Izan se paseó de un lado a otro de la puerta por décima vez desde que Keith había salido con Miranda afuera mientras la acompañaba unos instantes, el tiempo justo que su padre tardaría en sacar el coche del garaje y recogerla.
Desde que había tenido tiempo de pensar y comprender que la marcha de su padre dejaba a Keith y a él solos en la enorme casa se había sentido intranquilo e impaciente. ¡Y la culpa de que él se sintiera así la tenía ese impresentable!
Se detuvo frente a los cristales y apartó un poco la cortina para mirar en el exterior, comprobado que Izan y Miranda seguían fuera y se apartó de nuevo, reanudando su insidioso paseo de arriba abajo por la entrada hasta que escuchó un movimiento al otro lado de la puerta y se detuvo bruscamente, apoyándose en la pared y dio la espalda a la puerta, girándose indiferente cuando la puerta se abrió débilmente y Keith entró, sorprendiéndose de verlo allí quieto, pero giró rápidamente la cabeza.
—Simplemente, diviértete —dijo Keith en un tono de voz irritado.
—¿Estarás bien?
—Perfectamente, y ahora vete, no le hagas esperar.
—Vale, dame un beso.
Keith se inclinó para besar la mejilla de la mujer que podía distinguirse a medias entre la puerta y el patio y sonrió al verlo allí parado. Izan se puso en guardia y se apartó un poco de la pared.
—Adiós, Izan.
—Adiós... Buen viaje...
Miranda se despidió una vez más de su hijo y una vez más de él con la mano antes de alejarse por la entrada. Keith cerró lentamente la puerta y se giró.
—¿Qué?
Izan alzó la cabeza e hizo una mueca.
—¿Qué de qué?
Keith se apartó de la puerta y se acercó prudentemente hasta él. Tenía el ceño fruncido y era imposible saber lo que estaba pensando en ese momento. ¿En qué pensaba la gente como él?
—¿Quieres algo...?
—¿Cómo qué?
Izan se cruzó de brazos, exasperado. Era tan irritante... Siempre tenía esa actitud de prepotencia y si venía de alguien de su clase le molestaba aún más. Oh, bueno, acababan de quedarse solos en casa... en su casa, por supuesto, y la atmósfera empeoraba por momentos por culpa del impresentable... ¿De verdad planeaba quedarse ahí quieto mirándolo?
—Nada, supongo.
¡Insoportable!
Izan bufó y giró la cara, molesto, después levantó la mano hacia Keith que la miró un segundo antes de mirarlo a él.
—Los libros.
—¿Qué pasa con ellos?
—Dámelos.
Keith lo miró fijamente un momento y cuando él levantó la cara para fulminarle con la mirada, desvió la mirada hacia otro lado.
Izan volvió a bufar.
—Están perfectamente donde están ahora.
Pero, ¿qué...?
—Ahora, dámelos.
¡Era increíble! ¿Cómo se atrevía a negarse?
—No —Keith suspiró y volvió a mirarlo—, oye, ¿por qué no simplemente te olvidas de los libros y hablamos... un rato?
—¿Hablar? ¿De qué?
—Drew dijo que...
Izan se crispó y cambió la postura de la mano que tenía alzada, casi rozando el perfecto pecho de Keith y lo apuntó con un dedo.
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El camino del amor (chico x chico)
Novela JuvenilKeith, un chico orgulloso y atractivo, se ve envuelto en una tortuosa relación de odio con Izan, el hijo del marido de su madre. Los dos se odian desde el primer momento que se ven, chocando en personalidad y en las raíces a las que pertenecen, prov...