—¿Qué ocurre?
Keith se repitió una vez más que debía mantener la calma; sí, una vez más, ya que la ausencia de Izan cuando había salido de la ducha le había descolocado bastante y encontrarlo reunido con sus amigos le había molestado aún más. O simplemente le había enfurecido la manera de reaccionar que habían tenido todos al verlo. ¿Tan complicado era tratar de hablarlo con él directamente si había algún problema?
Keith dio varios pasos hacia él, ignorando la rigidez de la actitud de Izan pero sintió como le crispaba verlo de esa manera. Por un momento, la reacción atrevida de Izan de la noche anterior le había hecho creer que habían avanzado un poco en... ya fuera la relación que tenían, pero ahora comenzaba a tener sus dudas. Posiblemente sólo él había disfrutado de lo ocurrido entre ellos y se sentía enfermo sólo de pensar que había creído, mientras se duchaba, que tal vez lo que sentía por aquel imbécil era algo más que una simple atracción física, o era un deseo bastante enfermizo, ya que en ese momento no podía quitarse de la cabeza la sensación de estar dentro de aquel cuerpo.
—¿Qué ocurre de qué?
Keith no se dio prisa en responder, suspiró y se detuvo frente a él, una vez mas recordándose que debía controlarse y no comenzar a zarandearlo tal y como le apetecía hacer en ese momento.
—Si tienes algún problema conmigo, ¿no crees que deberías acudir a mí directamente?
—¿Quién dice que tengo algún problema?
Izan se cruzó de brazos caprichosamente.
Keith respiró con fuerza. Si seguía tratando de razonar con él simplemente empeoraría la situación. Izan se había puesto alerta nada más verlo y sabía que seguiría negándolo. Despacio, levantó una mano y alcanzó la parte de atrás del cuello de Izan, enredando con los dedos los bucles rubios del cabello que caía hasta allí. Podía sentir la rigidez del cuerpo de Izan pero suponía que no era un rechazo si no se había apartado. ¿Qué le preocupaba entonces para que hubiera salido mientras no estaba en busca de sus amigos? La falta de comunicación era desesperante, pero tratar de hablar con aquel chico era una pesadilla. Keith inclinó la cabeza hacia él y se quedó completamente inmóvil y en blanco al percibir el olor que emanaba del cuerpo de Izan.
—No... te has duchado —soltó sin pensar, notando como su propio cuerpo se ponía rígido.
No, claro que no se había duchado. Cuando se despertó, Izan parecía estar dormido y Keith se había deslizado al baño a tomar una rápida ducha primero, pretendiendo no despertarle, peo cuando había saldo, Izan ya no estaba en la habitación y suponía que había ido directamente a buscar a sus amigos.
—¿Qué...? —Izan le lanzó una furiosa mirada cargada de horror y se apartó bruscamente, sonrojándose de vergüenza—. Entraste tú primero, ¿recuerdas? Iba a hacerlo cuando salieras.
Izan se movió hacia la puerta, de pronto con urgencia, sin que el rubor se borrara un segundo de su piel, pero Keith lo detuvo agarrándolo del brazo e hizo que Izan girara la cabeza hacia él para mirarlo, unos ojos cargados de odio y reproche. Keith suspiró. Vale, esta vez sí había sido su culpa. No había sido lo más sensato decirlo en voz alta y menos haciendo que se interpretaran sus palabras de una manera tan errónea. Era cierto que Izan olía a sudor, algo que se entremezclaba con los restos del perfume que usaba a diario, pero sobre todo, Keith percibió el olor que había impregnado la habitación y sus cuerpos mientras tenían sexo.
—No me refiero a eso —dijo suavemente a modo de disculpa, acercándose nuevamente a él hasta inclinar la cabeza y hundir el rostro en su cuello, respirando con fuerza mientras acariciaba la piel con la nariz. Una vez más, Izan se puso tenso pero no se apartó—. Me excita.
Aunque parecía complicado, el cuerpo de Izan se puso aún más rígido.
—Eres un cerdo.
Keith sonrió y se apartó para volver a mirarlo. Los ojos ya no le devolvían la mirada con hostilidad pero seguían recelosos y sus mejillas no habían perdido el color. Dejándose llevar, inclinó la cabeza y rozó suavemente sus labios, agradeciendo que Izan entreabriera los labios para permitirle deslizar la lengua entre sus dientes y lo besó dulcemente, sin prisa hasta que sintió el impacto de una mano sobre su pecho, apartándolo. Keith miró a Izan confuso, pero el chico había entrecerrado los ojos y lo miraba con un brillo malicioso.
—Como sea, ya que apesto —siseó con un nuevo tono de reproche en la voz—, me iré a dar una ducha.
—Ey —musitó Keith, incrédulo. Era tan difícil saber lo que pasaba por la cabeza de aquel chico...
Izan lo ignoró y se acercó hasta la puerta, abriéndola, peo se detuvo antes de marcharse.
—¿Por qué no vamos esta tarde de compras?
—¿De compras?
—Necesito unas nuevas zapatillas y alguna camiseta.
Keith enarcó una ceja. ¿Necesitar? Tenía una gran colección de calzado por no hablar de la cantidad de ropa nueva de marca que había visto en su armario. ¿Necesitaba? ¿Hablaba en serio?
—¿Por qué no?
De todas formas, ya había sabido desde el principio que aquel chaval era un maldito niño rico. ¿Y no era un avance que fuera él quien lo hubiera invitado a salir?
—Espérame fuera. Estaré listo en un momento.
Keith asintió con la cabeza y esperó a que Izan saliera para desviar la mirada y hacer una mueca, echando un vistazo alrededor y observando la estancia en la que se encontraba. Para ser también parte de la casa de Drew, era nuevamente un lugar muy normal.
—De compras... —No era como si no le apeteciera salir con Izan y cuando había ido de compras con sus amigos había terminado en una velada divertida, aunque sospechaba que no iba a ser ni en los mismos lugares ni en la misma atmosfera... ni para qué se engañaba; hubiera preferido quedarse allí encerrado en la habitación todo el día con él. ¿De verdad había creído que si se acostaba con él terminaría esa enferma obsesión por él? Keith se echó a reír, llevándose una mano a la frente—. Este tío es malditamente adictivo.
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Espero que el siguiente sea más rápido :) Gracias por leer, votos y comentarios ^^
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El camino del amor (chico x chico)
Teen FictionKeith, un chico orgulloso y atractivo, se ve envuelto en una tortuosa relación de odio con Izan, el hijo del marido de su madre. Los dos se odian desde el primer momento que se ven, chocando en personalidad y en las raíces a las que pertenecen, prov...