En la mañana del sábado, Amalia iba bien convencida de ser Gina Thompson. Esta vez vestía diferente: con una blusa de líneas negras y blancas, y una falda oscura. En su cabeza reposaba una linda boina. Iba muy alusiva a la corriente de la nouvelle vague.
A simple vista no había diferencias entre una y otra. Incluso el mismo Henry Dayton no hubiera anticipado que ambos personajes fuesen como el agua y el aceite. Y es que cuando Amalia asumía el otro rol, se volvía una joven que, aunque vivía para los libros y el conocimiento, amaba el rock and roll moderno, porque Amalia en realidad gustaba del pop femenino de principios de la década. Esta era más bien anticuada, y la otra solo tímida, en busca de nuevos placeres. Georgina decía que sí a todo lo novedoso; Amalia, en cambio, lo detestaba. Amy necesitaba el tabaco para sentirse tranquila; Gina se contentaba con la presencia de Liberty.
Unos minutos después, apareció la máquina de la felicidad. Para desgracia de la periodista, Liberty tenía demasiada compañía, no solo el trío de siempre; para la estudiante, sin embargo, resultaba una experiencia atractiva.
—¡Gina! —exclamó Liberty con emoción.
Arrancaron. Allí dentro la recibieron un montón de jóvenes variopintos. Sus ropas destacaban por ser en exceso abigarradas. Liberty, en contraste con los demás, ahora vestía una falda café con tiras que le cubrían los muslos, así como también un chaleco que gozaba de las mismas características. La blusa que llevaba solo era crema, de botones, nada más. Como era habitual, una banda con flores pequeñas adornaba su frente. Gina la asemejó esta vez con el estilo del viejo oeste. De todas maneras, en conjunto, todos evocaban a alguna clase de millonarios de la India.
—¿Quién eres, Gina? —preguntó un sujeto de lentes oscuros, con la pretensión de un artista excéntrico. Su voz estaba ronca a causa del porro que consumía.
Ella lo vio con timidez.
—Georgina Thompson. S-soy... Estudio Periodismo y hago mis prácticas en el Berkeley Barb. ¿Y ustedes?
—Nosotros somos hijos del Universo.
Aquella respuesta le hizo gracia.
Una rubia notó su burla y replicó, más inocente que ofendida:
—Buscamos un lugar para nuestras almas en el vasto espectro de la galaxia, Georgina Thompson. No hay nada gracioso en ello.
Compartió miradas con Liberty. Esta ahogaba una risita.
—Cuéntanos de ti, alma libre —le dijo otro, que iba acostado en las piernas de una chica.
—No hay nada interesante. La verdad... Creo que no pertenezco aquí.
—¡Oh! ¡Todos pertenecemos aquí! —contestó nuevamente el de lentes oscuros. Tomó una guirnalda que había en el suelo de la vagoneta y se la colocó a Gina en los hombros. Percibió el intenso olor de los pétalos—. El punto es, alma mía, que nadie debería estar solo, porque todas las almas como la tuya pertenecen al enorme jardín del edén. ¿No estás de acuerdo?
—Supongo... —En complicidad con Liberty, se querían burlar del pobre muchacho.
—No importa si eres blanca o negra, o roja, o amarilla, o azul. Eres capaz de amar. Eso es todo lo que importa.
Asintió. Los demás también lo hicieron.
—Así que ama, mi dulce alma, ama sin restricciones. Un alma que no ama, se niega al propósito de su existencia. ¡Ama!
—¡Ama! —dijeron todos, moviendo la cabeza de manera ridícula.
—Bien...
—¿Quieres probar de la hostia sagrada del jardín del edén? —Le preguntó otra mujer que iba a un lado suyo.
—¿Qué es eso?
—Descuida, no dura mucho.
—Gina —alcanzó a oír la voz de Liberty—, no es necesario que tomes nada. Amigos, no...
—Sí quiero —dijo Gina. Sabía qué le ofrecían.
Una muchacha, que llevaba una margarita en la oreja, le ofreció de un sobrecito un cuadro de papel blanco muy minúsculo. Aquella sugirió con un ejemplo que debía llevárselo a la lengua. Liberty quería impedirlo, pero Gina estaba más que convencida de probar tal cosa.
Y lo aceptó.
Tras colocarlo en su lengua, la música de rock que provenía del radio comenzó a sonar un poco más fuerte, y no solo eso, sino que se volvió difusa. Lo último que tuvo frente a ella fue el rostro preocupado de Liberty. Entonces la realidad, por decirlo de algún modo, se fragmentó. De pronto, los ojos de su joven amor variaron de tamaño y aparecieron dibujos animados por todos lados, como margaritas y pajaritos felices. Además, un arcoíris caricaturesco se encargó de desaparecer todo el fondo.
¡Qué espectáculo era aquel!
Amalia tomó a Liberty de las manos y comenzaron a flotar en un mundo compuesto de amarillo pastel y torbellinos purpúreos. Surcaban el aire igual que Peter y Wendy. Abajo se dibujaron montañas de chocolate, ríos de espuma de leche y árboles tropicales con frutas que, en lugar de estas, tenían más bien galletas de todos los sabores. Había bosques transparentes llenos de luz. Y por la tierra caminaban dinosaurios de gominola, que comían de la hierba, la cual cambiaba de color con el paso de las ráfagas de viento. El aire olía a agua de frambuesa. El sol era ahora un dibujo sonriente y bailarín, como del estilo de las animaciones de los años treinta. Este, a su paso, les hizo gestitos amigables y les guiñó el ojo.
Al final, las chicas cayeron sobre un arcoíris, y como en un colosal tobogán, se deslizaron hasta sumergirse de lleno en un lago de gelatina. No obstante, la superficie no se cortó. Tampoco imitó el agua. Se trataba de un trampolín surrealista, que las llevaba hasta las rosadas nubes fabricadas de algodón. Con cada salto emergían estrellas luminosas. Ambas se divertían con los efectos que los destellos hacían en su cabello y ropa.
—¡Free, esto es fantástico!
—¡Nunca voy a salir de aquí!
—Y escucha: mi voz tiene eco, eco, eco, eco...
—Es verdad. La mía también, también, también, también...
Sus cuerpos pronto se tornaron una gama de distintos tonos, con múltiples figuras pasando sobre ellas aleatoriamente como en un zoótropo. Y podían estirarse y moldear sus extremidades tanto como querían, hecho que también les divirtió, ya que Liberty se reía por lo enorme de su cabeza y Amalia por el largo de sus piernas, parecidas a dos tiras de espagueti.
Pero más tarde todo se esfumó y vino solo un oscuro abismo.
+~+~+~+~+
¡Holi de nuevo!
Amalia se drogó jajaja ¿Qué opinan de su sueño todo psicodélico?
Perdón por actualizar tan poco. La uni me está matando. Y si ven falta de edición, pues perdón jajaja Debo aclarar que como el 25 es el límite y falta media novela por subir, entonces habrá un maratón desquiciado estos días. Perdonen las notificaciones abrumadoras, pero es que dura 40K palabras x_x
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Dos chicas de California ✔️
RomanceEs California. Es el año 1968. Es la época en la que los jóvenes se sienten más libres que nunca. *** Amalia Bennett, una periodista conservadora, recibe el trabajo más importante de su vida: infiltrarse en la comunidad universitaria, escribir un ar...