Capitulo 32

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Izan giró el volante con fuerza y condujo por el patio de la casa, aparcando el coche delante de la puerta. Llevaba tiempo que había cogido esa costumbre, sin molestarse en dejarlo en el garaje y esperó a que Keith se bajara primero, sin borrar la expresión molesta ni tratar de hacer algo con el incomodo silencio que se había creado tras la última tienda a la que habían estado.


Aunque reconocía que su actitud no había sido la más madura, Izan se negaba a admitir su parte de culpa. Y mucho menos se negaba a aceptar que su complaciente satisfacción por la manera que habían tratado a Keith en cada una de las tiendas a las que habían entrado, tachándolo de delincuente, siguiéndolo y presionándolo y hasta murmurando que debía tratarse de alguno de sus sirvientes -incluso había oído la alternativa de que pudiera ser su chofer-, se hubiera convertido en una desagradable sensación cuando las risitas burlonas de las dos dependientas de la última tienda, tras comentar de manera despectiva la ropa tan vulgar que llevaba, habían comenzado a desviar su conversación hacia otros aspectos de Keith muy lejos del tema de la ropa.


-Pero que quieres que te diga, yo tampoco tendría ningún problema de contratarlo.


Las risitas habían sido muy diferentes en esta ocasión e Izan había dejado de moverse en el probador, moviendo la tela de la puerta para echar un vistazo a las dos mujeres, en el otro extremo, sin apartar la mirada de la espalda de Keith que seguía inmóvil, con los brazos fuertemente cruzados sobre el pecho y la mandíbula tensa e ignorando deliberadamente a los dos guardias de seguridad que no trataban de disimular su vigilancia sobre él.


-Es guapo -admitió la otra.


-Más que guapo... esas pintas de salvaje hace que me pregunte como sería en la cama.


Las dos volvieron a reír e Izan sintió un espasmo de rabia clavando una vez más la mirada en Keith. Llevaba unos pantalones desgastados negros y una cazadora vaquera sobre una camiseta también negra. Por mucho que lo mirase no veía nada destacable, era tan simple... nada por lo que explicase esa rabia que sentía.


-¿Crees que pasará algo si me acerco?


-¿Que te muerda? -sugirió la otra con voz sugerente.


-No tendré esa suerte.


Las dos se echaron a reír e Izan abrió bruscamente la puerta del probador, sobresaltando a las dos mujeres; recogió los pantalones que se había estado probando y se los pasó a las mujeres sin mirarlas, quienes estuvieron a punto de dejarlos caer.


-¿Le han gustado? Tenemos otros...


Izan se alejó, ignorándolas y se acercó a Keith, quien no cambió su expresión al verlo.


-¿Has terminado?


Era tan obvio que quería irse... La situación hubiera seguido satisfaciéndole si no hubiera sido por aquellas dos... Una palabra pasó por su mente y se quedó completamente helado, lanzándole una mirada de reprobación a Keith que respiró ruidosamente y desvió la cabeza. Izan miró hacia su izquierda, cada vez más enfadado y comprobó que las mujeres seguían observándolos con curiosidad, manteniendo la ropa que él les había dado en las manos y poco a poco la apartó de ellas, mirando a su alrededor y terminó cogiendo la primera camisa de un color gris claro y unos pantalones de Galliano que había pasado por alto la primera vez porque llevaba un par de años que no compraba nada de ese diseñador y se lo pasó a Keith.

El camino del amor (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora