Dolor.
Eso había sentido durante la última semana gracias a la maravillosa sesión de sexo de Gavi y mía.
Creo que nunca lo había visto tan enfadado como ese día.
Aún podía recordar sus manos tocándome, sus gestos, como me miraba.
– ... ¿No crees?
No respondí.
– Leah.– me dieron un codazo.– ¿Me estás escuchando?
Salí de mi embobamiento y miré a Sira, que estaba sentada a mi lado contándome vete tú a saber de la boda.
Sí, boda.
Ferrán le había pedido matrimonio hace unas semanas y Sira no paraba de enseñarme catálogos y revistas de vestidos, sitios para la boda, decoración...
– ¿Eh?– murmuré
– Joder Leah, ¿dónde estás?
– Perdón Sira, tenía la cabeza en-
– En Pablolandia ¿no?
Reí. Me hacía gracia cuando lo llamaban así.
– Leah, cuéntame.
– Bueno, creo que recuerdas que hace unas semanas estaba adolorida de la cadera.
– Sí. Tuve que comprarte una crema en la farmacia.
– No me dolía la cadera. Sino...
– ¿Qué me dices?– Sira abrió la boca y empezó a reírse.
– Sí. Se enfadó por el partido aquel. Y estuve unos días un poco floja.
– Dios. Que máquina.
Le pegué en el brazo y la escuché reír de nuevo.
– Anda, vámonos.
Nos levantamos cogiendo nuestras cosas y pusimos rumbo a nuestra casa.
Narra Gavi
Llevaba 3 semanas sintiéndome un poco culpable debido a la última sesión de sexo que había tenido con Leah.
No iba a negar que en aquel momento me puse cachondo a niveles inimaginables, pero al verla andar por casa entre quejidos, empecé a sentirme mal.
Acababamos de terminar el entrenamiento y como era el día de Sant Jordi todos estaban de un lado para otro con rosas y flores.
Y como no quería ser el único tonto sin regalarle nada, me acerqué a la floristería más cercana y le compré un ramo entero.
Cuando llegué a casa escuché el ruido de la ducha y supuse que estaba en el baño, por lo que puse las flores encima de la cama con mucho cuidado y bajé al jardín a jugar con Luna.
Este perro había crecido por millones y aunque no era un perro grande, se notaba que ya había crecido.
Ya podía comerle la boca a mi novia sin un perro gruñón de por medio.
Creo que ya había asumido que no iba a tenerlo fácil para separarme de ella, y que si alguien se iba de esa casa era ella, no yo.
Luna agarró un balón de tenis con su boca y se agachó moviendo la cola para que jugara con ella, así que me acerqué y quitándole la pelota empecé a correr por todo el jardín.
Estaba de espaldas a la casa observando a Luna cuando sentí que alguien se tiraba encima de mí.
Después empezaron a besar mi cuello y mis mejillas.
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𝐑𝐄𝐌𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑 +18 | Pablo Gavi
Novela JuvenilLeah acompaña a su mejor amiga a ver un partido del Barça aún sabiendo que es del Madrid. Lo que ella no sabe es que después de ese partido su mundo va a ponerse patas arriba. ¿Está segura de lo que dice?