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Cuando Amelia entra en el almacén, suelta un jadeo.

-¿Que ha pasado?

-Lo he dejado todo hecho un desastre.

Ella se sienta en el sofá y da una palmada a su lado. Me arrastró hacia Amelia y apoyo la cabeza sobre su regazo. Ella juega con mi pelo, trenzando y destrenzando un mechón.

-Soy una persona horrible. Pensaba que prefería morir a que mi madre volviera a estar embarazada, y ahora me siento como si me estuviera muriendo.

-Cuentame.

-Mi madre está enferma. Está en el hospital, pero no me dejaban quedarme.

-¿Eso es que no está embarazada?

-No.

-Y entonces, ¿Que hay de Royal?

-No lo sé. A lo mejor simplemente están saliendo. Debería llamarlo, ¿No? -Me duele la cabeza-. No tengo su número.

-No te preocupes. Tu madre se pondrá bien. Ella misma llamara a Royal mañana. -Asiento con la cabeza. Y Amelia me pasa la mano por el pelo unas cuantas veces-. Y bueno... ¿Dónde está Amity? ¿Ha salido para traerte comida o algo así?

Cierro los ojos con fuerza, pues no quiero pensar en la otra parte horrible de la noche.

-Lo de Amity se ha acabado para siempre.

-¿Que? ¿Por qué?

-Pensaba qué éramos ricas, Amelia. Es la única razón por la que le gustaba.

Ellla tose y ajusta su posición en el sofá.

-Eh... No te ofendas, pero ella ha estado aquí, ¿Verdad? ¿Porque iba a pensar que eran ricas?

-Porque conoce a mis abuelos. A los padres de mi madre. Y al parecer son de las personas más ricas de California.

-¿Que?

-Estaban esta noche en el evento benéfico.

-Vaya. Eso es una locura.

Me impuso para sentarme.

-Si qué es una locura, ¿Verdad? Debería estar enfadada al respecto. Con mi madre. Y con Amity.

-¿Estás enfadada con Amity porque tus abuelos son ricos?

-No. Porque esa es la única razón por la que le gustaba.

-¿Eso es lo qué te dijo?

-Bueno, no, pero... -Me paso las manos por la cara-. Pero ¿Cómo vamos a saberlo con certeza alguna de las dos? Incluso aunque me asegure que habría seguido saliendo conmigo de todos modos, nunca lo sabremos, porque ella no lo sabía y ahora no podemos demostrar nada.

Amelia me toma la mano con la suya.

-No todo hay que demostrarlo. A lo mejor deberías confiar en ella y ya está.

-¿Y qué hay de mi madre? ¿También debería confiar en ella? Porque ha estado mintiéndome toda mi vida, y estoy enfadada. Y me siento culpable por estar enfadada, porque está enferma.

Vuelvo a tumbarme en el sofá y me quedó mirando el techo.

-Lo entiendo; yo también estaría enfadada. Pero ¿No crees que se merecen saber que está enferma?

-¿Quiénes?

-Sus padres.

Asiento con la cabeza, pues sé que tiene razón.

-¿Podrías llamar mañana a Amity y conseguirme la información de contacto de mis abuelos?

-¿No quieres hablar con ella?

La distancia entre tú y yo | LUMITY | •Adaptación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora