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El tiempo pasaba muy lento para ser un viernes. Parecía que las agujas del reloj no se movían ni un ápice de su sitio. «Tic-tac, tic-tac, tic-tac» y los minutos no pasaban. Vegeta se mordió el labio inferior con sus colmillos y se mantuvo limpiando los vasos de tubo que serviría con agua mineral.

Miró nuevamente el reloj y suspiró alentado al ver que sólo le quedaba cinco minutos para terminar su turno. En ocasiones, el turno de mañana era un suplicio para él; era mucho más pesado y el día se detenía para siempre. Dejó el vaso encima de la barra y abrió una botella de agua para verter el saludable líquido en el vaso; bostezó tapándose la boca con su brazo. Estaba cansado. Muy cansado. Y para su poca suerte, tras finalizar el turno, tendría que ir a Aoyama para cuidar a Goten.

No le molestaba hacerlo; es más, sentía que era la mejor parte de su día. Lo que le sucedía era que los desplazamientos, las pocas horas de descanso y el agotamiento como consecuencia le tenían un tanto desmejorado. Cuidar de un enérgico pequeño de tres años no enmendaba el asunto, pues echar una cabezadita era casi una utopía. Y para colmo su nuevo jefe no le echaba cuenta y sólo tomó en consideración su cansancio hacía una semana atrás, cuando accedió a su petición de cuidar a su hijo a las diez de la mañana.

Puso el vaso encima de una bandeja redonda de plástico y lo llevó a la mesa que lo había solicitado. Evitó bostezar y lo dejó en la mesa conformada por un grupo de jóvenes que hablaban de sus chismes. Se alejó de allí y volvió a la barra viendo el panorama desde su perspectiva.
Por la puerta entró una coqueta mujer de cabello turquesa que había retocado el final de su ondulado pelo con unas mechas californianas en rosa suave. Vestía un pantalón de cuero negro que acentuaba su cintura de avispa gracias al high-waist, a juego con una camisa de satén blanca. Con un potente taconeo, Bulma se sentó en el taburete de la barra y reposó en ella su bolso Capucines de Louis Vuitton de color verde celadón. Traía una sonrisa en su rostro y Vegeta pudo notar que algo en ella había cambiado —y no era su aspecto físico únicamente—.

—Hola, Vegeta. ¿Cómo estas, precioso?

—Hola, Bulma. Estoy bien, ¿y tú?

—Mejor que nunca. Ponme un batido de fresa y plátano, por favor.

—¿A qué se debe tanto entusiasmo?

Aquélla se mordió su rojizo labio inferior y miró al peli-flama con picardía.

—Hoy tengo una cita —dijo casi canturreando—. Estoy muy nerviosa.

—Vaya, ¿ya estás mejor de tu reciente ruptura?

—Sí, ya ni me acuerdo de aquel palurdo —reposó su mejilla en la palma de su delicada mano—. Fui una tonta al llorar por él.

—No creo que debas decirte eso —dijo Vegeta sacando un vaso de Gin Tonic.

—Lo he sido, ya lo he asimilado —comentó ella viendo el vaso—. ¿Y a ti como te ha ido? Casi no te he visto.

—Supongo que me ha ido bien.

—Se te nota cansado, ¿has estado durmiendo bien?

—Más o menos —dijo cortando el plátano en trozos pequeños para seguir con la fresa.

—¿Cómo es que estás de mañana?

—Así lo determina mi contrato. Tengo un trabajo a turnos —dijo sin mirarla mientras vertía la leche entera y la condensada en la batidora.

—Guau, eso tiene que ser agotador —se cruzó de brazos para apoyarse en la barra y ver el trabajo del moreno.

—¿Tú trabajas?

Heal Me [Kakavege Fanfic]EN HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora