Capitulo 5

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El ambiente de los alrededores del capus era, o mejor dicho, debía haber sido, fresco y juvenil, agradable en su defecto, pero Izan caminaba arrastrando los pies y con la desagradable sensación de no haber dormido en días. Al menos el color oscuro del puñetazo había dado paso a un tono amarillento menos llamativo.

            —Si sigues refunfuñando con esa expresión todo el camino, será mejor que vayas solo —gruñó Drew con los ojos medio abiertos.

            Izan bufó y siguió caminando al lado de sus amigos con la misma expresión ceñuda, mirando en todas las direcciones esperando encontrar a Keith y tener la oportunidad de esquivarlo antes de que se viera obligado a tratar con él y continuar con la misma farsa de tensa amistad que mantenían en casa.

            —Da grima verte —insistió Drew, que seguía de mal humor.

            Peter y ella tenían una cara aún peor que la de él. Era evidente que no habían dedicado la noche anterior para dormir precisamente, pero Izan tenía sus propios problemas y, en su opinión, eran mucho más serios.

            —No te estoy pidiendo que me mires —gruñó Izan con el mismo mal humor que la chica—. Gira la cabeza y mira a Peter.

            —A él lo veo todos los días.

            —Vaya, gracias —murmuró Peter sin muchos ánimos por participar en la conversación.

            —Pero por eso no puedo dejar de quererte.

            Drew giró y ladeó la cabeza para juntar los labios con los de Peter.

            Izan puso mala cara y dio la vuelta a la cabeza, siguiendo con su escrutinio particular, nada dispuesto a presentar al engendro en sociedad.

            Mientras revisaba los jardines y las cercanías de los edificios colindantes a la universidad, reconociendo muchas caras y saludando con la cabeza instintivamente, cada vez más alarmado de poder cruzarse con Keith, vislumbró en una de las mesas repartidas por todo el campus, la indiscutible y atrevida figura de Jennifer.

            —Es Jennifer —dijo, de pronto de mejor humor—. Acerquémonos.

            —¿Para qué? —gruñó una vez más Drew.

            Izan puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos parea mirarla.

            —Quiero hablar con ella un rato.

            —¡Bien! —insistió ella, imitando su gesto—. Ve tú sólo.

            Izan respiró con fuerza. Aquella mujer era insoportable cuando no dormía después de pasar toda la noche practicando sexo.

            —Venga, Drew, acerquémonos un momento —intervino Peter, guiñándole un ojo a Izan—. Hay alguien a quien quiero saludar también.

            —¿En serio? ¿A quién? —musitó ella, mirando con los ojos entrecerrados al grupo de seis chicas que rodeaba la mesa—. No veo más que putas.

            —Drew...

            —Puede que las demás lo sean —protestó Izan enfadado, lanzando una acerada mirada a Drew—, pero Jenny no.

            —¡No! ¡Qué va! Es la tía más puritana y virgen que he visto en mi vida. Vamos, tan virgen y pura como yo.

            Izan puso los ojos en blanco y caminó con decisión hasta el grupo en el que se encontraba Jenny. Esa mañana estaba especialmente guapa, con su cabello rubio suelto, completamente liso y su falda corta y camiseta de tirantes malva bajo una fina chaqueta del mismo color. Al verlo acercarse le dedicó una de sus esplendidas sonrisas, mostrando sus blancos y perfectos dientes y Izan notó como sus labios se curvaban inmediatamente como respuesta.

El camino del amor (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora