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Quedo con Amity en la acera el sábado siguiente, tratando de evitar la situación de la semana pasada. Mi madre parece haberse tragado lo de que es una compañera del instituto, así que hasta que me obligue a presentarsela voy a seguir con este juego. Amity apaga el motor del coche y sale antes de darse cuenta de que estoy ahí.

Lleva unos buenos vaqueros, una camiseta aun más buena y unos zapatos tipo mocasín. Señalo su ropa.

-¿En serio? ¿No te dije que te pusieras la ropa más cutre que tuvieras?

Camina directamente hacia mí. Por lo general, es una cabeza entera más alta que yo, pero, cómo se encuentra en la calle y yo todavía en la acera, mis ojos están al nivel de su barbilla.

-Hola a ti también.

Hace una semana que no la veo. Ha estado viajando con su padre por algún asunto de negocios. Durante un momento pienso que va a abrazarme y se me corta el aliento, Pero entonces baja la mirada hasta su ropa.

-Esta es la ropa más cutre que tengo.

Le doy un empujón, satisfaciendo la necesidad que tenía de tocarla.

-Eres una mentirosa. -Pero sé que lo dice en serio-. Vale, pues vamos a tener que hacer una parada técnica durante el camino.

Conducimos varias calles, después señaló el aparcamiento del Ejército de Salvación.

-Primera parada, ropa nueva. Venga, vamos a buscarte un nuevo conjunto.

Entramos, y el olor a humedad que sólo existe en presencia de los muebles viejos me da la bienvenida. Me recuerda a Amelia, porque pasamos mucho tiempo en lugares como éste.

-¿Cuál es tu talla de zapatos? -pregunto.

-Cuarenta y dos... Espera... ¿Vamos a comprar zapatos aquí? No sé si puedo llevar zapatos que ha usado otra persona.

-Creo qué acabas de hacer una declaración filosófica. Y ahora venga, cariño, porque es eso o destrozarte tus bonitos zapatos.

-No me importa destrozarme los zapatos.

-Espera. ¿Te he dejado decidir? Da igual, porque evidentemente no se puede confiar en ti para que tomes decisiones. Vamos a comprar tus zapatos aquí.

La llevo hasta la zona de los zapatos, donde hay sólo tres opciones con su talla. Escojo los más horribles, unas botas altas con cordones de neón.

Mientras ella está en el probador, examino la zona de los jerseys. Me detengo mientras observó al estante. Entre un horrible jersey de color naranja neón y uno universitario de color azul, hay un traje negro. Tiene un chaleco con botones al lado y la tela parece de calidad. Compruebo la talla, y veo que me quedaría bien. Es algo raro, soy mujer pero me gustan los trajes y vestir de forma masculina. Nadie sabe sobre esto aparte de Amelia. Si mi madre se entera, no creo que sea de su agrado y llegaría a mirarme como un bicho raro. Me muerdo el labio y miró la etiqueta del precio: cuarenta dólares. Es caro para una tienda de segunda mano, pero es un buen precio. El traje tiene aspecto vintage, y es el mejor que he encontrado hasta el momento. El hecho de que estuviera oculto entre dos jerseys deja claro que alguien más le ha puesto el ojo encima y lo ha escondido con la esperanza de volver en otro momento a por el. Pero cuarenta dólares es mucho más de lo que puedo permitirme. Todavía no he recibido el sueldo de este mes, y de todos modos estoy dudando sobre si debería aceptar o no el pago, pues mi madre no puede permitirse dármelo. Mi insignificante
sueldo no supondrá mucha diferencia para la deuda de mi madre, pero me haría sentir mucho mejor.

-Estoy intentando no pensar quién ha llevado esta ropa antes -grita Amity desde el probador.

-¿Quieres un pañuelo, o vas a dejar de llorar? Ven aquí, deja que te vea.

La distancia entre tú y yo | LUMITY | •Adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora