| 19 |

454 41 0
                                    

EMILIO LARA.











Mi sonrisa no estaba presente esta vez, no sólo por mi vida privada, si no por lo que mi equipo estaba pasando esta noche.

Se supone que sería un día memorable para nosotros, por que íbamos por un buen camino rumbo a la final.

Pero todo quedó ahí.

Chivas, nuestro acérrimo rival nos había eliminado.

Por segundo año consecutivo, no había podido evitar el soltar lágrimas de desilusión y frustración. No sólo significaba haber perdido contra nuestro "clásico", si no una semifinal en un torneo que nos costó altas y bajas.

Miré a mi alrededor y mis compañeros estaban de la misma manera, decaidos, sin una sonrisa en su rostro. No había ni una pizca de otro sentimiento que no fuera tristeza, estaba seguro de que cosas peores vendrían a partir de aquí.

Me trague mis lágrimas y me senté en la banca, poniendo mis manos en mis rodillas para tratar de controlar la ira que comenzaba a apoderarse de mi ser al ver cómo la afición contraria se burlaba de la nuestra.

Bajé la mirada con mucha pena, tal vez yo no hubiera cambiado el resultado pero podría haberlo intentado. Pero ahí estaba el problema, no era un superhéroe ni de mi vida, no podía venir a serlo en mi equipo.

Con mucha pena, me retire de ahí hacia un lugar donde no viera más colores rojos y blancos.

A medio camino, justo en el túnel, estaba mi familia viéndome con mucha tristeza. Mis sentimientos fueron más abajo aún cuando ví que a pesar de haberla invitado, ella no estaba aquí.

Me dejé abrazar por mis hermanos y mis padres al menos por unos minutos, después fui por mis cosas sin siquiera cambiarme por que no quería escuchar ni saber más de esta noche y este fracaso para el equipo.

Ni siquiera quería conducir, así que Camila fue quien condujo. Insistieron en que fuera a casa con ellos y tal vez, era lo mejor.

No quería ir a la soledad de mi apartamento.

Una vez llegando a casa de mis padres, al hogar que me vio crecer, mi mamá intentó que cenara pero no quería. Preferí retirarme y subir a la que por muchos años, fue mi habitación

Al entrar y encender las luces, las lágrimas se acumularon en mis ojos. Los recuerdos de un pequeño Emilio vinieron a mi, un pequeño que aspiraba a ser campeón con si equipo y que no lo estaba logrando.

Deje caer un par de lágrimas cuando ví fotos con mis ídolos pegadas en las paredes,  fotos de sueños cumplidos como el ir a un Mundial a pesar de no haber participado del todo.

Estaba frustrado, de eso no tenía dudas.

Decidí darme un baño, lo necesitaba para poder dormir al menos un poco. El baño fue rápido, esta vez no había música como las veces anteriores, tampoco tarareos.

Fue muy rápido, tanto que al salir solamente me puse un short negro Nike y una playera blanca de la misma marca. Me deje caer a la cama y entonces, ignore un poco ese mal trago yendo a otro.

— ¿Por que no fuiste, Tammy? — musite para mi mismo.

Han pasado varios días desde aquel día en el que me corrió de su casa para estar sola, o al menos esa había sido su excusa.

La verdad es que después de pensarlo y analizarlo, llegue a la conclusión de que tal vez ella se había confundido.

Pensé que los dos sabíamos que esto no habría sucedido si no fuera por el contrato, sobre todo por que cuando yo le pedí saber más de ella en un inicio, me respondió que no podía hacerlo y que nunca podría haber nada entre nosotros.

𝙋𝙨𝙞𝙘𝙤𝙙𝙚́𝙡𝙞𝙘𝙖 |𝙀𝙢𝙞𝙡𝙞𝙤 𝙇𝙖𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora