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Dos días más tarde, miró fijamente la funda de la cámara de Amity, encima de mi cama. He descargado las fotos en el ordenador y comenzado a trabajar en la página web, cualquier cosa para mantener alejado de mi mente el hecho de que no he visto a Amity desde el sábado por la noche. Recuerdo lo que pasó aquella noche. Trajo comida francesa, luego apareció Hunter, yo retrocedí cuándo Amity trato de tocarme el pelo, nuestra pelea. Llevaba todo el tiempo dándole señales para que se alejara, pero al parecer no las había captado hasta entonces.

Tocó la funda con un dedo del pie y suelto un suspiro. estado dos días planteandome si debería utilizar su cámara como excusa para volver a verla, en plan "tan sólo quería devolverte la cámara". Pero hay dos problemas. El primero es que no tengo ni idea de dónde vive, y el segundo es que no tengo su número de teléfono. También hay dos soluciones a estos problemas. La primera sería llamar a la señora Eda y pedirle el número de Amity, y la segunda, ir al hotel Road,s End y esperar encontrarmela.

La segunda solución es la que gana. Mi mente le da vueltas a la idea alocada de qué, sí aparezco en el hotel, ella se encontrara alli por arte de magia. Podría decir que estaba por el barrio, y así no resultaría tan evidente ni parecería que estaba acosandola.

Pero las cosas nunca salen como las imagino, así que mientras estoy en la recepción del bonito vestíbulo del hotel, hablando con el recepcionista, me resigno al hecho de que no va a pasar.

-Pero es que tengo su cámara -vuelvo decir.

-Y cómo le he dicho antes, si me la deja a mí yo me asegurare de entregársela.

-Si pudiera decirme dónde está, o darme su dirección o algo, podría devolversela yo misma.

La mirada que me dirige hace que me duela el corazón. Es una mirada que dice: "¿Sabes cuántos chicos y chicas han intentado conseguir información sobre Amity?". Retrocedo un paso al verlo.

-¿No quiere dejarla aquí?

-Es una cámara muy cara -digo, tratando de dirigirle una mirada que le dejé claro que no confío en el, pero no parece afectarlo tanto como me ha afectado a mi la suya. Lo cierto es que si yo estuviera en ese lugar, mirándome a mí, tampoco me daría la información que le pedido sobre Amity.

Me giró y vuelvo por donde he venido, todavía sujetando la cámara de Amity. Parece que voy a tener que probar la primera opción, así que llamare a la señora Eda Y le pediré el número de su nieta. Después de todo, tengo que devolverle la cámara. Es muy importante.

La correa de la funda está tensa alrededor de mi mano, porque me la he enrollado varias veces para evitar que cayera al suelo. Mis dedos pierden su color cuanto más tiempo pasó con la circulación cortada. Justo cuando llegó a la puerta, me detengo. ¿Por qué me estoy haciendo esto? ¿Porque me estoy aferrando tanto a esto? ¿Porque me estoy aferrando tanto a ella? No debería ser tan difícil. Si esto fuera correcto, no estaría mintiendo a mi madre al respecto. No me sentiría culpable por ello. Si esto fuera correcto, sería más fácil.

Vuelvo avergonzada hasta el mostrador de recepción y pongo la cámara encima.

-Si. ¿Podría darle esto?

Asiente con la cabeza y parece estar a punto de decir algo (¿Gracias, quizá?), pero entonces suena el teléfono, el contesta y se olvida de mí. Respiró hondo y me alejo. Puedo dejarla atrás también a ella. Aquí, donde está su sitio.

Mientras conduzco de vuelta a casa, me doy cuenta de que las calles están llenas de niños disfrazados. ¿Cómo podido olvidar que es Halloween? En el casco antiguo, sin embargo, no hay niños, pues poca gente vive en el distrito de los negocios. Aparcó en el callejón y entró por la parte de atrás. La tienda está oscura, tal como la he dejado. Son casi las nueve y, teniendo en cuenta sus hábitos últimamente, imagino que mi madre ya se habrá ido a la cama. Sin embargo, la encuentro sentada en el sofá, viendo una película.

La distancia entre tú y yo | LUMITY | •Adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora