III

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El lobo azul me mira.

¿Qué?

-¿Guardaste el collar en tu alma?

-No podía perderlo, se veía caro.

-¿Cómo eres tan...?

-¿Qué? ¿Qué soy qué? Vamos, dilo maldito pulgoso.

Escuchó lo pasos por el pasillo, debe venir cerca. Estaré acabado si me descubre, le estiró el collar mostrándole.

-Toma, cómetelo, mastícalo, trágalo, no sé, has algo, pero rompe el localizador.

-No soy un perro-responde con brusquedad.

-¿Y que quieres que haga?

No pensé que había un localizador en el collar, ¿Para que mierda su majestad puso algo así?

Tuve que haber seguido mi instinto, tendría que haberlo vendido hace mucho.

-Activa tu poder y derritelo.

¿Mis oídos están mal? ¿Se volvió loco?

Por lo menos si el se lo comía, podía recuperarlo de su estómago.

Al menos algunas partes.

Aprieto el collar mostrándole. ¿No ves lo valioso que es?

-¡Es diamante puro! ¿Cómo voy a derretir algo tan caro? Me dolerá el corazón.

Y mi alma también.

-Entonces deja que él te descubra, ¿Qué vas a perder?

Eso es algo que no puedo hacer. Me molestará, dirá que tengo mucho trabajo que hacer. Papeleo y más papeleo.

Si no hubiera apostado tan estúpidamente no estaría huyendo de el.

Se supone que tengo que ser su ayudante hasta que el muera.

-Victor.

-No lo voy a hacer, puedes abrirlo y ver dónde está, si soy cuidadoso podríamos sacar el rastre...

-¡Victor!-el se transforma en un hombre joven, su cabello negro largo es de un azul marino, los mechones caen rozando mi rostro y sus ojos brillan de un azul claro, sus manos agarran los reposa brazos, esta tan cerca que me asusta-¡No hay tiempo! Ya derritelo.

-Pero...

-Serás el sucesor, tendrás más dinero de lo que te dará esa cosa.

El sujeta mi mano donde tengo el collar.

-Hazlo, el está por doblar.

Me dolerá más a mí qué al collar.

Mis quilates...

Activo mi poder nuevamente y derrito mi preciosa mina de diamantes.

Tantos años perdidos guardando este collar.

Que lastima.

Después de usar mi poder, siento mi pecho casi explotar. Toso frenéticamente, y cada vez que lo hago, un sabor metálico pasa por mi boca.

Maldito cuerpo.

El lobo se sorprende.

-¿Tan mal estás?

-Calla...cof..

-El llegó.

Evito mirar al Emperador, me limpio las esquinas de mis labios, debo tener sangre, y quizás no solo ahí.

Noto que el perro azul bloquea la vista de Kaiser.

Bien hecho.

-Saludos al sol del imperio.

-A un lado.

-No puedo su majestad, mi señorito está enfermo, por lo que debo llevarlo con el Médico.

Kaiser ignora las palabras del lobo y se me acerca, el perro suspira haciéndose hacía un lado.

Oh Kaiser, admito que te has puesto más guapo.

El me sonríe sacando un pañuelo, se arrodilla y me limpia los alrededores de mi boca con cuidado.

Le permito hacerlo, de todas formas no es la primera vez que lo hace.

Sus ojos azules miran los míos. El cabello rubio es como el sol, tan deslumbrante, mejor diré que es igual al oro. ¿Cuánto me darán si lo vendo?

El viste un traje completamente de negro.

¿Estás de luto?

Sonrió, se le ve bien.

El termina de limpiarme y le saludo respetuosamente.

-El sol ha salido, es un gusto conocer a su honorable majestad.

Los presentes me miran extrañado.

¿Qué? Siempre lo saludaba así, ¿Cuál es el problema?

-Estoy alegre-dice Kaiser.

-¿Su majestad?-preguntan los presentes.

-Me voy a casar.

¿Casarte? ¿Y con quién lo harás?

El lobo me dice que mire a mi lado.

Ah, quedó un diamante.

Pero el localizador se tuvo que haber roto.

No es posible que lo haya puesto en cada uno de los diamantes.

Eso sería muy loco de su parte.

Sus acompañantes hacen un lío por las palabras de su majestad, vamos, ya era hora que se casara, ¿Quién será la prometida? Espero que sea guapa, amable y muy rica, que tenga mucho dinero. También un buen estatus social.

Ser pareja del Emperador no es fácil. Si quiere ser amada, tiene que tener una buena personalidad, y hacer cosas que las personas amen, y poseer un buen corazón, la pareja perfecta sería alguien poderosa y aclamada como una figura única.

De esa manera, ambos, serían el uno para el otro.

-Felicidades su majestad.

Estoy feliz, por qué encontraste a alguien.

Es mejor que quedarse solo, ¿No?

Kaiser se ríe.

-¿El Emperador se está riendo?-pregunta su caballero imperial.

El perro sigue negando con su cabeza.

¿Qué te pasa?

¿Tendrá una pulga?

-Parece que el cuarto hijo no está entendiendo lo que digo.

¿Mm?

-Tu serás mi esposo.

¿Yo?

Me niego nuevamente.

-No, gracias.

Este tipo sigue bromeando, ¿Quién dice que se volvió un tirano?

-Lo serás.

Nadie merece ser mi pareja.

-No lo seré, soy menor.

Tengo 12, el me dobla la edad.

Deja tus bromas Kaiser.

-Le pediré la mano a mi suegra, y esperaré a tu mayoría de edad.

-¿Esto es una broma?

-No.

Mi cabeza...

El me mira seriamente.

¿De verdad?

¿Realmente quiere casarse conmigo?

El Archimago ha regresado. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora