Cuenta la historia del detective Miguel Ángel, quien a principios de la década de 1906, viaja a Celsus City, la ciudad de la alquimia. Para interrogar a un asesino misterioso, queda atormentado al darse cuenta que muertes paranormales ocurren mientr...
Semanas después de la ultima visita, Miguel Angel se encontraba en una pequeña residencia que había alquilado, la sala en particular era un lugar claustrofóbico, ya que estaba abarrotado de cajas de expedientes sobre personas desaparecidas. Ningún informe coincidían con el nombre Malcom.
Encima del comedor tenia varios periódicos de los últimos cinco días, donde relataban en primera plana las ultimas muertes desconocidas. Algunas columnas de distintos reporteros afirmaban que era un virus que se estaba propagando en toda la ciudad sin ninguna explicación, mientras que otros, especulaban que era a causa de un ritual creado entre alquímicos. De ser una reconocida ciudad por sus ciencias, estaba perdiendo reputación en todo el estado de Monserrat.
Miguel, solo entre todos esos archivos y periódicos que mostraban teorías sobre las muertes en la ciudad, por alguna extraña razón le dio un ataque de risa, no sabia si era a causa del estrés o simplemente se estaba dando por vencido. Quería realmente saber; que le esperaba en su futuro. Salio a caminar para despejar su mente.
Paseaba entre la comunidad, viendo cada rostros pensando si eran los siguientes en morir. Muy cerca de la zona, un letrero un poco descuidado y desgarrado le llamo la atención, Preguntándose —¿Que me prepara el futuro?—. Desesperanzado.
Miguel, había entrado en un consultorio donde practicaban adivinación a través de los naipes, la sala de espera era agradable, aunque era pequeño, se hacia notar grande por el color blnco en sus paredes y techos, contaba con cuadros minimalista de cielos y estrellas, y una pequeña estatua de buda como cenicero sosteniendo una vara de incienso artesanal. Aunque no creía en eso, quería experimentar para saber que le podían decir.
—¡Bienvenido!—. Exclamo una chica de cabello rizado muy contenta y con las pupilas dilatadas, saliendo de una de las habitaciones —¿En que le puedo servir? —. Continuo entre risas.
—Me preguntaba si podían leer mi futuro—. Respondió Miguel riéndose junto a ella.
—¡Por supuesto! Para eso estamos aquí—. Dijo ella con actitud liberal. —¿Que quieres saber? ¿salud, dinero o amor?—. Continuo guiñándole el ojo.
—Que me diga si aun estaré vivo en un par de años—. Con las manos en sus bolsillos.
—¡Vivir! Serian diez monedas la consulta—. Dijo la chica de cabello rizado mientras extendía su mano hacia el.
—No me sorprende que los humanos tengamos que pagar para saber de nuestro futuro—. Dijo Miguel sacando un par de monedas.
—¡Puedes pasar!—. Exclamo ella, recibiendo el dinero y haciéndose a un lado.
Una vez dentro, presencio a un sujeto delgado, alto y con bigote barajando las cartas con sutileza sentado en su escritorio espiritualista. —¡Qué onda carnal!—. Exclamo. —Toma asiento y te diré lo que el futuro tiene preparado para ti—. Continuo, posando sobre la mesa un par de cartas del tarot.
—¡Esto tiene que ser una locura!—. Pensó Miguel en voz alta arrepintiéndose a ultima hora mientras tomaba asiento.
El tarotista había lanzado las ultimas cartas en la mesa, su falta de profesionalismo lo había delatado, balbuceaba mucho diciendo cosas maravillosas que le preparaba el futuro, cosa que Miguel no podía creer.
—Eres un chiste, ¿¡En serio piensas que crea tanta mentira!?—. Dijo Miguel interrumpiéndolo mientras se reía sin parar.
—¿Y como puedes decir tantas mentiras? Se te nota en la voz—. Con cierta seriedad. —
Vaya manera de estafar a las personas, solo por estar lanzando cartas y decir maravillas de su futuro—. Continuo mientras se levantaba de la silla.
—Ta bien... ta bien, ya bájale.
—¿Sabes porque no te creo?
—Si no crees en estas cosas, ¿porque viniste? —. Pregunto el tarotista frunciendo el ceño.
—Sabes que, olvídalo. Podría llamar a la policía por falsedad hacia los clientes. Es mas... soy detective... yo mismo puedo llevarte a prisión—. Dijo, un tanto desmotivado.
—No mames, con esto me mantengo—. Preocupado.
—¿Que esta ocurriendo? —. Pregunto la chica de rizos asomándose por la puerta.
—Tenias que estar mas pendiente, ¡este cabron es policía!—. Exaltado.
—Ey... cuidado con lo que dices—. Continuo Miguel con una mirada amenazante.
—No somos estafadores, tenemos nuestros dones, estamos iniciando. ¿no nos haga esto?—. Dijo la chica con los parpados caídos y suplicas.
—Ya que, olvídenlo, de todos modos estoy muerto—. Concluyo Miguel desalojando el lugar. Mientras se alejaba del recinto, la chica de rizos salio gritándole: —¡Oye!
—No presentare cargos, puedes dejarme en paz—. Aclaro Miguel sin detenerse.
—¡Si realmente quiere saber tu verdadero futuro! se quien lo puede ayudar—. Aclaro ella agitada.
—¿En serio? ¿Me cobraras otra vez?—. Respondió Miguel sin detenerse y con el sentido del humor por los suelos.
—Toda mi vida he sentido que nací con el sexto sentido, es por eso que hago lo que soy...
—¿Estafadora?—Dijo interrumpiéndola entre risas.
—Pude notar a través de sus ojos que la muerte lo espera. Quizás aun no me sienta segura, pero es lo que sentí—. Con cierta duda ante su poder vidente.
—¿Y como es que tu compañero dijo lo contrario? —. Dijo tras detenerse fijando la mirada hacia ella.
—Abran sido las cartas indicándote las maravillas que dejaras para el futuro.
—¡Gracias por subirme los ánimos, diciéndome que dejare maravillas en el futuro!—. Exclamo Miguel con una risa, mientras intentaba no llorar.
—Si realmente quieres saber tu futuro, conozco a alguien segura de decirte la verdad.
—¿¡Si sabe tanto del futuro!? ¿Porque no esta aquí?
—Esta en el parque. Esperando tu llegada—. Dijo ella, devolviéndole las monedas y regresando a su morada.
—¿Y como voy a saber quien es? —. Pregunto confundido mientras esta se alejaba.
—Su encanto la delatara.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.