Capítulo 17 - Medianoche

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Noah recorría los pasillos del Centro Pokémon de manera taciturna, llevando en sus brazos varias cajas con equipo y apenas fijándose por donde caminaba. Veía con cierto interés las salas que dejaba atrás mientras avanzaba, familias acurrucadas, heridos por el ataque reciente, habitaciones llenas solo para tener un lugar donde dormir. Intentando vivir un día más en sus nuevas y caóticas realidades.

El joven se detuvo ante dos inmensas puertas, al abrir solo una, se encontró con una habitación colosal y dañada, habían agujeros de balas en las paredes, pantallas rotas y expulsando chispas por la malfunción. Pero extrañamente limpia, libre de escombros o cristales rotos en los suelos o las mesas que yacían ahí. Lo único fuera de lugar eran los pokémon que estaban en un lado de la habitación, envueltos en mantas para el frío o refugiándose de las inclemencias del tiempo. Todos se alarmaron ante la presencia del Lucario blanco mas no hacían nada al respecto, solo murmuraban entre sí.

Depositó sus cosas en el sitio más limpio que encontró, y empezó a desempacar bayas de varios colores, algunos tubos de ensayos, un mortero y otros utensilios para picar y triturar. Desvió su mirada al observatorio un piso arriba, allí estaban Indeedee y Laura, donde un ventanal y la altura los separaba a los tres. Le preocupaba todo el asunto cuando era Mesprit quien estaba involucrada.

—Noah, oye—el pokémon parpadeó un par de veces antes de voltearse y darse cuenta que Wisp la estaba llamando— Me dijiste te acompañara pero te quedaste absorto mirando a aquel par.

—Si, perdón Wisp. Verás, quiero que lleves algunas de estas bayas y se las des a quienes las necesiten.

La Luxio observó en silencio como le preparaban una cesta llena de bayas, en su mayoría Aranjas y Zidras para la recuperación o fatiga. Esta levantó la mirada interrogando al joven en silencio, confundida por sus acciones.

—Todos necesitamos una segunda oportunidad, y es mejor hacer algo en estas situaciones que hacer nada.

—No estoy segura del por qué, igual te daré la razón en que hay quienes agradecerán este pequeño sustento... Gracias.

Con eso dicho, la leona tomó la cesta con el hocico y empezó el trote para llegar hasta los grupos más cercanos. Noah en cambio se dispuso a concentrarse en lo que tenía entre manos. Juntando las bayas que no le había dado a su compañera, y usando el mortero, iba machacando y moliendo una por una.

El tiempo pasaba y su trabajo logró avanzar hasta haber llenado un envase grande. Con un pequeño descanso, observó desde la distancia como estaba trabajando Wisp, su expresión y gesto era amable, atenta a las reacciones ajenas y adecuarse a cada una de ellas. Si huían, se acercaba con lentitud y suaves palabras. A los niños los trataba con alegría y a los adultos recelosos con respeto. No pudo evitar sonreír ante la paz que le generaba ese sentimiento de ayudarse y compartir.

—Así que tienes emociones positivas, me sorprendes—mencionó Indeedee quien estaba a un lado del joven, observando su trabajo, aunque su tono seguía siendo neutral como siempre.— ¿Qué estás haciendo?

—No había sentido tu presencia.—respondió Noah, bajando la guardia ante la sorpresa recibida, alzó el dedo para señalar cómo calentaba en un lado de la mesa un líquido rojizo— Hago algunas infusiones concentradas con extracto de bayas Caoca. Y la pasta molida que ves ahí es un pequeño experimento, baya Lichi, Aslac, Gonlan, Yatapi, incluso Arabol.

—Todas esas son bayas de aumentos de atributos, pero hacerlos una pasta reducirá su efecto. ¿Sabías eso no?

—La experimentación es la clave aquí.—abrió la palma y le mostró un objeto esférico, blando al tacto de una tonalidad púrpura. —Solo he hecho una y no la he probado, Cuando vuelvan mis amigos intentaré darle un uso... Más importante, ¿necesitabas algo?

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