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EMILIO LARA.








Cerré la puerta de mi auto y caminé hasta la casa que me vió crecer. Como ya era costumbre después de estar de viaje, venia a pasar la tarde con mi familia.

Mi hermano Diego fue quien abrió la puerta dejándome pasar después de nuestro saludo especial, dentro ya estaba mi familia riendo por algo gracioso, seguramente.

Tan pronto como estuve junto a ellos, los saludé con un leve abrazo.

— Por fin llegas, ya tenía hambre — se quejó Diego.

— Ya sabes como es el tráfico— respondí jugando con el poco cabello que tenía, ya que hace poco se lo había cortado demasiado.

— ¿Y tu novia? — cuestionó mi mamá haciéndome quedar callado.

Ella nunca preguntaba por ella, es más, ni siquiera se metía en mi vida privada.

Ahora lo había hecho causando sorpresa en mi.

— Ya ves que hace un par de días fue con Camila de compras, le dije que la invitara a recibirte — me explicó al ver que no respondía de nuevo.

Una vez más me sorprendí, la había invitado.

— No se, no he hablado con ella hoy — mi mamá me observó un poco sería. — es que tiene trabajo — su rostro de relajo.

— Deberías preguntar si viene o no — propuso.

No quería hacerlo pero terminé asintiendo y salí de la cocina intentando buscar un lugar con menos ruido.

Aunque si soy sincero, no se si en verdad llamarla o hacer como que lo hago.

Me preocupa el hecho de que mi madre comience a involucrarla en nuestros planes familiares, aunque eso sería lo más normal si en verdad estuviéramos en una relación.

Suspire y decidí llamarla, después de todo mi madre dió a entender que había aceptado venir y aún no llegaba.

Llamé a su número en un par de ocasiones, en las cuales nunca atendió. Después decidí enviar un mensaje, el cual si respondió.

Mi mamá dijo que venias a comer, si vienés entonces? √√

Tammy

Disculpame con tu familia, pero me siento indispuesta este día √√

Bueno, entonces paso a verte más tarde para ver cómo sigues, va?

Tammy

Claro.







Se me hizo algo extraña su manera tan seca de responder, cuando ella siempre lo hacía con mucho ánimo. Parecía que ella era ese arcoiris en los días nublados, pero esta vez ese arcoiris no estaba presente.

Dejando de lado esa extraña sensación, volví al comedor donde mi madre ya estaba sirviendo gracias a que Diego insistía en tener hambre.

— ¿Y bien? — preguntó cuando fui a tomar un lugar en la mesa.

— Manda a disculparse, al parecer si está ocupada — mentí.

— Supongo que será para la próxima, tu papá de verdad la quería conocer.

Justamente mi padre venía entrando a la cocina, lo salude ya que era el único al que no había visto.

𝙋𝙨𝙞𝙘𝙤𝙙𝙚́𝙡𝙞𝙘𝙖 |𝙀𝙢𝙞𝙡𝙞𝙤 𝙇𝙖𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora