Keith no se molestó en mirar al chico que seguía al otro lado, volvió a inclinar la cabeza y hundió una vez más su lengua en el interior de la boca de Izan, empujándola con tanta urgencia que notaba la presión que su propio cuerpo ejercía en la del otro chico que terminó apoyándose en el suelo con la manos para no ceder hacia atrás.
Cuando finalmente se apartaron., Keith notó el aire y los movimientos del chico de la derecha, levantándose y hasta escuchó sus pisadas alejándose. En algún momento estaba seguro haberlo oído decir algo, pero no necesitaba escuchar nada; sólo importaba el torrente de emociones que le invadía y de la misma manera, sin pensar, alargó la mano y acarició el brazo de Izan, subiendo lentamente sin dejar de mirarlo y volvió a besarlo, desviando sus dedos hacia su pecho, notando una débil resistencia de parte de Izan que trató de detener el avance de sus dedos bajo su camiseta sin dejar de besarlo, inclinando el cuerpo más hacia él y deslizó una pierna sobre las de Keith, prácticamente sentándose en su regazo.
—No es mi intención molestar, lo juro —Keith abrió los ojos de golpe y se apartó de mala gana de los labios de Izan cuando él también se alejó, girando a la misma vez que él la cabeza para ver a una sonriente Drew en lo alto de las escaleras.
Desde donde se encontraba —y, por supuesto sin ningún pudor—, se podía distinguir claramente el transparente y estrecho tanga que no llegaba a tapar ni lo básico de para lo que servía.
—¿Qué? —gruñó Izan de mal humor.
Los dos seguían en la misma postura y la mano de Izan se mantenía firmemente sujetando la que Keith se resistía en apartar de su pecho.
—No es que me importa que os lo montéis en mi jardín, por supuesto....—por unos segundos pareció distraída y después, como si volviese a acordarse de ellos, los volvió a mirar y se agachó a su lado, manteniendo un tono confidencial—, pero, ¿no preferís un lugar un poco más cómodo para la ocasión? Pregunto, vamos, pero si lo que os pone es el jardín, adelante, puedo sacaros una manta...
—¿Una habitación?
—Sí, una habitación —Drew sonrió, pero ninguno de los dos dijo nada y la sonrisa de la chica comenzó a borrarse lentamente—. Ey, tranquilos, es una simple habitación vacía, una cama... ya sabéis, con alguna que otra sorpresa en el primer cajón del mueble de la derecha —Y volvió a callarse, terminando de borrar completamente la sonrisa cuando los dos continuaron en silencio—. Vale, de acuerdo, no hay nada extraño, hasta tiene pestillo por dentro para que la cerréis y no pueda entrar nadie —y como si esperase que volvieran a estar en silencio, añadió irritada—: y tampoco tiene cámaras.
—¿Cámaras? —Keith frunció el ceño.
A ese punto, a Keith ya ni le extrañaba oír aquello de esa gente; lo que le sorprendía era que de todo lo que había sospechado del ofrecimiento de Drew, no se le ocurriera la posibilidad de que hubiera cámaras.
—Sí —la chica se encogió de hombros—, algunas veces me gusta grabarme con Peter y después las vemos en una sesión de cine. —Cine porno, sin ninguna duda. Keith hizo una mueca y apartó la cabeza, sin muchas ganas de continuar esa conversación—. Aún guardo las mejores, si las necesitáis puedo prestároslas para que os ponga a tono...
Keith respiró ruidosamente, pero antes de que pensara en responder algo, Izan se levantó bruscamente, separándose de él y tirando de la mano que aún mantenían juntas y le obligó a levantarse.
—¿Dónde está la habitación? —preguntó, haciendo que Drew también se levantara y lo mirara sorprendida al igual que Keith.
Posiblemente Drew estaba tan sorprendida como él porque se limitó a mirar a Izan como si lo viera mal, en silencio; después lentamente dibujó una socarrona sonrisa, levantando la cabeza para mirarlo por encima del hombro de su amigo.
—Debes ser muy bueno besando, ¿eh?
—Estabas mejor callada —soltó Keith, dándose cuenta la rapidez con la que Izan había soltado su mano ante el comentario de la fulana.
—Os enseñaré la habitación —Drew le sonrió una vez más a él y Keith decidió morderse la lengua y desvió la cabeza para reprimir los impulsos de responder a las provocaciones de la mujer.
Y comenzó a caminar al interior de la casa, sorteando a la agrupación humana que se encontraba por la casa en todo tipo de actividades, Keith vio de todo y decidió no pensar demasiado en ello. No se consideraba un santo precisamente, pero aquello que se cocía en ese lugar lindaba peligrosamente lo que él consideraba normal; incluso racional. Era como una secta de adictos sexuales en busca de pareja para copular durante toda la noche y experimentar con las drogas más chic del mercado. Era de locos, sí, y ahí estaba él, subiendo detrás de un chico insoportable que lo había vuelto loco desde el primer momento que lo vio... aunque esa locura inicial había degenerado bastante hasta convertirse en lo que era en ese momento.
—Es esta.
Drew abrió la puerta de una de las habitaciones de la primera planta y entró primero, dejándolos pasar después. Para ser un ofrecimiento de esa mujer, a Keith el interior le pareció exageradamente normal. Una cama amplia, una puerta hacia un vestidor tal vez, varios muebles en conjunto cerca de la cama. Al lado de un cómodo sillón había una lámpara de pie y una mesita redonda, muy cerca de la ventana.
Keith apartó la mirada de la habitación y miró a Drew, quien los observaba con una sonrisilla en los labios y tenía la llave de la puerta colgando entre sus dedos. Por un instante Keith creyó que iba a decir algo sobre ella, pero pareció pensárselo y tiró la llave sobre la cama, como si de pronto hubiera pensado que si seguía con ella ninguno de los dos trataría de cogerla.
—Yo me voy —dijo, acercándose a la puerta y prácticamente sacando medio cuerpo por ella—. Sentiros libres de hacer con la habitación lo que más os guste. Si queréis alguna sugerencia... —Drew amplió la sonrisa cuando Keith le lanzó una furiosa mirada de advertencia para que mantuviera la boca cerrada. Desde que habían entrado a la habitación, Izan se había acercado hasta la cama, con la cabeza en alto, dando la espalda a todos y el cuerpo completamente rígido. Keith estaba seguro que si lo tocaba en ese momento se erizaría como un gato y saldría huyendo después de arañarle—. Como sea —continuó Drew, guiñándole un ojo—, tenéis algunas cosas divertidas en ese cajón. —Señaló con un dedo uno de los muebles—. Disfrutadla..
Y cerró la puerta suavemente, dejándolos solos en una situación que Keith hubiera preferido evitar. ¿Por qué no simplemente podían haber continuado en el jardín? Frustrado se frotó con fuerza el pelo. ¡Era estupendo! ¡Un tiempo en esa compañía y ya comenzaba a razonar como Drew!
Pero para su sorpresa, Izan fue el primero en moverse. Se inclinó para coger la llave que Drew había dejado en la cama y se dio la vuelta, sin mirarlo, y cruzó la habitación hasta detenerse frente a la puerta y la cerró con llave, dejando la llave en la cerradura. Después se apartó.
Keith miró la puerta cerrada un momento antes de girar la cabeza y mirar a Izan. Lo estaba mirando desafiante, demasiado cerca de él y decidió mantener esa distancia prudentemente.
—¿Estás seguro? —preguntó, notando en su voz la necesidad impregnada en la pregunta, una que no quería hacer realmente. Aun sentía el sabor de la boca de Izan, su calor y su innegable propio deseo.
Izan puso mala cara y desvió la mirada, sin perder el brillo intenso de la rabia en sus ojos.
—Si no quieres lo dejamos —soltó a la defensiva, levantando aún más la cabeza.
Keith ni siquiera lo dudó, pasando por alto la altanería con la que ese chico parecía ir impregnado.
—Quiero —dijo en cambio, rozando la mejilla de Izan con cuidado, analizando el terreno y comprobando que aparte de mirarlo fijamente sin decir nada, Izan no se apartó y se inclinó para volver a besarlo, presionando ligeramente sus labios en la boca del otro chico, abriéndole los labios y deslizó la lengua entre sus dientes, sintiendo la presión del cuerpo de Izan sobre el suyo, sus manos deslizándose por su cintura y la imperiosidad de su boca, empujándolo, convirtiendo el beso tierno que Keith había pretendido en algo mucho más intenso.
Keith presionó los dedos en la piel del cuello de Izan para sujetarlo mientras succionaba sus labios y se apartaba un segundo antes de volver a besarlo.
Había urgencia. Keith podía sentirla en la manera que se besaban, la forma en la que parecía que necesitaban tocar al otro, como si aquello fuera algo que querían hacer desde hacía tiempo, algo que necesitaban y a lo que se refería a él, llevaba tiempo necesitándolo, deseándolo.
Keith apartó un instante sus labios, mordisqueando la barbilla de Izan.
—Deberíamos desnudarnos —dijo suavemente, sin dejar de deslizar la lengua por el cuello de Izan.
—¿Por qué? —soltó Izan a la defensiva, echándose hacia atrás mientras le lanzaba una mirada de... ¿reproche?
Vale. Keith contuvo las ganas de suspirar irritado. Debía de estar de broma si pensaba iniciar una pelea sólo por decir aquello. Iba a ser desesperante si no podía ni decir dos palabras seguidas sin que Izan lo tomara como una ofensa.
—¿Cuál es el problema ahora? —trató de razonar—. Pensé que esto ya lo teníamos solucionado.
Ambos eran hombres, no era como si esperase encontrar algo diferente bajo la ropa. Él tenía muy claro que le gustaba, que deseaba a otro hombre; quería acostarse con él y esperaba que Izan comprendiera correctamente esa situación.
—Vale, empieza desnudándote tú.
Keith enarcó una ceja, entre sorprendido e irritado, pero tras un instante en el que se le pasaron demasiadas cosas por la cabeza, suspiró y comenzó a quitarse el jersey y la camiseta, notando la mirada de Izan fija en su cuerpo desnudo, sin que ni siquiera vacilara cuando terminó de quitarse las zapatillas con los pies y se bajó los pantalones hasta terminar completamente desnudo.
—¿No crees que deberías hacer lo mismo?
A esas alturas, Keith esperaba que Izan apartara la cabeza con altivez y soltara algo impertinente, muy propio de él antes de darse la vuelta y largarse de la habitación. Incluso lo llegó a esperar cuando Izan levantó la mirada, con el ceño fruncido, para clavarla en sus ojos. No parecía muy contento, más bien parecía molesto por algo, pero Keith no se esperó que diera un paso hacia él, restando la poca distancia que los separaba y tocara suavemente la piel de su pecho, acariciando con la yema de los dedos la marca de los músculos, rozando sus pezones y deslizó la mano por su vientre hasta su sexo sin apartar un instante la mirada.
Era imposible saber lo que estaba pensando en ese momento. Izan seguía con la misma expresión ceñuda, molesta y su mirada parecía debatirse entre la rabia y el deseo. Y fue eso último lo que hizo que Keith ignorara todo lo demás, agarrando a Izan por la parte de atrás de su cuello, lo empujó hacia él, inclinando la cabeza hacia sus labios pero se detuvo antes de besarlo.
—¿No vas a besarme? —soltó Izan sin ocultar el tono fastidiado cuando Keith se limitó a sujetarlo, sin hacer nada más—. ¿se te han quitado las ganas?
Era obvio que podía ser desagradable hasta ese punto. Keith no se apresuró a responder pero al final alivió la presión de la mano que sujetaba su cuello y deslizó los dedos hasta su nuca, enredándolos entre las ondas de su cabello.
—Aún tienes la mano en mi polla —dijo cruelmente—, ¿crees que se me han quitado las ganas? —Izan respiró con fuerza e hizo una mueca, apartando la mano de la incipiente erección—, pero puede que tú no quieras —continuó, ignorando la ira que se leía en sus ojos turquesas—, después de todo tienes miedo al sexo, ¿no es por eso por lo que sigues virgen?
La expresión de Izan se crispó y se echó hacia atrás rápidamente, apartándose de él y lo fulminó con la mirada, incapaz de disimular el rubor de la cara.
—¡Eso no es verdad!
Le temblaba la voz y Keith maldijo por haber abierto la boca. ¿No podía haberse limitado a tener la boca cerrada por una vez?
—¿No es... —intentó suavizar a Izan, sin moverse, seguro de que si daba un paso el chico saldría corriendo —después de darle un empujón, por supuesto—, la razón por la que no quieres desnudarte?
El color de la cara de Izan pareció ir a peor y Keith volvió a maldecir cuando le señaló con el dedo, casi rozando se pecho desnudo. Le temblaba la barbilla y por la mirada que le lanzaba era imposible adivinar si era de otra cosa que no fuera por la rabia que contenía a duras penas.
—¡Cómo si importara! —rugió.
—Espe... —Keith levantó las manos para calmar a Izan, pero se tragó las palabras cuando vio que lo que hizo Izan no fue marcharse, sino que comenzó a quitarse la ropa, tan bruscamente que estuvo a punto de tropezar con sus propios pantalones—. ¿Izan?
—¿Qué? —rugió Izan, cruzándose de brazos, completamente desnudo y la barbilla tan levantada que Keith contuvo las ganas de echarse a reír—. ¿Tienes algo que decir? ¿O es que te crees mejor?
Mejor... Keith examinó el cuerpo de Izan con cuidado, tomándose su tiempo, observando sus pezones, su piel blanca, las largas piernas y sus brazos firmemente pegados al pecho. Estaba muy delgado, no tenía ningún músculo, pero sin necesidad de mirar entre sus piernas, Keith no podría haberlo comparado con el cuerpo de una mujer. Izan era un hombre, así que , ¿por qué? ¿Por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera con él, incluso al verlo desnudo? No tenía sentido. Le gustaban las mujeres, su piel suave, su agradable olor, los pechos suaves y redondos, los cabellos largos y sus piernas, al igual que se excitaba al estar entre ellas... Había visto a otros hombres desnudos muchas veces, en el trabajo, en los vestuarios, a Jim... nunca se había sentido atraído antes, jamás había pensado que se excitaría al pensar en tener sexo con otro hombre, ni siquiera había deseado tanto a una mujer, pero ese hombre le volvía loco, quería besarlo, quería acariciarlo, quería oírlo gemir y quería que fuera por él cuando llegara al orgasmo.
—¿Puedo tocarte?
Keith dio un paso hacia Izan y éste alzó aún más la cabeza, a la defensiva.
—¿Quieres tocarme?
Keith no respondió e Izan sonrió, pero aunque su sonrisa pretendió ser burlona, estaba cargada de nerviosismo; dio un paso hacia él y ladeó la cabeza, rozando los labios con los suyos, empujando y presionando su boca. Keith entreabrió los labios y forzó su lengua entre sus dientes, rodeando la cintura desnuda de Izan con el brazo y empujó su cuerpo, pegándolo al suyo, haciéndole sentir la presión de ambos sexos mientras entrelazaban las lenguas.
Era enervante y excitante. Keith presionó con más fuerza la cadera y rodeó la barbilla de Izan hasta alcanzar su cuello lamiendo su piel mientras la mano que no se aferraba a su cintura acariciaba sus hombros y descendía por su espalda. Izan gimió y sepultó la cabeza en su cuello, mordisqueándole hasta que Keith sintió dolor.
—Izan —protestó con la voz entrecortada, aunque no intentó apartarlo cuando los dientes volvieron a clavarse en su piel.
—¿No te gusta el dolor? —se mofó Izan, cuando levantó la cabeza y mantuvo su rostro a escasos centímetros. Era imposible no sentir su calido aliento a esa distancia, su respiración agitada.
—Solo lo justo —respondió Keith suavemente, sin darle importancia a la sonrisa prepotente que se dibujó en los labios de Izan antes de hundir sus labios en los suyos, varias veces, presionando y succionando antes de volver a apartar la cabeza y empujo su pecho con una mano para alejarse de él.
—Siéntate —ordenó en un tono excesivamente autoritario que a Keith le costaba pasarlo por alto; aún así se mantuvo callado y se movió hacia la cama, sentándose en ella y observó a Izan mientras hacia lo mismo, solo que en vez de sentarse con él, se arrodilló frente a él.
—¿Qué estás haciendo?
Era una pregunta absurda, ya que sabía lo que Izan pretendía antes de que separase sus piernas, agarrándolas de las rodillas e inclinara su cuerpo entre ellas, sujetando su pene entre las manos.
—Cállate.
Keith obedeció, sin dejar de mirar el ángulo de la cabeza y el cuerpo que la posición que Izan tenía se lo permitía. Era imposible verle bien el rostro, pero podía sentir el ligero temblor de su cuerpo, de sus manos y aún en silencio, puso una mano sobre su cabeza, disfrutando del suave tacto de sus cabellos dorados y del movimiento acompasado que la boca de Izan ejercía entre sus piernas, succionando su sexo, lamiéndolo, acariciando sus testículos y frotando la anchura de su pene con los labios.
No era un experto, pero Keith no dudaba que alguien le hubiera dado una lección teórica de cómo debía hacerlo y por un instante sintió rabia. Admitía que le gustaba Izan, que lo deseaba, que se sentía excitado y que deseaba eyacular dentro de aquella boca únicamente por ver la reacción de Izan, pero él no se veía preparado para meterse en la boca algo así. Bajó la mirada y percibió como Izan movía una de sus manos hasta sus piernas, seguramente tratando de aliviar una erección.
—Hm —Se llevó desesperado la mano a la cabeza y resopló, antes de tirar suavemente de la cabeza de Izan hacia atrás—. Espera.
Izan levantó la cabeza y lo miró furioso, con la boca entreabierta y una mezcla de lo que seguramente no era solo saliva en los labios.
Por unos instantes no fue capaz de decir o hacer nada. Era imposible que un hombre pudiera parecer tan condenadamente sensual en esa posición. Sintió un estremecimiento en su sexo y se recordó que estaba casi en su límite; agarró del brazo a Izan y tiró de él, empujándolo suavemente hacia la cama.
—¿Qué? —soltó Izan a la defensiva, conteniendo ruidosamente la respiración cuando Keith cerró delicadamente los dedos en la dureza de su sexo—. ¿Qué crees que haces?
—Solo pretendo follarte.
Keith frotó el pene de Izan, moviendo la mano de arriba abajo con energía e Izan movió la cadera, con un suspiro mientras trataba de empujarlo.
—Que... desagradable —murmuró entre jadeos, poniendo las manos sobre la que Keith tenía en su pene y finalmente tumbó dócilmente la espalda y la cabeza sobre la cama, con las rodillas levantadas.
—¿Qué ocurre? —Keith miró con disgusto sus pantalones lejos de la cama y maldijo al no haber pensado en los condones antes de dejarlos allí tirados. Miró un instante el rostro ligeramente turbado de Izan, con los ojos cerrados y los labios abiertos de donde salían ligeros y excitantes soniditos y levantó la mirada hacia el mueble al lado de la cama que Drew había señalado. ¿Entraba en los planes de diversión de esa zorra el uso de preservativos?
—No se dice ... así —musitó Izan, sin abrir los ojos y apretando con más fuerza sus manos en la de Keith que seguía moviéndose a lo largo de su pene—. Eres un...
—¿Decir el qué? —contiuó Keith distraídamente, apoyando las piernas de Izan sobre sus muslos e inclinó el cuerpo hacia delante para abrir el cajón y comenzó a sacar todo tipo de cosas: juguetes sexuales, papeles, botes que prefería no saber qué tenían, hasta un cuaderno y lo fue tirando al suelo hasta que encontró la caja de condones y un pequeño gel en lata que Drew había puesto en rojo y en grande en la tapa la palabra vaselina. Keith la apretó en el puño y por primera vez agradeció la absurda intención de Drew. Reconocía que hubiera sido un problema tener que leer cada uno de las cremas que esa mujer había dejado allí dentro y hubiera sido aún más problema no haber tenido nada—, ¿follar?
Izan abrió bruscamente los ojos y Keith tuvo la idea de esconder lo que acababa de sacar del cajón .
—Eres tan desagradable... uh... ¿tan... tan difícil es llamarlo por su nombre?
Era imposible saber si aquel chico era insoportablemente pijo o de algún modo adorable al pensar en esos detalles en esa situación. ¿O es que no se había dado cuenta en la postura que se encontraba?
Keith acarició el extremo de su pene e Izan gimió, algo que no debió hacer por voluntad, ya que le lanzó una nueva mirada de odio y reproche.
—¿Prefieres que diga hacerte el amor? —Keith notó como Izan se estremecía ligeramente bajo su cuerpo y sintió el espeso liquido de su semen escurriéndose entre sus dedos y entre las manso que Izan había mantenido sobre la de él—. Puedo llamarlo como quieras —razonó, enseñándole la mano que goteaba de semen a Izan que ni siquiera desvió los ojos para mirarla—, pero lo llames como lo llames el resultado es el mismo.
Agarró del cajón abierto los pañuelos que haba notado mientras buscaba y se limpió la mano antes de abrir la vaselina y untó los dedos en ella, después inclinó el cuerpo hacia Izan y besó su cuello, sus hombros y sus brazos mientras deslizaba la mano entre las piernas y las nalgas, notando como Izan dio un bote y se puso completamente rígido cuando lo penetró con dos de ellos.
—Espera...
Keith levantó la cabeza, sin apartar los dedos de su interior. Por primera vez, Izan parecía verdaderamente asustado, pero esa mirada de vulnerabilidad no hizo sino que se inflamara su deseo por él.
—¿Quién te ha convencido para querer hacer esto? —Era tan evidente que no había dado ese paso por sí mismo... Y eso le molestaba.
Izan cambió lentamente su expresión, pero no dejó de mostrar miedo en sus ojos azules.
—¡A mí nadie...! Ah... .
—Estás asustado.
—¡No estoy asustado!
Keith presionó con más fuerza los dedos y los movió dentro de él. Izan arqueó la cadera y jadeó.
—Izan, voy a ponerlo dentro de ti.
Empujó sus caderas hacia arriba y deslizó las piernas de Izan alrededor de su cintura, arrodillándose sobre su vientre y, agarrando su pene, abrió con la otra mano las nalgas, frotando el sexo duro y palpitante entre ellas antes de ponerse uno de los condones.
—Creo que mejor paso de esto —murmuró Izan, agarrando con tanta fuerza las sabanas de la cama que Keith dudó por un instante antes de inclinarse sobre el pecho desnudo de Izan.
—No te estoy escuchando.
—¿Qué...?
Keith le devolvió la sonrisa burlona que Izan le había dedicado hacía un instante y lo besó, ahogando las replicas de Izan mientras deslizaba suavemente su pene dentro de él, arrancándole un ahogado grito entre sus labios.
Izan apartó las manos de las sabanas y se aferró a su cuello con fuerza, clavándole las uñas en la espalda, debajo de su cuello con tanta fuerza que Keith gruñó de dolor, aunque no lo apartó y mantuvo el abrazo de Izan, inmóvil, dándole un tiempo para calmarse antes de comenzar a moverse, embistiéndole lentamente, arrancándole de los labios un suave quejido en cada movimiento, sus estremecimientos y su respiración agitada muy parecida a la suya. Despacio, dejado que Izan se acostumbrara, comenzó a moverse más rápidamente, empujándole con las caderas hasta que finalmente llegó al orgasmo y se arqueó, arrastrando el cuerpo de Izan con él y lo dejó sobre la cama, manteniendo el cuerpo pegado al de él mientras sacaba su miembro y apartaba el condón a un lado.
—Te...
Keith se incorporó un poco y miró a Izan. Respiraba agitado y de vez en cuando contraía la expresión en una mueca de dolor.
—¿Hm?
—¡Te dije que no quería! —le dio un empujón en el pecho—¡Ugh! No sé como Drew y Peter pueden estar todo el día con esto.
Izan se tapó los ojos con el brazo y Keith siguió sentado, manteniendo la misma postura, con las piernas de Izan alrededor de su cintura y el cuerpo ligeramente elevado, dejando a la vista su sexo flácido, cubierto aún de los restos del semen que también ensuciaban su vientre. Levantó la mirada hacia su pecho y detuvo la mirada en sus pezones, moviéndose al mismo ritmo que su respiración. Keith sintió un hormigueo en la entrepierna y se llevó una mano a su pene, sin desviar la cabeza del cuerpo desnudo de Izan. Era muy difícil tratar con Izan cuando estaba alerta, cuando cada cosa que decían parecía estar destinado a fastidiar al otro. Posiblemente en ese momento, cuando Izan se encontraba relajado y completamente vulnerable a él, era cuando más le gustaba. Alzó una mano y pellizcó uno de los pezones de Izan, consiguiendo que su cuerpo se pusiera completamente rígido bajo él y apartó el brazo de los ojos, mirándolo con el ceño fruncido y la mirada húmeda.
—¿Qué...? —Izan se volvió a estremecer cuando Keith siguió apretando su pezón y reparó en la mano que tenía en la nueva incipiente erección de su miembro y volvió a levantar la mirada para encontrarse con los suyos, alarmado—. Debes estar de broma si quieres volver a hacerlo.
-------------
Uffff, mi inspiración por los suelos... para los que me seguís por facebook ya seguís lo que me pasa, pero entre el poco tiempo, lo del perro y demás.... es que no tengo la cabeza para escribir ^^ En fin, a ver si esta vez, el próximo capitulo es más rápido :)
Muchas gracias por leer, votos y comentarios ^^
Dibujos y demás en facebook ^^
https://www.facebook.com/pages/Mayura/294130544045735
link en el perfil
ESTÁS LEYENDO
El camino del amor (chico x chico)
Novela JuvenilKeith, un chico orgulloso y atractivo, se ve envuelto en una tortuosa relación de odio con Izan, el hijo del marido de su madre. Los dos se odian desde el primer momento que se ven, chocando en personalidad y en las raíces a las que pertenecen, prov...