Pastel para aliviar el corazón roto▪︎1/2.

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Azotó las palmas en el mostrador mientras se mordía el labio para intentar ahogar sus ganas de gritar. Estaba que lo llevaba el diablo y solo quería un maldito reembolso, ¿por qué no podían entenderlo?

Sin duda estaba teniendo el peor día de su mes, es más, quizá el peor día de todo su año.

—Lo sentimos, señor Midoriya,  ya le dije que no podemos reembolsar el dinero solo por que su boda se canceló al último momento—explicó con paciencia el pelirrojo que se encargaba de atender la pastelería—. Lamento que su compromiso se disolviera el día de su evento, realmente lo siento mucho por usted y puedo ofrecerle mi compañía si necesita a alguien con quien hablar, pero por más que lo desee, no puedo aceptar el pastel de vuelta.

—Es que no me estás entendiendo—insistió, apretando los puños con fuerza—. Me engañó, me traicionó, ¿de acuerdo? Estaba a punto de dar subir al altar cuando me enteré de todo. No puedo deshacerme de un pastel para cien personas, así que necesito devolverlo y obtener algo de mi dinero de regreso... ni siquiera demando que sea todo, solo quiero recuperar algo de lo que he perdido.

Su voz se cortó por el nudo amargo que acababa de formarse en su garganta. Respiró profundamente y cerró los ojos un momento para intentar calmarse aunque sea un poco.

Pero estaba destrozado.

Casi tan destrozado como su traje color hueso que había comprado especialmente -y lleno de ilusión- para ese día, pero que ahora estaba lleno de suciedad ya que no había podido cambiarse al prácticamente correr a todos lados intentando deshacerse de todo lo que con meses de esfuerzo y amor había preparado. La diferencia entre él y el traje es que este último quedaría como nuevo luego de mandarlo a la tintorería y él no.

—Diablos...—El pelirrojo se quejó mientras se rascaba la nuca. Él siempre había sido débil cuando de ver a las personas tristes se trataba, pero aunque tuviera toda la intención de ayudarlo, un pastel de cien personas representaría una pérdida significativa para el negocio y, de por sí, su colega y amigo no era el más flexible cuando de perder dinero se trataba; además, aunque tenían buenas ventas, el negocio era relativamente nuevo, por lo que no podían darse el lujo de perder si apenas estaban encaminados a recuperar la inversión inicial—. Déjeme hablarlo con mi colega, y tratar de buscar una solución, pero no le prometo nada, él es algo...

—¡Maldición, Kirishima, es hora de cerrar y parece que estás muy cómodo aquí perdiendo el jodido tiempo!

—especial...

La puerta que separaba el área de ventas de la cocina se abrió, dejando ver a un tercer hombre que, a diferencia de los otros dos, lucía un mandil manchado de colorantes de cocina y una mirada que intimidaría a cualquiera. No había que tener un IQ de 200 para saber que se trataba del repostero estrella del local.

—Estaba a punto de hacerlo—ahora se dirigió al recién llegado—. Pero el cliente del pastel de bodas de hoy está aquí pidiendo un reembolso.

—¿Ah?—¿Acaso había oído bien?, ¿Kirishima había dicho "reembolso"?—. Dile que eso no es posible y punto.

—Es lo que le dije, pero...

El sonido agudo de un celular sonando interrumpió el intercambio de palabras, obligando al recepcionista a bajar la mirada al su dispositivo que reposaba sobre el fino cristal del mostrador.

—Es Denki, vuelvo en seguida, mientras hablen ustedes.

—Encárgate de cerrar las cortinas de una buena vez.

El de dentadura afilada asintió y se marchó para contestar de inmediato en un sitio más alejado de los oídos ajenos. Hasta ese momento fue que el Katsuki, que ahora estaba algo desconcertado y fastidiado, decidió encarar y ver bien al cliente que había llegado buscando un reclamo.

Historias Katsudeku/DekukatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora