Capítulo 20: Deseos en madera

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Dévora mantiene el paso lo mejor que puede al lado de Nathaniel

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Dévora mantiene el paso lo mejor que puede al lado de Nathaniel. El tobillo de a poco empieza a tomar un color entre lo rojo y violeta, dando a entender que la zona no está bien.

—¿Cómo te hiciste eso? Ayer no lo tenías —comenta el chico mientras la ayuda a caminar.

—Me resbalé en el baño —se apresura a responder con lo primero que le viene a la mente—. Demonios, duele.

—Quédate quieta, ya falta poco. —Se agacha delante de ella—. Venga, te cargo.

—Te vas a cansar si me subes por este camino y nunca has sido la persona más deportiva.

Realmente Dévora tiene razón, el pasaje, a pesar de ya encontrarse menos inclinado, no deja de ser incómodo para subirlo cargando un buen peso.

—Ni que tú me conocieras, anda, sube antes de que cambie de idea o vas a perder el pie, se te está hinchando.

—Está bien, pero avísame si te cansas.

—Cansado va a ser, estás gorda —afirma de forma burlona.

—Ni tú te lo crees. —Rodea su cuello con las manos desde la espalda y se deja levantar, él agarra sus piernas y da un ligero brinco para llevarla mejor.

Nathaniel comienza a caminar con cierta dificultad y deja de hablar para aumentar su resistencia, por lo que Dévora entra en un monólogo.

—Oye, ¿tú cómo has estado este tiempo?, desde que dejaste de ver a mi hermana, oh, cierto. —Le tapa la boca a Nathaniel —. No hables que te cansas. Quería decirte y pedirte algo. —Se toma la confianza de tratar de ayudar, fuese correcto o no—. ¿Puedes ser mi amigo? Me gusta que me lleven así cuando estoy mal. —Los eventos de aquella noche la retan a buscar una forma de animar a Annie lo antes posible, sin embargo, solo puede jugar con lo que podría pensar que la complacería.

Nathaniel está desconcertado ante sus palabras, realmente él y Annie no han sido nunca cercanos para que ella pronuncie eso.

—Ya sé, es raro, no te lo digo porque quiera, solo tenlo en mente, ¿está bien? —Ella misma mueve la cabeza de él de abajo hacia arriba repetidas veces mientras libera su boca.

—¿Estás loca?, desde que llegamos estás diciendo cosas raras una detrás de otra. —Su voz se siente algo agitada y pausada por los intentos de tomar aire.

—Sí, Nathaniel. —Apoya la cabeza en su hombro —. ¿Cómo reaccionarías si te dijera que lo estoy?

—Ni te imagines que te diré una frase de felicitación, por eso, no es algo divertido para jugar —dice el muchacho de forma cortante.

—Es así, tienes razón, es un tema difícil. —A pesar de las frías palabras de él, ella no hace más que reír—. Qué bonito es todo —dice de forma irónica—: a partir de ahora dime Ann —añade Dévora tratando de darle un poco de lo que le apoyaba a ella, a su otra mitad.

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