Capitulo 19

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Izan llegó al aparcamiento dos horas antes. Condujo lentamente hasta aparcar el coche en el sitio que habitualmente usaba desde que había comenzado la universidad y tras quitar la llave de contacto, miró hacia el frente, al cielo anaranjado del amanecer y apoyó la cabeza sobre el volante que aún tenía agarrado con las dos manos.

No podía creer lo que había pasado. Se sentía humillado y furioso. Se había levantado temprano para no encontrarse con Keith y eso le ponía aún más furioso. ¿Quién era él para tener que escabullirse de su propia casa por culpa de alguien como ese? Izan abrió y cerró la boca, furioso. ¡Era tan indignante! No solo ya por el hecho despreciable en el que Keith ahora tenía un motivo para reírse de él. ¡Bien! ¡Sí! Había visto su flácido y desagradable cuerpo, ¿y qué? ¿Eso lo convertía a él en superior? ¡Por supuesto que no! Por supuesto que no... Aunque en ese momento no se le ocurría nada para criticarlo. ¡No! Ese impresentable era suficiente por sí sólo para ser inferior y más lamentable que él. ¿En casa de quién estaba viviendo?

¡Fabuloso! Izan se dio varios golpecitos en la frente, golpeándola sin hacerse daño realmente, en el volante antes de dejarla quieta, mirando sus rodillas fijamente. Se había sentido tan extrañamente... excitado. Y extraña era la mejor palabra que se le ocurría de ese momento.

Un impulso le había hecho abrir la puerta de ese impresentable en vez de ir a su habitación como había pensado hacer; un impulso llevado por la idea de mostrarse más seguro, más digno que todo lo que Keith hacía, siempre arrastrándolo en vez de ser él quien lo arrastrase y eso le molestaba; había querido demostrar que él era quien llevaba las riendas, quien mandaba, pero lejos de sentirse de esa manera, todo el valor había terminado en el momento que Keith había entrado en la habitación.

—¿Quién se cree que es?

Virgen...

Izan golpeó con fuerza el volante y se echó hacia atrás, apretando los labios con fuerza y se alisó el cabello, apartando los molestos y desagradables rizos de su cara.

¡Era tan degradante! ¡Y era mucho peor si salía de la boca de alguien como Keith.

Bufó ruidosamente y esperó a que los pocos coches que llegaban esa mañana fueran entrando en el aparcamiento. Sabía que sus amigos tendrían que llegar de un momento a otro si eran capaces de ponerse en pie, por supuesto. Las fiestas de Drew eran famosas por sus altas dosis de sexo y sustancias ilegales. Izan había ignorado esos rumores, optando por alejarse de esas fiestas —aunque eso no le había impedido encontrarlos la mayor parte del tiempo dentro de la cama—, pero terminar comprobándolo por uno mismo era... Volvió a bufar y observó como el nissan azul de Peter hacia su entrada en ese momento, zigzagueando más de lo normal y fue a detenerse a una esquina bastante apartada del resto de los vehículos.

Izan se bajó antes de que el coche de sus amigos dejara de moverse y corrió hacia ellos, interceptándolos en el momento que Drew bajaba.

—Te felicitaría —saludó su amiga con una sonrisa socarrona—, pero por la cara que traes o bien estás escocido al punto que cada movimiento es un infierno, algo improbable por la manera tan natural en la que andas y yo te imagino así —Drew comenzó a caminar con las piernas exageradamente abiertas, muy lentamente  y con una mano en la cadera mientras lanzaba profundos y ridículos lamentos. Izan se imaginó la escena y se sonrojó, acordándose de lo ocurrido la noche pasada e hizo una mueca de disgusto— o aún sigues igual de virgen que antes, sin que una enorme y dura po...

—¡Cállate! —le interrumpió rápidamente, cambiando la mueca de disgusto por una de asco mientras la señalaba con el dedo y lo sacudía frente a la cara de su amiga—. ¡Peter! ¿No ibas a lavar al boca de tu novia con un estropajo?

El camino del amor (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora