«Joder, joder, joder, joder». Era lo único que pensaba mi cabeza esa mañana. ¿Por qué Addison tenía que aparecer siempre en los peores momentos? No le había importado nada en absoluto hablarme delante de Vanesa. Se había tomado el lujo de vernos a lo lejos en el Ambrosía y acercarse. Podía simplemente habernos visto e irse a casa pero no, tuvo que acercarse para hacerme saber que nos había pillado. Tal fue su ego y su sensación de derrota al verme así con la becaría que tuvo que hacerlo.
No pude concentrarme en todo el rato que estuve trabajando. Los dedos estaban temblorosos y no acertaba a darle a las teclas por lo que la mayoría del artículo que estaba escribiendo me salía tal que así: «Nuestras ventajwirneforger origjegwrk». El nudo del estómago estaría conmigo durante varios días o semanas o meses. ¿Querría Addison cenar conmigo después de lo que vio? Estaba claro que por mucho que le dijera que no había pasado nada entre nosotras no me creería. Álvaro pasó con la cabeza gacha por el ventanal de mi despacho cuando siempre pasaba mirando con desprecio.
¿Avergonzado? ¿Álvaro? ¿El idiota de Álvaro?
Increíble.
Me tomé tiempo en buscar artículos estúpidos de cómo hacer que tu jefa te crea, pero no saqué ninguna conclusión. Y la vista se me nubló cuando vi la cara de Vanesa parada en el marco de la puerta.
—No, no, no —me levanté de un salto y me dirigí a ella—. No puedes estar aquí.
—¿Qué pasa? ¿Ahora tengo prohibidas las visitas?
—Si te ve aquí la liamos. Seguirá pensando que tenemos algo —suspiré. Estaba atacada. Un mar de ansiedad dentro de mis venas—. Me va a costar horrores hacerle creer que entre nosotras no hay nada.
—Vaya... vamos a tener que tener algo para que tenga un motivo sólido para enfadarse —bromeó.
La miré frunciendo el ceño.
Un comentario un tanto... peculiar viniendo de Vanesa.
—Será mejor que no nos veamos esta mañana —afirmé—. Si necesito algo te escribo, ¿vale?
—Está bien.
—Y lleva cuidado —susurré—. No quiero que te caiga otra bronca como la del otro día.
—No me gustaría.
—Joder... —apreté con fuerza el entrecejo—. Se están complicando las cosas.
—Te recuerdo que Álvaro cree firmemente que estamos juntas también.
Suspiré.
—Joder, joder. No me lo recuerdes. No pasa nada. Todo estará bien. Lo importante es que tú estés bien y no te pase nada en el trabajo.
—Lo mismo digo.
—Cualquier cosa, me llamas.
—Está bien —esbozó una sonrisa como si de repente la oficina se hubiera convertido en lo más interesante del planeta. Como si le encantara tener que ir escondiéndose o fingiendo (en el caso de Álvaro) ser mi novia o algo por el estilo.
Por más que quise concentrarme esa mañana, no pude.
Addison enfadada, Álvaro pensando que tenía algo con Vanesa, Vanesa comportándose de una manera un tanto extraña. Mi cuerpo era un volcán de sensaciones. Sentía que iba a explotar de un momento a otro y si explotaba sería gritando, tirándome de los pelos y vomitando en el baño.
Me desconcertó la aparición de la jefa en el Ambrosía. Ella nunca había estado allí, ¿por qué estaba un martes a las tantas de la madrugada? No tenía sentido. ¿A parte de los viernes también salía de fiesta entre semana? Recordé su look. No llevaba su chaqueta vaquera, ni iba sport como acostumbraba. Lucía un vestido color rosa y unas coquetas sandalias. ¿Su hambre de sexo la llevó hasta allí? ¿Por qué se fue de esa manera después de decirme aquello? Era como si hubiera ido al local solo para verme en actitud cariñosa con Vanesa, echarme la bronca e irse.
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Addison Lane
RomanceAbby es una joven de veinticinco años que ha conseguido un buen puesto en una gran empresa de publicidad. Addison es su jefa pero... ¿ya se habían visto en alguna parte?