Tanto he colocado las manos en el fuego poniendo en juego mi tranquilidad, tantas marcas han quedado en mis huellas ignorando que tal vez de nada de eso tenía necesidad.
Tanto he sacrificado mi paz mental por cosas que no tenían importancia, es que la mente se acompaña tantas veces de situaciones que sin darnos cuenta antes, fueron creadas por la ignorancia.
Pensé en tanto cuando tenía que pensar poco, si es posible ni siquiera pensar nada, pero me cegué creyendo que debía pensar en todo lo que me hacía daño porque lo ameritaba.
Perdí la cuenta de la veces que dejé de pensar en mí por alguien más, y en casi todas las cuentas irónicamente yo era la que terminaba fatal.
Siempre quería lo mejor para otros a pesar de que más adelante todo lo fueran a olvidar, nunca quise nada a cambio, con saber que pude ayudar en algo me podía conformar.
Tanto fuí infeliz pensando en el día a día, y aunque los días no sean buenos me dí cuenta que el 50% de mi tristeza era por todo lo que mi mente me decía.
Tanto llega a importarnos algo de manera que jamás se pensaba, pero no porque a otros les importe menos permitas que te hagan sentir que manejas tus sentimientos y emociones de manera exagerada.
Tanto queremos tener paz en un mundo intranquilo, tanto perdemos la estabilidad emocional por cosas que no siempre lo tienen merecido.