Izan masticó la comida sin dejar de echar rápidos vistazos al frente, exactamente donde se sentaba el impresentable del tipo ese. Llevaba dos semanas viéndolo cada día y no sentía menos asco que el primer día que lo vio junto a Jennifer. Durante ese tiempo, Keith había ayudado a su madre a adaptarse a la zona, acompañándola a todos los sitios a los que acudían y, aunque Richard le había pedido que ayudara también a que se sintiera cómoda con las familias de los alrededores, Izan se había negado completamente, nada interesado en pasar más tiempo del estrictamente necesario con un piojoso de los suburbios.
Lo odiaba; cada vez que lo veía, que se encontraban por los pasillos, en el cuarto de estar, el comedor —agradecía que cada habitación tuviera baño propio o Izan estaba convencido de que hubiera muerto de un ataque de ansiedad—, sentía como cada célula de su piel repelía la presencia de Keith.
Y estaba el sobrecito de Drew, fielmente guardado en uno de los cajones de la cómoda de su habitación. Era difícil guardar droga en esa casa y era la primera vez que mantenía allí algo de ese estilo, pero no había tenido fuerzas para devolvérselo a Drew. Necesitaba pensar. Durante esas semanas su deseo de venganza no se había mitigado ni un ápice y el hecho de que Jennifer no le hubiera devuelto sus llamadas le irritaba aún más, cargando su frustración en Keith. ¿Al fin y al cabo de quién era toda la culpa? ¡Cada vez que pensaba en ello le chirriaban los dientes! ¿Cómo era posible? Fingir que nada había pasado quedaba completamente descartado, así que sólo le quedaba la segunda opción. ¿Pero cómo se suponía que podía humillar a aquel chico? Aparte de su madre, a quien no pensaba hacer daño, aunque ya fuera solo por su padre, y tampoco imaginaba la forma de herirla, no lo había visto con nadie más. Claro que tampoco era tan increíble que alguien como él no tuviera amigos o novia, ¿Quién querría relacionarse con un piojoso? Pero la idea de Drew era... ¡no pod''ia hacer eso!
Volvió a levantar la cabeza del plato y se sorprendió al coincidir con los ojos ambarinos de Keith, quien sostuvo su mirada sin ningún esfuerzo. ¡Así que encima le desafiaba! ¡Menudo fanfarrón! Izan dejó el tenedor con cuidado sobre la mesa sin desviar la cabeza. No pensaba darle el gusto de ser él quien apartara primero la mirada.
—¿Izan que te parece?
En un acto reflejo, Izan miró a su padre, lamentándolo un segundo después, incapaz de retornar la mirada y lanzó una furibunda mirada a su padre que no pareció notar la tensión.
—¿El qué? —masculló malhumorado.
—Sería buena idea que acompañaras a Keith por el campus y los alrededores —explicó, lanzando una sonrisa a la mujer—. Ya que es nuevo por aquí, considero que sería bueno que le ayudaras a integrarse.
Izan estaba seguro de que si en aquel momento hubiera tenido algo en la boca lo hubiera escupido. Se alisó el pelo, echándolo hacia atrás para que al instante las molestas ondas volvieran a caer sobre la cara. Resopló para apartar un mechón que había caído en medio de su ojo y trató de sonreír.
—He quedado con Peter —dijo a modo de disculpa, tratando de no parecer descortés, pero sí lo suficientemente ocupado como para no perder el tiempo con alguien que era una molestia.
—¡Mucho mejor! —Richard miró a Miranda como si acabara de tener una idea excelente y ella se la devolvió recelosa, echando un vistazo a su hijo—. Puedes llevarlo contigo y así le presentas a tus amigos.
A Izan le costaba respirar. Estaba seguro de que comenzaba a tener un ataque de asma. Aún así, guardó silencio y esperó a que su padre se levantara junto a Miranda y salieran del comedor para dirigirse a Keith.
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El camino del amor (chico x chico)
Teen FictionKeith, un chico orgulloso y atractivo, se ve envuelto en una tortuosa relación de odio con Izan, el hijo del marido de su madre. Los dos se odian desde el primer momento que se ven, chocando en personalidad y en las raíces a las que pertenecen, prov...