14: Kavanough.

93 14 1
                                    

14: Kavanough.


Chillé de emoción. No te miento, mi mamá vino corriendo para saber qué bicho me había picado. O si se metió un ladrón.

—Claro, mamá. Voy a chillar para que me den un balazo —renegué.

—Es lo que yo haría —protestó, viéndose indignada de que yo estuviera juzgando su reacción.

—Vale, ma. Buenas noches. —Agité la mano para darle énfasis a mi despedida.

Ella se marchó vociferando que la mataría de un disgusto y más cosas, sin embargo, nada me quitaría la sonrisa tonta de mi cara.

Yo: creí que no responderías.

Yo: estabas atendiendo a otra cerda?

Aser: no. Esta vez era una yegua.

Aser: ha pasado un tiempo, preciosa.

Aser: cómo vas?

Yo: genial. Qué me dices de ti?

Yo: lo siento. No estaba lista.

Yo: asistí a terapia.

Me mordí la cutícula esperando su respuesta. Ahora que estaba chateando con él no quería parar.

Aser: me alegro mucho, preciosa.

Aser: la vida de campo es cotidiana. Nada nuevo por acá.

Yo: ¿ya tienes una novia amante del estiércol de vaca?

No estaba perdiendo el tiempo. Si me decía que no le daría con todo a la posibilidad de verlo algún día. Y si tenía novia, bueno, igual quería verlo.

Me asustaba la atracción que sentía por él. Cómo mi cuerpo reaccionaba al simple hecho de recibir su mensaje me asustaba, pero también me llenaba de adrenalina pura.

Aser: nada estable.

Aser: me conoces.

No lo conocía como quería. Teníamos química en la cama. También fuera de ella. Pero bien podría ser porque ninguno proyectó el deseo de tener algo más. Y, aunque sonara apresurado, se me antojó que quería más con él.

Aser: qué hay de ti?

Yo: ocho meses soltera.

Yo: Vaya, sí que ha pasado el tiempo.

No lo sentí tan largo hasta ese momento en el que me propuse contar cuánto tiempo tenía sin follar.

Aser: sí. Ya no recuerdo cómo eres…

Aser: 😈

Jum… El diablillo morado era sinónimo de travesuras. O en este caso, de doble sentido.

Yo: pasamos directo a la charla sucia, eh?

Aser: la vida es corta, preciosa.

Aser: podrías refrescar mi memoria.

Aser: Soy algo viejo, suelo olvidar las cosas.

Se me escapó una sonrisa divertida. Él tampoco estaba jugando.

Decidí que le enviaría una foto de mi estado actual, tirada en la cama, con una camiseta de MIT que me llegaba a las caderas. Un pantalón de Rodolfo el reno. Sí, Navidad ya había pasado, pero era muy cómodo.

KavanoughDonde viven las historias. Descúbrelo ahora