⚠️ Advertencia de contenido explícito.
Llegué a casa y entré dejando las llaves en una pequeña cesta que había.
Miré alrededor encontrando todo a oscuras.
Por un momento pensé que Gavi no había llegado a casa todavía, hasta que una lámpara se encendió, iluminando toda la sala.
Me giré encontrándome a Gavi sentado en el sofá frente a mí, con las piernas abiertas y con una cara que no me inspiraba confianza.
Lo miré mientras me quitaba las zapatillas, entonces su voz, grave y ronca, rompió el silencio.
– ¿Puedo saber qué mierdas es eso?– dijo señalando.
Yo miré a donde señalaba y me fijé en la camiseta que llevaba puesta.
– ¿Quién coño es ese, Leah? ¿Por qué cojones te mira, te lanza la sudadera y llevas su camiseta?– dijo levantándose.
– Es Mario. Un viejo amigo.
– ¿Un viejo amigo? ¿Ese quiere que le parta la cara?– se acercó a mí.
Yo empecé a retroceder hasta topar con una pared y entonces él me quedó atrapada entre la pared y su cuerpo.
– Quiero que te quites esa camiseta. Ahora.
Me quité la camiseta y la tiró por alguna parte del salón.
– Se supone que eres mi amuleto de la suerte nena. Mío. No de otros.– desabrochó mi pantalón y tiró hacia abajo sin romper contacto visual.
Yo tragué saliva sin perder detalle de lo que hacía.
Bajó el pantalón hasta mis tobillos y entonces bajó una de sus manos, apartó mis bragas y metió dos dedos en mi interior de golpe.
Yo abrí un poco la boca y me puse de puntillas debido al acto inesperado.
Sus dedos salían y entraban en mi intimidad a una gran velocidad.
Entró uno de sus dedos y gruñó.
Yo me agarré a sus hombros.
– ¿Vas a contestar? ¿Tengo que ser más duro para que me digas porque ibas en contra de mí hoy, muñeca?
Yo solo contesté a sus preguntas con pequeños quejidos.
Rodó los ojos y me giró, me alejó un poco de la pared y me inclinó.
Apoyé las manos en la pared y me mordí el labio sabiendo lo que me esperaba.
Una de sus manos golpeó mi nalga con fuerza.
– ¿Con quién vas cariño?
Volvió a golpear mi nalga.
– Responde.
– Contigo.
Golpeó de nuevo.
– ¿Perdón? ¿Qué dices? No te escucho
– Contigo. Contigo
Golpeó de nuevo y sentí sus dedos en mi interior de nuevo.
Apreté mis manos en la pared y empecé a gemir de manera inevitable.
Sus dedos se duplicaron y miré a mi alrededor encontrándome con la vista de un espejo.
Podía verle morderse el labio y echar la cabeza hacia atrás mientras soltaba algún gruñido.
Sus dedos seguían martilleando en mi interior y a este punto yo no podía parar de gemir.
– Eres MI amuleto muñeca. Mi puto amuleto. Que se busque a otra porque esta diosa ya está pillada.
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𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo Gavi
Novela JuvenilLeah acompaña a su mejor amiga a ver un partido del Barça aún sabiendo que es del Madrid. Lo que ella no sabe es que después de ese partido su mundo va a ponerse patas arriba. ¿Está segura de lo que dice?