Pastel para aliviar el corazón roto ▪︎ 2/2

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—Escucha, Bakugou-san, yo no quería que...

—¿De verdad ibas a casarte con alguien con quien sólo llevabas tres años de relación?—interrumpió, alejándose lo suficiente para bajar el resto de cortinas de la tienda y echar candado a la entrada principal.

En el proceso, no pudo evitar reparar en todo lo que acababa de suceder y cuestionarse por qué saltó a ayudar a quien ni siquiera conocía. Sin duda esa noche había sido la más extraña y espontánea de todo su año.

—Realmente lo amaba—se explicó, bajando la voz y tomando asiento en la primer mesa libre que encontró. Luego de la descarga de adrenalina y furia su cabeza comenzaba a torturarlo con un dolor insoportable.

Además, llevaba alrededor de diez horas sin comer y el desvelo por los nervios comenzaban a pasarle factura.

Estaba odiando a la vida muy fuerte en ese momento.

—Bueno, al menos demostró que era un idiota desde el inicio y no cuando llevarán diez años de casados.

El de pecas no sabía en que momento el pastelero terminó dándole una especie de charla motivacional, pero se sentía reconfortado y, por primera vez en la noche, realmente escuchado.

—Lo peor es que ni siquiera lo descubrí por mi cuenta. Una amiga de su amante, Utishimi Camie, me buscó desesperadamente durante la mañana y parte de la tarde sólo para contarme lo que sabía y evitarme una decepción.—Suspiró y se recargo en la mesa. La superficie estaba fría, pero era lo de menos—. Si de algo me arrepiento es de no haber intercambiado contacto con ella antes y haber gastado miles de yenes en esto.

—Vaya, tal vez deberías darle una recompensa a esa tipa, no cualquiera tiene las agallas de decirlo a sabiendas de que se arruinara un matrimonio—comentó con un deje jocoso. Ahora su intención era amenizar el ambiente y presentarse como era debido ante el peliverde que conoció apenas media hora antes pero del que ya había fingido conocerlo de por vida solo para ayudarlo—. Son casi las diez noche pero algo me dice que seguramente eres bobo y no has comido nada, así que ordenaré algo de comer y tú te quedarás ahí sentado hasta que llegue el servicio.

—¿¡Ah!? ¿Cómo sabes que no he comido? ¿Y hace un rato no querías que me fuera?

—Pareces un zombie elegante y sucio, además de que pareces el tipo de persona que se encasilla en hacer las cosas y se deja a sí mismo de lado.—Observó a Izuku abrir y cerrar la boca sin saber que decir—. Con respecto a lo otro, aún tenemos que pensar que diablos haremos con el jodido pastel.

El pecoso se puso de pie de inmediato por la sorpresa y en su rostro dejó iluminar la sonrisa más sincera de toda su noche. La calidez del agradecimiento se esparció por todo su cuerpo, provocando una sensación agradable.

—¿¡Estás hablando en serio!?

—Tsk, sí, idiota, yo jamás miento—replicó, tomando su teléfono del bolsillo y buscando la aplicación de comida a domicilio—. Pensaba en quizá venderlo por rebanadas, pero vender cien antes de que se eche a perder suena como un jodido reto.

—Jamás mientes pero hace un rato le mentiste a la perfección a Shouto—señaló—. Te juro que por un momento me hiciste pensar en si nos conocimos antes o no.

—Ah, eso...—Se tomó una pausa para verlo fijamente, aunque sin mirarlo realmente. Ver y mirar no es lo mismo, nunca lo ha sido—. Aquello sí pasó pero no contigo, si no con otro idiota, así que sólo le puse tu nombre a la situación y lo adapté al momento y listo.

El de mirada verde no pudo opinar nada, pues parecía que aquello generaba alguna emoción en el rubio y prefería no escarbar en donde no le correspondía, así que se devolvió al asiento y recargo la cabeza de nuevo en la superficie helada.

Historias Katsudeku/DekukatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora