1. Luffy 🍖

85 3 0
                                    

One Piece 

Ubicado en Film Red

Título: "¡La ambición inesperada!"

Parecía algo increíble lo que tenía ante sus ojos, por mucho, Luffy había enfrentado enemigos de mayor magnitud y siempre parecía que salía ileso de cada uno de esos enfrentamientos que tuvo en todos esos años. Ella siempre admiraba la valentía e impulsividad que lo caracterizaba, sin miedo, sin pensarlo, sólo actuaba por medio de lo que sentía en el alma y eso bastaba para realizarlo; algo que ella sólo podía soñar debido a su mala costumbre de sobre pensar, y esa forma de ser era lo que más amaba de Luffy desde que tenía memoria.

— ¡Amy-chan! ¡Corre, sal de ahí!.

Inesperadamente el cuerpo de Sanji se abalanzó sobre ella para removerla de una de las líneas de ataque provocando que sus manos soltaran la silueta inerte del capitán de los sombrero de paja.

— ¿Qué haces Sanji?. ¡Suéltame!.— replicó la joven golpeando el hombro del rubio.— ¡Luffy está...!

Cuando sus ojos se desviaron de nueva cuenta hacia el sitio donde residía el pelinegro un suspiro de alivio abandonó sus labios;  Chopper se había encargado de arrastrar al chico a su lado para ponerlo a salvo. Parecía algo tonto, que ella sabiendo cómo era su novio estuviera preocupada por él como si no confiara en sus ridículas capacidades sobrenaturales, pero así era, a veces creía que era culpa del amor.

— Luffy, gracias a Dios.— en cuanto Sanji la bajó, inmediatamente se encontró tomando la cabeza del ruidoso capitán para colocarla con ternura sobre sus muslos y acariciar su cabello con delicadeza infinita.— Vas a estar bien, por favor despierta.

— Qué suerte tiene.— si la joven albina se hubiera dedicado a mirar sobre su cabeza, se habría encontrado con un gesto de cólera y disgusto por parte de Sanji.— Chopper, cuida de Ami-chan.

— ¡Aye!

Sin embargo sumida en su propio mundo, la cabeza de la joven se encontraba rememorando desde el primer instante en el que supo que esa persona sería la que amaría para toda la vida...

Flashback

Su tía siempre le dijo que no se acercara a la cantina del pueblo y mucho menos a los puertos, porque los malhechores y piratas acostumbraban pasar sus tardes y noches de ebriedad en aquel lugar poco adecuado para cualquier persona con un poco de dignidad. Pero si algo hemos aprendido de los niños, es que entre más niegas una petición, es más común que vaya a hacerlo. Así que una pequeña albina una buena tarde de verano, en uno de sus tantos paseos que hacía para matar sus aburridos días y librarse del dolor, llegó a la entrada de aquel local.

Lo primero que pensó es que fue intimidante, una gran puerta que se abría de par en par ante el peso mayúsculo de un adulto; todos los que ingresaban al sitio eran más que el doble de su altura y tamaño. Temerosa de que alguien pudiera arrollarla en medio del paso y un tanto nerviosa por las risotadas que expedía el bar, trepó sobre unas cajas vacías de madera que milagrosamente se encontraban apiladas una sobre la otra al lado de una ventana.

En aquel punto se sentía segura, casi a la altura de las cabezas de las personas y oculta con una lona pesada que hacía bulto en la punta de esa colina de basura. Una vez ahí se dedicó a admirar el ambiente que reinaba en aquel lugar; todos eran hombres, sin excepción, cada uno de ellos con sus particularidades, tatuajes, aretes, parches, cicatrices en sitios que le parecían extraños. Aquellos sujetos tenían mal aspecto y mentiría si no mencionara que a la pequeña le dio asco el aspecto de algunos de ellos por el grotesco rostro o las mismas cicatrices.

One Shots Y OTRAS COSILLAS DE ANIME (PEDIDOS ABIERTOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora