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EMILIO LARA










Sentía un poco de dolor de cabeza después de la noche que pasé. Si sienten curiosidad por saber que pasó, no fue nada más allá se un baile sensual. Su nombre y sus movimientos eran tan sensuales que, habían logrado cautivar mis pensamientos.

A pesar de sentir el dolor de cabeza, teníamos que venir a entrenar. Bueno, más bien solamente tuvimos recuperación y un poco de gimnasio para no perder forma. Ahora estamos en el área de afuera en las bicicletas, pedaleando mientras cada quien está en su mundo.

Sentí que alguien tocaba mi hombro, me dispuse a ver de quien se trataba y me di cuenta de que era Álex.

— ¿ Que onda? — lo saludé con un movimiento de cabeza y una sonrisa

— ¿ Sigues pensando en lo de ayer? — asentí ligeramente — Y tu que no querias ir — solté una risa

— Creo que después de eso no vuelvo a rechazar una salida con ustedes. — comenté haciéndolo reír.

— Ah ni yo, pero eso si, nadie más tiene que saber de esto. Recuerda que tenemos una imagen que cuidar. — asentí recordando esa parte.

— ¿ Es seguro ese lugar? — el entendió rápidamente a lo que me refería

— No les conviene perder buenos clientes y el buen dinero, así que no dirán nada. Pero igual no es malo que tomes tus propias precauciones si es que vas a ver de nuevo a esa chica.

— ¿ Por que la vería de nuevo? — cuestione con el ceño ligeramente fruncido.

— No chingues Emilio, todos nos dimos cuenta anoche de como la veías. Es evidente que te encantó y que no será la última vez que vayas solo por ella. — me reí de lo obvio que era.

— Pues no te lo niego, pero ni pedo, no creo que sea buena idea ir y menos solo.

— Aah pero para eso me tienes a mi que soy tu amigo— palmeo mi hombro — Cuando quieras voy contigo, también me quedaron ganas de repetir experiencias — alzó sus cejas divertido

— No es mala idea, hay que ir antes de irnos de viaje — el asintió en forma de estar de acuerdo, pues mañana nos ibamos de viaje para un partido.

— Me parece buena idea, más tarde cuadramos bien.

— ¿ De que hablan muchachos? — una tercera voz se unió a nuestra conversación, Israel Reyes.

— Ah de que un día de estos vamos con su amigo el barbero — respondió Álex con una excusa algo creíble.

— Ya veo — respondió Reyes acomodandose al otro lado de Alex.

Yo no dije nada, sabía que alex sabia que hacer. Israel no nos caía mal, al contrario, teníamos una buena relación con el. Sin embargo sabíamos que no podíamos ir por ahí ventilando los lugares a los que vamos o lo que queremos hacer, nunca sabemos a quien se le pueda ir la lengua.

Además, Israel era demasiado correcto para mi gusto. Es como si no rompiera ni un plato, algo que a mí casi no se me da.

Terminamos de hacer el ejercicio que nos habían puesto y después, fue hora de volver a los vestidores para una ducha y poder irnos.

Hice lo que tenía que hacer, tomar una ducha y después ponerme la ropa que tenía prevista para esta ocasión. Alex me envió mensajes diciendo que si nos ibamos en mi coche por que el suyo necesitaba reparación de no se que. Le dije que si, que pasaba por el a las diez.

𝙋𝙨𝙞𝙘𝙤𝙙𝙚́𝙡𝙞𝙘𝙖 |𝙀𝙢𝙞𝙡𝙞𝙤 𝙇𝙖𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora