Prólogo

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7 de Marzo de 1850. Palacio Echeverría.

El palacio es de dimensiones gigantescas, aunque algo grotescas.

Toda la sociedad Española e Inglesa unida en la misma fiesta, en el mismo baile.

Suena un vals tocado por músicos. Algunos tocan violín, otro la viola.

Todos visten elegantes, y lucen sus mejores joyas en el baile del año.

Las mujeres usan corset y llamativos vestidos. Todas tienen el pelo crespo, o usan elaborados peinados que lucen dolorosos.

Entre la gente, se pierde Catalina Federighi y su madre, Ana.

Catalina tiene apenas dieciséis años, su madre,en cambio, tiene treinta y seis.

La madre, está vestida con sus mejores ropas, tiene el cabello trenzado, y sobre éste, luce un velo.

Su vestido es digno de miradas y envidia de las otras damas del palacio. Está bordado por hilos de oro, y está hecho de seda, y teñido de color celeste, en un fallido intento de parecer más juvenil.

Catalina, tiene puesto un simple vestido verde. El cabello no lo tiene peinado. Su madre le exigió que se lo peinara, pero ella no accedió.

La joven no tenía ganas de asistir a éste baile, no después de que su madre la haya regañado de una forma tan brutal y gruñona.

La mayoría del tiempo, Ana era un demonio en la vida de su hija Catalina.

- Esta noche no quiero que me molestes-.susurró en el oído de su hija-.

- No lo haré, madre

- Me quiero ir tarde

- ¿Se puede saber por qué?-. se sintió intrigada Catalina-.

- Hoy conoceré al hombre que será mi futuro marido.

La muchacha sintió nauseas. ¿Su madre quería casarse de nuevo?

De cualquier manera, era entendible. Su madre estaba viuda desde que había nacido Catalina, hace dieciséis años.

Ana Federighi poseía una fortuna heredada de sus antepasados, que incluía muchas tierras en el área rural, un palacio gigantesco, y muchísimas joyas de tiempos antiquísimos.

La muchacha se quedó parada al lado de un pilar, mientras observaba a las chicas del pueblo bailar vals.

De inmediato, se destacó un hombre más alto entre los demás.

Caminaba desconcertado entre la multitud, buscando algo, o alguien.

Llevaba un caro traje azul, bordado con dibujos dorados.

Tenía veintisiete años, y su nombre era Arthur Longton, un inglés que vivió toda la vida en España.

Arthur tiene el cabello peinado, y ojos azules, grandes y brillantes. Es más alto que el resto de los hombres, y está perfectamente afeitado.

Cuando las miradas de Catalina y Arhur se juntaron, ella se estremeció. ¿Qué le ocurría?

A pesar de estar a varios metros de distancia, ambos se sintieron atraídos uno por el otro.

Él estaba dispuesta a sacarla a bailar, ella estaba dispuesta a aceptar.

Cuando estuvieron a unos diez metros de distancia, Arhur tuvo que detenerse. Ya que Ana irrumpió de repente en la escena, y comenzó a  hablarle al hombre.

- Lo estuve buscando por todas partes, señor Longton-.dijo la mujer-.

- Lo lamento... ¿Quería usted platicar conmigo,señorita Federighi?-.respondió Arthur-.

- Así es

- ¿Podría esperar un momento?-. dijo el hombre-.

Entonces miró a la dirección en la que estaba la muchacha, quería hablarle, quería conocerla, aunque sea, saber su nombre. Pero cuando vio en dirección al pilar, ella no estaba. Ella se había desvanecido.

Arhur y Ana se quedaron platicando largos minutos. Aunque él, buscaba con la mirada a la misteriosa muchacha por todas partes, pero no la encontraba.

El padre de Arthur, Frederik Longton, le aconsejó a su hijo que debía contraer matrimonio lo antes posible con una mujer de dinero.

Lo que nadie sabía, era que la familia Longton se había ido a la quiebra completa, y no tenían dinero para mantener su palacio ni sus tierras.

Por eso, la misión de Arhur era cortejar a Ana lo antes posible, para desposarse con ella y contraer matrimonio antes de que la noticia explote por el pueblo, y antes de que la familia Longton no tenga un techo bajo el cuál dormir.

- Señor Longton, es muy tarde, lamento decirle que me debo ir-.dijo Ana-.

- Que lástima... ¿La podré ver de nuevo?

- Por su puesto... Sabe perfectamente donde yo vivo...

- Lo sé, no podría olvidarlo

Arhur llevó a la madame cerca de los carruajes, y le besó la mano.

- Señorita Federighi... deseo manifestarle mis intenciones respecto a su persona

- Señor Longton, por favor

- Estoy interesado en alguien como usted. Con alguien como usted yo sería capaz de pasar toda mi vida

- Me sonroja...

- ¿Puedo ir a verla mañana?

- Lo pensaré-. Ana sonrió, y subió a su carruaje-.

Arhur se quedó un momento pensando, y decidió volver al palacio.

Mientras caminaba distraído por los algo oscuros pasillos, chocó con alguien.

- Disculpe, señorita-. dijo, y entonces se encontró con Catalina, la mujer que él quería sacar a bailar-.

- Permiso-. dijo ella algo molesta y apurada-.

- Señorita, yo quisiera saber su nombre-.dijo Arthur hipnotizado por la muchacha-.

- Estoy muy apurada, con permiso

La muchacha corrió a abordar un carruaje.

Arhur se quedó observándole, sintiendo aún su fragancia. Viendo aún sus hermosos ojos celestinos. Y en el suelo, una horquilla de oro con una piedra rosada, que pertenecía a la muchacha.

Arhur la guardó en su bolsillo, así, siempre la recordaría... Pasara lo que pasara.

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