| 28 |

448 51 1
                                    

EMILIO LARA.











Desperté viendo a mi alrededor, el reloj marcaba las siete de la mañana. En una hora debería estar saliendo al entrenamiento de hoy, pero no quería hacerlo cuando me sentía agusto en este lugar.

Támara descansaba a mi lado, cubriendo su cuerpo con la sábana como si nada estuviera pasando a su alrededor. La entiendo por qué yo también había descansado de maravilla, me había hecho tanta falta.

Sonreí recordando todo lo que había pasado desde la noche, en donde le confesaba que era una probabilidad lo que sentía por ella, en donde ella me besaba y nuevamente la hacia mia. Recuerdo incluso que antes de venir a la cama a dormir, me hizo cambiar todas las sabanas y almohadas. Era extraño, pero después dijo que no quería dormir en el mismo lugar en donde probablemente lo hizo Lucía.

Obviamente estaba celosa, así que le hice caso y cambie todo antes de por fin descansar

Observé como se movía un poco, estaba despertando y lo sabía por como estaba tallando sus ojos. A los pocos segundos sus ojos de abrieron y al igual que yo, vió a su alrededor antes de que sus ojos de encontraran con los míos

— Buenos días — esbozó una sonrisa que me hacía notar cuan feliz estaba de amanecer aquí.

— Buenos días hermosa — la salude de vuelta, acercándome a ella. No podía seguir sin probar sus carnosos labios, así que lo hice.

Ella me correspondió al instante, cuando nos separamos ella sonrió aún más

— Que genial se siente volver a despertar contigo a mi lado — se sinceró.

— Estoy de acuerdo— admití— aunque aún no puedo creer que me hayas buscado, la última vez parecía que no querias saber nada de mi

Ella hizo una mueca moviendo la cabeza de un lado a otro, parecía que estaba dudosa, pero después de decidir por unos segundos habló.

— Estaba celosa, de verdad estaba pensando en nunca más volver a buscarte y dejarte ir. Es como ese dicho de si lo amas, déjalo ir, pero también es una tontería no insistir, por que dicen que el que persevera alcanza. — Negué sonriendo divertidamente. — Aunque también tuvo mucho que ver un amigo tuyo.

Inmediatamente frunci el ceño, ¿Que amigo mío podría haber influido en que ella me buscara?.

— No te creo— dije.

— En verdad, llegó preguntando por mi. Al principio pensé que quería algún tipo de servicio, se me hacía enfermo por que era amigo tuyo, pero después me explico.

— ¿Que te explicaron y quien fue? — pregunté sonando intrigado.

— Fue Alejandro, llegó diciéndome lo que tu otro amigo estaba haciendo con la prima de su novia. Hablamos y para no hacerte el cuento tan largo, me convenció de intentar una vez más contigo— mordió su labio — a palabras de el, dijo que eras un poco retardado en darte cuenta de las cosas.

En otras circunstancias me habría sentido ofendido de que Alejandro me haya pintado como un menso, pero en esta ocasión era distinto.

Supongo que debo agradecerle por haber hablado con ella, por que admito que soy un idiota para tomar decisiones importantes y casi siempre término cagandola.

Como tenía que irme, nos levantamos y me di una ducha mientras ella me preparaba algo con lo que había en la cocina, nunca comía aquí así que no hacía muchas compras

Cuando estuve listo y ya tenía mi maleta de entrenamiento en la mano, salí al comedor en donde ella ya me esperaba mientras estaba escuchando ¿Kenia Os?, si creo que era esa cantante.

𝙋𝙨𝙞𝙘𝙤𝙙𝙚́𝙡𝙞𝙘𝙖 |𝙀𝙢𝙞𝙡𝙞𝙤 𝙇𝙖𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora