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Hace cosa de un año, mi madre comenzó a organizar fiestas de cumpleaños para niñas pequeñas en la trastienda. En ese momento me pareció ridículo (y todavía sigue pareciéndomelo), pero tenía la idea de encargar muñecas sin terminar y hacer que las niñas y les dieran los últimos toques: ropa, color de pelo y de ojos, etcétera, para que asi pudieran volvér a su casa con su muñeca personalizada. Al principio, mi madre les dejaba pintarles los ojos, pero al final, el resultado siempre quedaba muy mal. Así que ahora yo me quedo frente a la caja registradora pintando ojos mientras mi madre está en la fiesta de la trastienda y ayuda a las niñas a elegir los conjuntos y pelo. En un buen día terminamos con cien dólares en los bolsillos. La mayoría de los sábados tenemos suerte si cubrimos las pérdidas, porque mi madre es muy buena y deja que las niñas escojan más de las tres prendas de vestir permitidas.

Hoy creo que hemos ganado como 20 dólares, y deseo más que nada que dejemos de organizar fiestas los sábados. Pero a mi madre la hacen feliz  -alguna  tontería sobre las Rozas de los niños pequeños-, así que no me quejo.

Las niñas salen de la tienda soltando risitas, aferrándose a sus muñecas recién vestidas y tocándolo todo a su paso. Mi madre se pasará las dos próximas horas limpiando la "sala de las fiestas", que antes conocíamos simplemente como la sala de descanso.

Levanto la mirada cuando Amelia entra, con Lucia detrás de ella.

-Anoche te echamos de menos -dice mi amiga.

Busco entre mis recuerdos, pero no encuentro nada.

-¿Qué pasaba anoche?

-Mi grupo tocaba en Owlclub -señalo Lucia, con un tono de voz que deja claro que era evidente.

-Ah, si. ¿Qué tal fue?

Amelia sonríe.

-Me compuso una canción.

Lucia deja la guitarra en el suelo y se sienta junto a ella.

-Hemos pensado que podíamos hacer una repetición de la noche.

-Genial -asiento, mirando la lista que hizo mi madre de la ropa de muñeca que se nos estaba acabando y marcando la que ya había encargado.

-No parece muy emocionada, pero si que lo esta -le dice Amelia a Lucia.

-Desde luego -le aseguró secamente.

La chica rasguea unos acordes.

-Luz no tiene vida -canta.

Le lanzo un bolígrafo, pero necesito utilizarlo, así que voy hasta detrás de Lucia y lo recojo del suelo.

Amelia se ríe.

-Si que tiene vida, Lucia. Es solo que es muy aburrida.

-Teniendo en cuenta que pasó la mitad del tiempo contigo, Amelia, yo tendría cuidado con lo que dices.

-Luz tiene una vida aburrida -canta mi hermana-. Necesita trabajo duro y esfuerzo.

-No, me parece bien el aburrimiento, gracias.

De hecho, estoy acostumbrada a mi monótona vida, y ahora solo siento la necesidad de arrancarme el pelo como una vez por semana.

Amelia endereza una muñeca que hay en el estante detrás de ella

-Pero en serio, Luz, tendrías que haber venido anoche. ¿Por qué no lo hiciste?

-¿A qué hora llegaste a casa? -pregunto.

-No lo sé...a las dos o así.

-Pues por eso no fui. Tenía que trabajar esta mañana.

-Es como si ya fuera adulta -dice Lucia.

La distancia entre tú y yo | LUMITY | •Adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora