XII

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Entré en la habitación dando un portazo y recogí todas mis cosas para después salir y andar por el pasillo.

Iba a ser un poco cortarollos pero necesitaba a mi mejor amiga.

Toqué a la puerta de la habitación de Sira y esperé hasta que un Ferrán abrió. Creo que debió notar las lágrimas que corrían por mis mejillas porque se apartó enseguida de la puerta dejándome entrar.

En cuanto Sira entró en mi campo de visión, se levantó y me abrazó muy fuerte.

Llevaba dos horas llorando sentada en la cama de Sira y Ferrán.

Ferrán se había ido hace un rato para dejarnos solas y aprovechar para comprar algo de comer.

– ¿Qué vas a hacer Leah? Podemos decirle a Ferri que duerma con Gavi esta noche y te quedas conmigo.– dijo Sira acariciándome la cara para quitarme las lágrimas.

– Es que no ha sido que se presentara aquí su ex. Eso me daba absolutamente igual, tal vez la chica solo quería desearle suerte en los partidos. Ha sido el hecho de que decidiese dejarme allí tirada por ella y encima me gritara y me mirara... Dios Sira, no has visto como me ha mirado la última vez.– empecé a llorar otra vez.

Sira me acariciaba la espalda para reconfortarme y yo solo podía seguir llorando.

Al rato se presentó Ferrán que venía acompañado de Pedri.

Pedri al verme en ese estado se preocupó y acabé contándole la historia.

– No pasa nada Leah. Dale tiempo y no le des la oportunidad de verte mal. Si quiere recuperarte, que le cueste.

Le sonreí. Pedri era la mejor persona que había conocido en este mundo.

Recuerdo que yo había tenido unos amigos nefastos y siempre acudía a Sira.

Ahora que tengo a gente tan extraordinaria en mi vida, pienso cuidarles como si me fuera la vida en ello.

Estuvimos hasta las tantas hablando y riéndonos los cuatro hasta que Pedri comentó que debía irse a dormir y Ferri le dijo que se iba esta noche con él.

– No no Ferrán. Iré yo con él. No pasa nada, de verdad. Estaré bien.

Me levanté, cogí las cosas y me fui a la habitación de Pedri.

– El baño está aquí, si necesitas cambiarte ya sabes. Yo voy a esperar a que salgas.

Me cambié poniéndome cómoda y salí del baño.

Pedri estaba tumbado en su cama y mirando la pantalla del televisor.

Me tumbé a su lado arropándome y miré la tele sin darme cuenta del tiempo.

No sé cuanto tiempo me pasé viendo la tele con Pedri, pero cuando quise darme cuenta estábamos viendo una película de risa y no parábamos de troncharnos a cada rato.

La película había acabado y Pedri apagó la tele, dejándonos en una oscuridad completa.

Yo miré el techo y suspiré.

– ¿Te gusta?

Pasé de mirar el techo a mirar a Pedri y cogí aire.

– Me encanta.– suspiré.– Pero no voy a permitir que me trate así Pedri.

– Carla no debió presentarse aquí.

– Eso ya da igual. Lo hecho hecho está, no pienso ceder con esto. Va a necesitar más que palabrería bonita para que vuelva a dirigirle la palabra. Para mí ahora mismo no existe.

– No voy a decirte que Gavi es tal, o Gavi es cual... Es mi amigo pero no puedo defenderle con esto. Tiene que tomar sus decisiones y abstenerse a las consecuencias.

Asentí dándole la razón y seguí mirando el techo.

– ¿Cuándo es el próximo partido?

– Mañana, por la tarde-noche.

– ¿Puedo pedirte un favor?

– Sí. El que quieras. Dime, ¿qué necesitas?


Me había puesto tres pantalones distintos y no me veía bien con ninguno hoy.

Cuando me decanté por uno me miré al espejo. La camiseta de Pedri con el número 26 a mi espalda dejaba claro que iba a darlo todo por apoyarles en este partido.

Habíamos entrado rápido también esta vez y nos fuimos a las gradas que estaban justo encima de los banquillos.

Aquel día hacía frío y había tenido que subir a por una chaqueta antes de irnos.

Aunque en esos momentos, el estadio empezó a llenarse y yo empecé a morirme de calor.

El partido había comenzado y Alemania no era un equipo fácil.

Los chicos estaban dejándose la piel en el campo y consiguieron marcar un tanto a nombre de Morata en el minuto 62.

Yo decidí quitarme la chaqueta y seguí observando el partido.

En el minuto 83 nos empataron y así fue como acabó el partido.

Los chicos habían ido a los vestuarios y Sira y yo fuimos para allá para animarles un poco.

Cuando entramos Gavi miró en nuestra dirección y se quedó mirándome fijamente, apretó los puños y cuando me quise dar cuenta había estampado a Pedri contra la taquilla.

– ¡Le das tu camiseta! ¡Eres un puto traidor Pedri!

Pedri lo empujó y Gavi fue de nuevo hacia él para abalanzarse hasta que me puse en medio.

Miré un segundo a Gavi y me giré para ver a Pedri.

– Lo siento Pepi, ¿estás bien?

– Tranquila Leah. Estoy bien

Gavi salió de los vestuarios sin decir nada y pegando un portazo después.

Quería seguirle. Necesitaba seguirle. Pero también necesitaba hacerme respetar, así que por eso mismo no lo seguí.

Tuve que ir en el mismo coche que él, pero no nos dirigimos la palabra en ningún momento.

Gavi no paraba de mirar mi camiseta. No sabía que iba a joderle tanto.

Cuando llegamos al hotel, salió disparado a la habitación y yo me fui a la de Pedri, que quedaba justo al lado.

Él me vio entrar y comenzó a andar hasta mí y cuando fue a abrir la boca, yo cerré la puerta y me apoyé en ella.

Sé que está dolido, pero no puede ponerse así cuando él mismo me dejó tirada por su ex.

La que debería estar enfadada soy yo. No él.

Cuando miré hacia el frente tuve la imagen de Pedri mirando su móvil.

Me acerqué y me senté a su lado.

– Oye, habéis jugado bien ¿vale? No pasa nada por empatar. El próximo saldrá mejor, ya verás.

– Eso esperamos Leah. Ojalá. Yo hasta entonces voy a seguir trabajando.

– Eso es.

Estuvimos hablando un rato más hasta que nos entró el sueño y acabamos quedándonos dormidos.

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Gavi se ha puesto en modo posesivo on.
Que barbaridad señor.

Sigo sin asimilar la victoria de España y lo guapo que estaba Gavi en el partido.

Nos vemos guapis <3

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora