| 15 |

459 42 0
                                    

EMILIO LARA.











Mi desesperación estaba al máximo cuando miraba la hora y notaba que Tammy no atendía ni mis mensajes, ni mis llamadas. Miraba por la ventana de mi casa esperando verla cruzar la calle o algo, sin embargo no era así y eso me hacía sentir ansiosa.

Después de pensarlo un par de minutos, tomé el juego de llaves donde estaban los de casa y los del auto. Baje lo más rápido por el elevador hasta el estacionamiento de mi edificio, para después subir a mi auto y marchar a casa de Tamara.

La razón por la que quería verla, era por que mañana a medio día marchaba a Estados Unidos para un partido amistoso con el América. No la vería por algunos días y por eso quería estar con ella hoy.

Era otra de las costumbres que había tomado en cuanto a ella, pasar el día juntos antes de irme.

Media hora más tarde ya estaba entrando a su privada y estacionandome frente a su casa, bajé del auto y rápido toque el timbre.

Escuché unas cuantas voces dentro de la casa y algo de música, lo que me hizo pensar que tal vez estaba con visitas y por eso no me había atendido en toda la mañana.

Pensé en irme y volver más tarde,pero no pude ni siquiera dar un paso cuando la puerta de abrió.

Una chica tal vez un poco más grande que yo, de estatura mediana, cabello rubio y ojos avellana abrió la puerta. Ella me sonrió y habló de inmediato.

— ¿Buscas a Támara? — preguntó, asentí con una sonrisa que espero no haya salido como una mueca. — ¡Tam, te buscan! — gritó.

No pasó ni dos segundos cuando escuche pasos acelerados y me encontré con la persona que estaba buscando.

— Emi — dijo mi nombre con una sonrisa y un tono de sorpresa.

— Los dejo — la rubia habló solo para darse media vuelta y marcharse por donde vino.

— ¿Pasa algo? — pregunto Tamara al ver que me había quedado callado.

— Solo me preocupe, digo, es que no sabía nada de ti.

Ella me observo y después sonrió, cruzando sus brazos y viéndome de una forma tierna.

— Al parecer has descubierto que la gente se preocupa cuando no les atienden los mensajes y las llamadas — comentó con un tono irónico que me hizo sonreír.

— ¿Entonces te estás vengando de las veces en las que yo no respondía? — pregunté con los ojos entre cerrados, pero ella río.

— No, es solo que tengo a mi familia de visita. Es mi cumpleaños, vinieron de sorpresa y... — la interrumpi

— Para ahí, ¿Es tu cumpleaños y yo no lo sabía? — pregunté confundido.

Ella me observo con sus enormes ojos y una sonrisa burlona, asintiendo como si nada.

— Si, es mi cumpleaños— afirmó.

— Demonios, si tu me hubieras dicho tendría un regalo para ti en este momento— volvió a soltar una risa.

— No hace falta que gastes en un regalo, mejor, puedes quedarte conmigo y así disfruto mejor de mi día .

— ¿Quienes están dentro? — quise saber antes de aceptar.

— Solo mi prima, su esposo y un par de amigas de la preparatoria. — me contó

— Podría, no lo se.

La verdad es que no quería conocer a su familia, no cuando en realidad lo que tenemos es una mentira. Podemos decirle al mundo que somos novios, pero nosotros sabemos perfectamente que no es así.

𝙋𝙨𝙞𝙘𝙤𝙙𝙚́𝙡𝙞𝙘𝙖 |𝙀𝙢𝙞𝙡𝙞𝙤 𝙇𝙖𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora