Keith apartó el brazo que descansaba sobre su pecho con cuidado de no tocarlo demasiado. Odiaba esa parte del día y en esa ocasión, detestaba también a la persona con quien había pasado la noche. La chica dormía profundamente, con todo el cabello rubio sobre la cara. Sin dedicarle más tiempo del que habitualmente concedía a ninguna chica, apartó las sabanas y se vistió deprisa. En otras circunstancias se hubiera permitido darse una rápida ducha antes de irse, pero en esta ocasión, más que en otras no quería estar allí cuando Jennifer despertara y tampoco consideraba una opción llegar tarde al inicio de las clases.
Cuando salió de la habitación, Keith se aseguró de no encontrar a nadie por los pasillos y se dio prisa en llegar a la casa del marido de su madre. Cuando abrió la puerta y comprobó que aún faltaba hora y media para el inicio de las clases, respiró más tranquilo. Incluso le daba tiempo de darse una ducha...
—¿Dónde has estado?
Keith giró la cabeza sorprendido, aunque la impresión no duró demasiado. Había esperado aquello en el momento que aceptó subir al coche de Jennifer, aunque no había imaginado que fuera tan pronto. Se dio completamente la vuelta y se enfrento a Izan. Por mas vueltas que le daba no conseguía comprender que relación tenia Izan con esa chica; aparte de ser una zorra no era tan buena en la cama como sus insinuaciones daban a entender. Había sido un polvo más y no de los mejores. Ni siquiera le había aportado el descanso reparador que buscaba durante esos encuentros sexuales, así que al final había sido un mal polvo sin ningún beneficio significativo para su salud. Sólo variaba el lugar.
—¿Ahora debo darte explicaciones de lo que hago o a donde voy?
Izan se apartó de la pared.
—¿Has estado con ella?
¿Se habría acostado con ella en alguna ocasión? Era bastante lamentable creer que se había quedado tan enganchado por alguien como Jenny, pero, por supuesto, allá cada cual con lo suyo... aunque... Keith dejó caer la mirada sobre el rostro crispado de Izan. Su piel fina y pálida, su cabello ondulado rozando ligeramente su cuello delgado, tan delgado como su cuerpo, escuálido, prácticamente frágil, delicado. Le resultaba muy difícil imaginárselo haciendo nada encima de una mujer; le resultaba más aceptable el recuerdo de Izan arrodillado entre sus piernas...
Keith se quedó congelado, demasiado impactado para notar los movimientos de Izan hasta que el chico lo agarró furioso de la camiseta y mantuvo su mirada a pocos centímetros de su rostro.
—¡Te has aprovechado de ella!
Keith lo miró aún sorprendido y apartó su mano de un tirón, empujándolo hacia atrás con facilidad.
—¿Cuál es tu problema? —gruñó molesto—, no te obsesiones, si tanto te molesta quien se folla a tu novia, átala con correa.
Izan abrió mucho los ojos y sus labios temblaron ligeramente, después volvió a agarrarlo de la camiseta y lo empujó, golpeándolo contra la pared. Tenía la respiración agitada y un ligero silbido salía de sus labios.
—¿Cómo te atreves?
—Y sobre todo deberías ajustársela en los pies, porque parece tener mucha facilidad para abrir las piernas a cualquiera, incluso a alguien como yo —El rostro de Izan comenzaba a teñirse de rojo y respiraba cada vez con más fuerza—. O tal vez sea tu problema —añadió cruelmente, agarrando la esquelética muñeca de Izan para quitar su mano de la camiseta—, ya que si tienes la boca ocupada en otras cosas, no puedes dedicarle la atención que está gritando.
ESTÁS LEYENDO
El camino del amor (chico x chico)
Novela JuvenilKeith, un chico orgulloso y atractivo, se ve envuelto en una tortuosa relación de odio con Izan, el hijo del marido de su madre. Los dos se odian desde el primer momento que se ven, chocando en personalidad y en las raíces a las que pertenecen, prov...