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EMILIO LARA.











Me removí ligeramente incómodo tras el ruidoso celular que sonaba, hasta que caí en cuenta de que era el mio el cual sonaba inquietantemente.

— Contesta ya— la chica a mi lado gruño, la entiendo, estaba fastidiada.

Abri los ojos encontrándome con mi cuerpo descubierto del torso, pues la suave y fina sabana solo cubría mi entre pierna.

Girando mi vista, estaba Tamara. Ella también estaba cubierta por la sabana, dándome la espalda y dejándome ver su hermosa silueta.

El teléfono sonó una vez más, haciendo que me levantara en busca de el. Fui a donde había quedado mi pantalón y rápidamente lo levante, buscando en los bolsillos y encontrando con el ruidoso aparato.

Contesté.

— Que pasó — pregunté al atender la llamada de mi madre.

¿de verdad me preguntas que pasó?, más bien yo debería preguntar eso. ¿ En donde estás Emilio?.

me salí en la noche, vine con... Mi novia — hice una mueca al decir esa palabra.

Mínimo hubieras avisado, me preocupe cuando me levanté en la mañana y no verte. Además, ni siquiera atiendes las llamadas, no sabes la preocupación que me dió — me reclamó.

— Perdón, pensé que ya estaban dormidos anoche y por eso no avisé.

Gracias al cielo estás bien, pero trata de ser un poco más considerado Emilio.

Lo seré. — afirme para calmarla un poco.

¿vuelves a la casa o estarás con ella? — preguntó cambiando el tema.

— Aun no se, me voy despertando

Bueno... Sabiendo que estás bien, me quedo mucho más tranquila. Te llamaré más tarde.

Adiós ma.

Colgué la llamada dejando el celular caer en un mueble que había en la habitación.

Voltee mi vista para encontrarme con la mirada curiosa de Támara, quien estaba sentada sobre la cama, cubriéndose lo suficiente con la sabana.

Parece que estaba despierta y, la entiendo, yo también me fastidiaba cuando hacían mucho ruido y no dejaban dormir. Era obvio que el sueño se le había esfumado.

— ¿Tu mamá? — inquirió.

— Si, digamos que huí de casa ayer en medio de la noche.

— Como todo veinteañero — río.

Me senté frente a ella, viendo sus ojos directamente hasta que ella habló nuevamente, con algo que me dejó helado.

— ¿Por que sigues fingiendo frente a tu familia respecto a mi? .

Enarco una ceja esperando mi respuesta, la cual no tenía en este momento.

— Si te soy sincero, no lo se.

Y no mentía, ni siquiera sabia por que seguía fingiendo que estaba en una relación con ella.

— Es muy fácil decir que hemos terminado, Emilio. No tienes por que seguir con esta farsa.

Fue mi turno de enarcar una ceja y verla con un poco de confusión, su manera de decir las cosas y de hablar, me hacía pensar que seguía molesta por la discusión del otro dia.

𝙋𝙨𝙞𝙘𝙤𝙙𝙚́𝙡𝙞𝙘𝙖 |𝙀𝙢𝙞𝙡𝙞𝙤 𝙇𝙖𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora