, el camino de Anakin se había cruzado con el de Dooku. No había tenido el placer de capturarlo, por más que lo hubiera deseado. En medio de su cautiverio por una banda de piratas en Florrum, encontró consuelo en el acto de burlarse de Dooku junto a Obi-Wan. Eso, claro, hasta que Dooku había considerado oportuno restregarle a Anakin a la cara todas sus fallas y defectos, y su falta de cualidades.

Ese momento fue un punto de inflexión, como si las mareas del destino hubieran cambiado y una nube oscura hubiera descendido sobre el espíritu de Anakin. Dooku, con sus astutas palabras, había pelado las capas de la fachada de Anakin, revelando sus carencias e insuficiencias más profundas según él mismo.


—Serás la ruina de ella —había decretado el Conde, mirándole con su característica desaprobación, como si pudiera ver algo que Anakin ignoraba por completo.

Anakin ni siquiera había necesitado preguntar a quien se refería. No entonces y no ahora mientras lo recordaba en contra de su voluntad y deseo.

«¿Con qué derecho se atrevía el Conde a hablar de Lysandra?», había pensado Anakin amargamente. Peor aún; pretender que le importaba siquiera, como si Anakin fuera el mal mayor en la vida de ella.

—¿Yo? —su indignación se había desbordado, sin importarle si Obi-Wan decidiera prestarles algo de atención esta vez—. No soy yo quien intenta matarla o reclutarla al Lado Oscuro.

El antiguo Maestro Jedi ni siquiera había reaccionado ante Anakin, no mostraba ningún signo de desprevención, ni en su rostro inexpresivo ni en el tono medido de su voz.

—Todavía.

Todavía.

La palabra se sentía fría en sus recuerdos. Fría y aterradoramente preocupante. Pero se lo había guardado para sí mismo, como todo lo demás, sin ninguna oportunidad de hablarlo con nadie más.

No se lo había mencionado a Lysandra, ni eso ni cómo el Conde también le había dicho como él no era digno de ella. Una parte de él temía que Lysandra se diera cuenta de que Dooku tenía razón, y decidiera borrar esa oportunidad que le había dado.

LIGHT A FLOWER ⸊ˎA. SkywalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora