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A la mañana siguiente, Vegeta fue despegando los párpados con pesadez. Se sentía cansado y también pudo sentir algunas leves molestias en su espalda baja. Frunció el ceño al moverse sobre el colchón. Gruñó y trató de sentarse, aunque le fue difícil debido a que le dolía el trasero. Parpadeó varias veces para poder enfocar su habitación, la cual se encontraba iluminada por losp rimeros rayos solares del día y, también, desordenada con ropa que no le era propia. Abrió los ojos completamente cuando encontró a su lado una camisa de botones negra. «Oh Dios... No fue un sueño...» pensó para sí y fue ladeando su cabeza lentamente, encontrándose un cuerpo que dormía bocabajo y que le daba la espalda indiferente. Vegeta se tapó con la sábana hasta la altura de sus hombros, ocultándole su desnudez como si le estuviese mirando. «No puede ser. Lo he hecho con mi jefe —pensó nuevamente dibujando una mueca avergonzada en su rostro—. Mierda».

Se levantó lentamente de la cama para no despertar al tatuado luchador que dormía. Miró al suelo, buscando su pijama y cuando lo encontró se lo puso saliendo con la cara roja de su habitación. Caminó hasta la cocina, descalzo y con prisa y al ingresar fue rápido a tomar agua. Su corazón latía desenfrenado y llenaba el vaso con temblores en sus manos. Estaba muy nervioso y con la cara al máximo de sonrojada.

Bebió agua con torpeza, contribuyendo a que el agua que tragaba se desviara por la comisura de sus labios, y tan pronto como terminó dejó el vaso dentro del fregadero. Suspiró en silencio y miró de nuevo al pasillo, escuchando el latido de su corazón de fondo.

Él y su jefe en el mismo sitio.
Él y su jefe durmiendo en la misma habitación.
Él y su jefe manteniendo relaciones sexuales sin pudor alguno.

«Madre mía... ¿Cómo voy a poder mirarle a la cara ahora?» habló consigo mismo.

Bajó la mirada del pasillo y comenzó a caminar por el salón. Se sentía algo mareado al estar dando vueltas sin sentido alrededor del sofá mientras se masajeaba la frente. Asió los extremos de su cárdigan y se abrazó con ellos para sentarse en el sofá y calmar sus mareos. La noche anterior fue picante, y eso no lo negaba; aquél hombre se movía tan bien que le causó una permanente vibración en su interior. Vegeta se recargó en la parte acolchada del sofá y se mordió el labio inferior con la esperanza de silenciar un quejido. «Cada movimiento que hago me recuerda lo de anoche...».

Abrió los ojos y se cruzó de brazos, a la altura de su pecho, y movió el pie derecho intranquilo. Escuchó de lejos el movimiento de las agujas del reloj que colgaba de la pared de la cocina y frunció el ceño con desazón preguntándose cómo iba a hacer para despertarle. No quería perturbar su sueño, pero tampoco quería tenerle en su casa toda la mañana. Suspiró entrecortado y con valentía se levantó del sofá, tomando la decisión de ir hacia su habitación.

Ya podía escuchar la voz hosca del más alto en su mente mientras le recriminaba el haberle despertado, teniéndole desnudo ante él e insultando por lo bajini a causa de su resaca. Vegeta tragó saliva al detenerse en el marco de la puerta que se mantenía abierta completamente y fue dando cortos pasos hasta quedar cerca del boxeador durmiente.

Con el corazón en un puño, a punto de explotar, se inclinó y con su mano sobre el hombro del tatuado lo zarandeó para que despertase. Pero el efecto no florecía y aquél se mantenía en el quinto sueño.

—Vamos, despierta...

Volvió a zarandearle, con un poco más de fuerza, y esperó a que reaccionase. «No creo que me esté tomando el pelo» pensó. Chasqueó la lengua y se sentó en el bordillo de la cama, reprimiendo un quejido ante él malestar que sentía en su retaguardia.

—Señor Sūn, despierte... —Susurró—. No puede quedarse aquí.

Siguió moviéndole hasta que escuchó de lo más profundo de su pecho un ronquido que, en parte, le alivió. «Bien, ya despierta... —Dedujo—. Tiene un sueño muy profundo».

Heal Me [Kakavege Fanfic]EN HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora