12: Cambios positivos.

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12: Cambios positivos.

Lo más difícil de decirle adiós a una persona son los pequeños detalles. Las cosas por las que te diste cuenta de que estabas enamorada.

Por ejemplo, las rutinas que compartían juntos. Actividades tan insignificantes que un día se te olvidan que son igual de importantes como ir a una cita o decir «te amo».

En mi caso, viendo una película de Los Guardianes de la Galaxia, me pregunté si Devon estaría imitando a Groot o si se estaría mofando de Star-Lord por sentirse inferior —con justa razón— a Thor.

Durante los primeros días sentí su ausencia. Me desgarraba por dentro no verlo, querer verlo, y recordarme constantemente porqué no debería extrañarlo. Estaba pasando por un desgaste emocional tan fuerte que mi padre me obsequió unos cuantos días libres… que se convirtieron en semanas.

Pero, retornando a los primeros días, te puedo decir que ya no era la misma Megan. Cuando sucede algo tan dramático en tu vida tu mundo cambia. La manera de ver a los demás cambia.

Quisiera decirte que eso me llevó dos o tres días. Que a la semana yo estaba pisando fuerte y siendo una Diva. Pero la realidad es distinta, amiga. En la vida real toma incluso años regresar al punto de partida. Y no quiere decir que volverás a ser la misma persona de antes.

Mamá me lo dijo un día.

—El romper con Devon te ha cambiado, Meg. Se te ve distinta. Tu mirada no es la misma.

Ese día me di cuenta de que ella hablaba de los cambios que enfrentaba por dentro. De los que solo mi terapeuta tenía conocimiento.

Dos semanas después de terminar con Devon me vi sumergida en un mar oscuro y tenebroso. Lleno de criaturas que luchaban entre sí para apoderarse de mi alma. Esos monstruos querían quitarme lo único que me hacía humana. Querían dejarme con una sola emoción: la desolación.

Me dije que no necesitaba tocar el fondo para detener lo que venía. Entre más tardara en pedir ayuda, sería peor. Por eso me di una vuelta por el campus y pedí una evaluación con la psicóloga de la universidad. En teoría, como ya no asistía al MIT no tenía privilegios, pero ella era una buena amiga de la familia, así que accedió con la condición de ser su asistente a medio tiempo. No era gran cosa: ayudarle a clasificar las evaluaciones psicológicas, ordenar su papelería. Agendar las conferencias en el campus y esas tonterías.

Papá vio extraño que estuviera trabajando pero no recibiera pago. Por eso tuve que contarle parte de la verdad: que el rompimiento con Devon fue difícil.

No pude decirle que el chico que él invitó a un par de cervezas algunos domingos me agredió sexualmente. Lo mantuve en que nos dijimos cosas feas y ya no había marcha atrás.

Con mamá fue incluso más sencillo. Le confesé la verdad a medias. Que fui infiel, que Devon se enteró y se le pasó la mano con sus actos. Dejé ir entre líneas que me tomó a la fuerza, y lloramos juntas.

Aser tenía razón, contarle a él no se sintió tan aterrador y fuerte como lo fue con mi madre o con mi terapeuta. Entendí porqué dijo que se pondría feo: porque no paré de llorar durante cinco horas.

Yo: ha pasado algo de tiempo. Me pregunto si quisieras ir a comer. O lo que tú quieras. Avísame.

Darling: hola, desconocida! Pensé que la tierra te había tragado.

Darling: estoy cuidando de Peter.

Darling: Pero si quieres comer helado con una madre soltera…

Yo: suena bien. Helado es mejor que comer.

Sonreí ilusionada a la pantalla. De todas las chicas del bachillerato, Darling era la única que consideraba mi amiga. Jamás quiso a Devon. Bueno, al principio, no hubo problema. Pero cuando vino la vida real ella decía que Devon absorbía mi tiempo. Que no era justo que él dictara mi hora de llegada y a dónde podía ir.

—Eso es una dictadura. No una relación.

Eran sus palabras. Me fui aburriendo de esos comentarios. Una parte porque tenía razón, pero otra porque lo decía con amargura, haciendo que perdiera la paciencia. Era ese tipo de amiga que se la pasaba quejándose y, a pesar de que tenía razón, me cansaba escuchar su cantaleta las pocas veces que podíamos salir.

Luego ella terminó embarazada y ni siquiera tenía diecinueve. Sentí celos del valor que mostró al continuar con su embarazo a pesar de que el padre del bebé le dio la espalda. Me llenaba de más amargura cuando me decía que no podía quedar a comer porque se sentía mal. Creo que Devon fue solo la punta del iceberg para distanciarme de Darling. La envidia jugó un papel importante.

Pero quería retomar la amistad. Fue una buena amiga que se preocupó por mí, pero no supo cómo hacerme ver las conductas nocivas de Devon.

Mi terapeuta me explicó que Devon era un chico con tendencia al apego emocional. Que vio en mí a la persona ideal para forjar su dependencia. Él, en el fondo, tenía miedo de ser padre debido a las cosas que su mamá le dijo. Se veía a sí mismo inhabilitado para ejercer ese rol; por eso el tema de los embarazos para él se volvía un asunto complicado.

Y cuando llegamos a la parte del abuso sexual, me comentó que no podría darme un motivo en específico para lo que hizo. Podría ser porque perdía el control de su mundo. Porque finalmente no pudo dominar su explosión.

—Tendría que obtener información de su crianza. De cómo fue su figura paterna. Del vínculo con su madre, del ambiente en el que fue criado. No basta con lo que me cuentas, Megan.

Fue lo que me dijo cuando prácticamente le exigí una explicación. Me pidió que me enfocara en mi sanación y no en buscar las respuestas a porqué Devon fue de una forma y luego cambió.

—Vamos de a poco. Tienes amistades que recuperar y disfrutar de esta etapa de sanación. No tiene que ser una tortura, Megan. Todo depende de cómo quieras afrontar esta experiencia.

Y de reencontrarme con Darling, de asistir a terapia, de enderezar mi vida, y de no saber ni de Devon o Aser, habían pasado cuatro meses.

Cuatro meses que me ayudaron a sentirme cómoda con mi soledad. Esos meses que me llevaron a apreciar a mi familia. Y a sentirme mejor con respecto a los abortos y a la violación.

Como yo lo veía, estaba lista para empezar a vivir.

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Holaaa!

Bueno, sí, es corto. Pero no me pareció buena idea rellenar el capítulo de cosas que no van con la historia. El tema central se trata de Aser y Meg. No de una sanación. Además, sé que muchas personas tomarían las terapias en el sentido literal y el libro no es una guía psicológica. Sin embargo, el que no muestre el proceso de Megan no quiere decir que no iba a incluir aunque fuera un capítulo de cómo consiguió avanzar.

Los siguientes capítulos serán cortos (eso creo). Mi idea principal para este libro era poner a prueba mi creatividad en el lado erótico. Quiero retomar esa línea. Aunque no serán muchos capítulos los que restan del final.

Por eso vi importante hacer este capítulo, porque lo que viene será más carnal y humano y necesitaba una prota lista para la guerra.

Nos vemos pronto :)

KavanoughDonde viven las historias. Descúbrelo ahora