LXX

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Gavi había dado un cambio radical en algunas cosas.

Se ha comprado una Range Rover negra, que a decir verdad, me encantaba.

Y ahora quería mudarse a una casa más grande.

¿Que significaba eso?

Suspiré arrastrando la caja de cartón hacia la puerta de la casa y vi a Gavi cogerla sin hacer el mínimo esfuerzo.

A veces me sorprendía la cantidad de fuerza que había dentro de ese cuerpo tan pequeño.

Los chicos vinieron a ayudarnos con la mudanza y en un periquete todo estaba en su sitio.

La casa estaba amueblada así que no tuvimos que esperar a los nuevos muebles.

Cuando los chicos se fueron, vi a Gavi juguetear con las llaves de la otra casa.

– Adiós al pisito de soltero.

– ¿Pisito de soltero?– dije mirándole.

– Siempre hay que tener pisitos de soltero cariño.

Es cierto. Yo seguía teniendo mi casa e iba bastante seguido a limpiarla y a veces movía cosas de un lado a otro.

Lo miré mientras contemplaba la nueva casa.

Era enorme, demasiado para él y para mí.

Había alrededor de 5 habitaciones y 3 cuartos de baño, tenía jardín con una piscina bastante interesante, un jacuzzi, una cochera bastante amplia y un trastero.

Lo dicho. Esa casa nos quedaba grande.

Lo vi ir a la amplia cocina y abrir la nevera.

– Hay que hacer la compra.– me informó y cerró después.

– Bien, vamos.

Me bajé del coche de Gavi y entramos al supermercado.

La gente nos miraba y nos grababan.

Ya me había acostumbrado a la situación así que ya iba con bastante normalidad.

Gavi arrastraba el carro siguiéndome.

Llegué a la parte de cosméticos y metí en el carro lo que necesitaba para mis skincares nocturnas.

Perdí a Gavi durante un rato y cuando lo encontré terminamos de comprar lo que necesitábamos.

Fuimos hasta la caja bajo la atenta mirada de todo el mundo.

Empecé a sacar las cosas del carro en modo automático.

Hasta que me topé con un botecito de gel que no era precisamente para el cuerpo.

Abrí los ojos y lo escondí de las vistas de todos los que nos miraban.

Gavi iba sacando más caprichos que había cogido como palomitas, unas bebidas isotónicas, leche de soja, nutella

Yo lo miraba mientras él sacaba y sacaba.

Cuando acabó, pagué sin mirar el precio ya que la verdad no me importaba mucho.

Salimos y metimos todo en el coche.

Lo miré sacando el botecito de una de las bolsas.

– ¿En serio Pablo?

Él soltó una risita.

– Nos miraba todo el mundo, y yo con esto en las manos...

Entonces empezó a reírse más fuerte.

– No te rías Pablo

𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora