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EMILIO LARA






Después de nuestra primera victoria en el torneo todo el equipo se encontraba más que entusiasmado. No era una mentira ni un secreto que el equipo últimamente había estado algo decaído después de aquella eliminación en 2022, además los mexicanos que estuvieron en el Mundial de Qatar están aún algo heridos por el mal desempeño que se vivió.

A pesar de eso el show debía continuar y estuvimos haciendo lo que teníamos que hacer hasta por fin ser los ganadores de un encuentro.

Veía como la mayoría se encontraba con sus esposas e hijos, celebrando y haciendo planes para seguir la celebración en otro lado. Mi familia también estaba aquí, mis hermanos que también entregan fútbol y mis padres que son mi motor para seguir dando lo mejor de mi.

Y como pueden ver solo mencioné a mi familia, pues no existía alguna novia o algún ligue con el que estuviera saliendo.

— Lo hiciste bien hijo — comentó mi mamá mientras me daba un corto abrazo y una suave caricia en mi cabello aún empapado por el sudor.

— Gracias a todos por estar aquí — agradecí completamente honesto, pues tener su apoyo entre tanta presión por la afición era mi soporte.

— Todo pasará hermano, sabes que no tienes competencia y que día a día mejoras más— agregó mi hermana Camila.

Les dí una cálida sonrisa antes de despedirme y entrar a los vestidores, ellos se quedaron en las instalaciones para esperarme tal vez.

En cuanto entré al vestidor me encontré con toda una fiesta, mis compañeros hacían lives o grababan para sus historias. Otros se tomaban fotos entre sí o simplemente salían en los lives e historias diciendo algunas palabras bastante evidentes en cuanto a emoción por haber tenido una victoria.

Si nuestro Director técnico los viera les daría una reprimenda, pues el siempre ha dejado en claro que una victoria no significa mucho. Ahora sabia que tenía razón, el año pasado siempre estábamos gritando goles y demás. Al final pasó la eliminación que nos dolió, a mi sobre todo, no fue ninguna mentira que me solté a llorar dejando salir toda la frustración que tenía dentro de mi.

Es ahí donde aprendí que el técnico tenía razón, una victoria no nos garantiza absolutamente nada. Ahorita estamos celebrando y después, quien sabe si estaremos cabizbajos por alguna derrota.

No es que sea un aguafiestas o un niñato fresa, también me gusta entrarle a la fiesta y al descontrol que mis amigos y compañeros hacen. Simplemente en este momento sentía que no estaba para ese tipo de cosas.

— ¿ Por que tan serio pelón? — preguntó Álex Zendejas, mi compañero de equipo y habitación cuando nos vamos de viaje.

— Ando algo cansado nada más— respondí
Siendo totalmente honesto.

— Yo que te venía a invitar a un lugar al que Jona quiere ir — sonrió de medio lado — dice que va a gustarnos.

— No gracias, ya conozco el tipo de lugares al que le gusta ir — acate.

Y es que el año pasado había decidido acompañarlo a uno de esos lugares a bailar, con privacidad y toda la cosa. Al final casi nos querían linchar por que éramos futbolistas y se supone que no deberíamos estar en esos lugares.

Aún no entiendo por qué no entienden que también somos personas y tenemos derecho de hacer las mismas cosas que los demás, claro que con mucho más medidas de precaución pero lo mismo al final.

— No seas aguado Pelón, vamos al menos un rato a celebrar que ganamos — abrí la boca para responder, pero me interrumpió— Y no salgas con las mismas palabras del Tano por que ya nos la sabemos de memoria y cansa — solté una risa

𝙋𝙨𝙞𝙘𝙤𝙙𝙚́𝙡𝙞𝙘𝙖 |𝙀𝙢𝙞𝙡𝙞𝙤 𝙇𝙖𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora